Contextos, edades y personalidades diferentes se conjugan en una sola palabra que le da sentido a la primavera: amor
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Mercedes Bluske y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-septiembre/2018) Un helado de colores, ropa ligera, locales rebasando de personas, cientos de parejas por las calles con globos de aire en formas de corazones y flores por todas partes, son las imágenes que nos resumen el ingreso de la temporada de primavera.
Pero esta fecha, tiene tintes y matices más que especiales, en los que no solo se reflejan los colores o sabores, sino que existen sectores que muestran realidades que a veces son ignoradas con las celebraciones.
El 21 de septiembre no solo se celebra a los enamorados, sino también a los estudiantes, los médicos, las cosmetólogas y las personas con alzhéimer entre otras. También es considerado el Día Internacional de la Paz.
Una caricia en la piel
La variedad de colores es una de las características de la primavera y ellas están al tanto del color más especial…el de la piel.
Las cosmetólogas celebran este 21 de diciembre su día, quienes poco a poco van abriéndose su espacio en el mercado local.
Antes, la cosmetología no era considerada como una profesión y la veían como algo complementario a la peluquería, cuenta Carmiña Villena Morales, quien sacó su título de cosmetóloga en el instituto Stella Maris en Jujuy, Argentina en el año 1982.
Eran los años 80 y pocos en Tarija conocían de la importancia del cuidado de la piel. “Lo veían como algo innecesario o complementario”.
Como toda egresada, Carmiña llegó a Tarija con la ilusión de surgir con su emprendimiento, pero con el pasar del tiempo, vio que en ese entonces, por el mismo desconocimiento cultural, el mercado era bastante pequeño.
“La gente no quería pagar el servicio por lo que realmente valía, no tomaba en cuenta el costo de los insumos”, rememora esos primeros meses, tan duros para cualquier emprendedor.
“Los clientes creían que la cosmetología se refería a ponerte una cremita en la cara y listo”, cuenta.
Entre 15 a 20 días llegaba un cliente al salón para hacerse algún tratamiento de la piel, en un inicio difícil, pero poco a poco fue montando el salón de belleza con servicios complementarios como peluquería, logrando así consolidarse.
Una de las claves en esta profesión es la confianza que se ganan con sus clientes y esa es una de las especialidades de Carmiña, conocida por su gran carisma.
Su risa es por demás contagiosa y con su mirada transmite esa confianza a la que cualquier cliente, más allá del tratamiento, le entrega su amistad.
Por momentos, estos centros de belleza pasan a ser como una consulta psicológica, donde los clientes comienzan a compartir sus alegrías o sus preocupaciones.
Con el pasar de los años, se abrieron más centros de belleza estética y las cosmetólogas comenzaron a ser reconocidas, incluso los hombres buscan ahora este tipo de servicio.
“Está muy de moda el tema de la barbería y para tener una barba prolija, necesitas que la piel esté bien cuidada”, acota.
Ser Estética es el salón de Gabriela González Bolívar, una joven que estudió cosmetología en la Universidad de Morón de Buenos Aires, Argentina.
La actualidad es diferente a la que se tuvo en los años 80, pero todavía hay huecos que cubrir, cuenta Gabriela, al referir que la mayoría de las profesionales en esta rama deben salir del país, pues los cursos técnicos que realizan en Tarija todavía no tienen el equipamiento ni el tiempo requerido de capacitación.
“Por ejemplo vi que estaban organizando un curso de cosmetología de un día, es imposible salir con un grado técnico en ese tiempo”, refiere todavía sorprendida.
Gabriela estudió cosmetología y cosmiatría, que es un tratamiento de la piel con sus patologías.
Como Carmiña, Gabriela concuerda en que los cambios en la sociedad local favorecieron a las profesionales de esta rama, pues ahora no solo las mujeres se preocupan por el cuidado de la piel, sino también los hombres.
Una de las debilidades del sector, es que todavía no está organizado como ocurre con otras profesiones, cuenta Gabriela, con una suave pero especialmente amigable voz.
Ella suele charlar con sus clientes, ganándose rápidamente su confianza y es que según refiere, este trabajo requiere de “mucha dedicación”, pero especialmente de amor y comprensión con las personas que suelen ir a estos sitios, no solo por un tema estético, sino también para dejar afuera al estrés.
Una bata blanca y una señal de vida
“Recibimos este día más unidos que nunca”, dice el presidente del Colegio Médico de Tarija, Jaime Márquez Cavero. El Día Internacional del Médico es celebrado el 21 de septiembre y los profesionales de esta rama reciben esta fecha en un contexto complejo con un sistema de salud caduco y con un gremio en emergencia por la judicialización de casos de presunta negligencia.
Unos 800 médicos agremiados hay en el departamento de Tarija, de esos unos 400 trabajan en la ciudad capital.
El principal problema que afrontan, es el mismo de hace 20 años, referido a la falta de equipamiento e ítems.
Estas carencias evitan que en los centros de salud no den atenciones con las principales especialidades.
Medicina o Derecho eran las carreras que los padres de familia siempre querían que estudien sus hijos en otros tiempos, porque por la época republicana, el pensamiento en general era que un médico o un abogado siempre tendrían trabajo.
“Hay inestabilidad laboral, estamos luchando para demostrar la falta de especialidades e ítems”, declaró el médico sobre la situación actual del sector, contraria a lo que se tenía en el pasado.
La explicación es que el Gobierno no hace los desembolsos del Tesoro General de la Nación (TGN) para los ítems de salud, mientras que los dependientes de la Gobernación, son contratos cortos, porque su economía suele ser “muy fluctuante”.
Pese a estas dificultades, los médicos más allá del estado de alerta por las movilizaciones, ante llamados para tratar nuevas formas de control, hay un trabajo diario que hacer.
“De niño jugaba con mis amiguitos a ser doctores”, recuerda Jaime Márquez hurgando en su memoria, quien ahora refleja su bata blanca con sus canas en los bigotes.
El sueño se convirtió en una realidad y se especializó en la medicina crítica, estando en los casos más complejos en terapia intensiva, donde la premisa es la vida.
Ver a una persona despedirse con un beso de agradecimiento después de haberla visto en una situación crítica, es uno de los placeres que se dan estos hombres de bata blanca que hacen su trabajo con verdadera pasión, pero especialmente, con entrega a la vida.
Estudiar ante la adversidad
El Día del Estudiante es momento de fiestas y regocijos en las diferentes unidades educativas, es motivo de cientos de promociones en boliches como centros comerciales, pero hay jóvenes que en esta fecha, recuerdan todo lo que costó abrirse camino para estudiar lo que les gusta, de dar el pie al sueño que tenían de niños.
Ella es Lucila, una joven de 22 años, oriunda de Entre Ríos que vivió en Santa cruz y por azares del destino llegó a la ciudad de Tarija.
Una parte de su corazón se encuentra a 101 kilómetros de la ciudad, donde vive su madre, a quien ansía volverla a ver como antes, como siempre…
A ella, la tiene presente en su memoria, sonriendo mientras anhela con un nuevo encuentro.
La enfermedad de su madre la obligó a luchar desde muy pequeña, a vivir sola, a bancarse lo que otros adolescentes no pueden, porque están ocupados en sus berrinches característicos de la edad.
Por esta situación, le tocó vivir en un hogar de niñas, adaptándose a las nuevas formas de vida, pero hay algo que nunca dejó de lado…estudiar.
La joven con la mente fija en cumplir su sueño y así, hacer feliz a su madre, no dejó nunca de lado el estudio, destacando hoy en la universidad, con un buen presente y un futuro prometedor.
El alzhéimer y un recuerdo en el corazón
La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia entre las personas mayores. Fátima Antuña Cortez, es una de las mujeres que conoció en carne propia lo que es tener un familiar con un problema similar.
Su madre Bertha tiene 87 años y hace 6 que sufre de demencia senil, perdiendo especialmente la memoria inmediata, volviendo a su mente los recuerdos más lejanos.
“Es difícil”, admite Fátima al indicar que en la ciudad de Tarija no existen especialistas que ayuden a las familias a sobrellevar esta enfermedad. En el país existen muy pocos y las consultas suelen ser demasiado costosas.
Su madre hace con su mente diferentes viajes por el tiempo, por momentos vuelve a la época en que trabajaba y debía mantener a sus hijos. “Diosito por favor que alcance”, dice a veces pensando que debe conseguir dinero para los suyos. En otras ocasiones retorna a su niñez, creyendo que debe asistir al colegio.
El alzhéimer o enfermedades similares no tienen una cura, pero sí pueden seguirse diferentes tipos de tratamiento.
En Tarija, los costos se duplican ante la falta de especialistas. “Una familia debe batírselas sola, aprendiendo cada día”, revela Fátima.
El problema no solo es con la persona que tiene la enfermedad, sino con las familias en sí que requieren un asesoramiento.
“En otras ciudades hay grupos de apoyo donde hacen terapias para los familiares, porque no es fácil tratar a una persona con alzhéimer”, dice Fátima sin poder evitar llorar por el fuerte cúmulo de sentimientos guardados que tiene dentro suyo.
Conforme pasa el tiempo, los recuerdos serán más lejanos, así es el alzhéimer, guardándose cada uno de ellos en el sentimiento más hondo de su corazón.