Por las puertas de Artesanías San Roque, se siente los pasos danzantes de los chunchos en procesión, gran parte de ellos lleva una prenda hecha a mano en este lugar
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Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-octubre/2018) Son once años que la familia de la paceña Miriam Ancalle Condori, está inmersa con su negocio en la ciudad de Tarija, pero especialmente, en la vida cultural de esta capital del sur del país.
La mujer de 52 años recibe al equipo de Verdad con Tinta en una de sus tiendas ubicada en la calle General Trigo, justo en la bajada de San Roque.
El lugar está copado de prendas tradicionales, como mantos de chunchos, coloridos turbantes, camisas y blusas de chapacos, entre otros, sin dejar de lado las vestimentas con aguayos, característicos de su lugar de origen.
Las artesanías como “recuerditos” son infaltables. Los turistas extranjeros prefieren productos con material de aguayo, mientras que los nacionales, no pueden irse sin llevarse alguna prenda con motivos tarijeños.
Los familiares que trabajan en esta tienda, se vuelven de pronto en operadores turísticos. “Los turistas generalmente se quedan entre 30 minutos a una hora a charlar, preguntando diferentes cosas del lugar, por lo que una trata de aprenderse la historia como las tradiciones”, admite.
Aparecen también copas de plata y otros recuerditos de este material. Miriam al notar la curiosidad del periodista, dice que estos trabajos son realizados en la fábrica de acuñado que tiene su esposo en la ciudad de El Alto.
Ella no solo se conforma con vender este tipo de productos, pues en su mente ronda un sueño más grande. “Quisiera poner una fundación, pero sinceramente no sé muy bien cómo sostenerla”, dice con cierta preocupación, mientras ofrece al periodista sentarse en una silla colocada justo para la ocasión.
Es inevitable ver en todas direcciones al sentarse, incluso al techo, donde también están pegadas las prendas de vestir.
Con una sola mirada pasan todas las épocas del año por la mente, desde el carnaval con el monótono sonido del erke y la caja, pasando por las mantas de la pascua florida, hasta la tradicional festividad de San Roque con el sonar de las flechas de los chunchos.
Miriam es testigo viva de cada una de estas celebraciones al estar su tienda ubicada en un sitio estratégico, por ahí pasan las principales procesiones de los chunchos promesantes, como también las ruedas chapacas en días de carnaval.
Y es tanto el alcance de la festividad de San Roque sobre ella, que pretende a futuro crear una fundación que ayudar a sectores vulnerables, como lo hacía este santo en vida, según refleja la leyenda.
Para la festividad de San Roque, sin pedir nada a cambio, decidió este año donar un traje completo de chuncho a un joven de 22 años, quien padece de una enfermedad renal, cuyo sueño era bailar de chuncho.
Los Bs 1700 que costaba el traje donado no son nada para Miriam a comparación de la felicidad de ese chico que pudo cumplir su sueño de bailar en el encierro de San Roque.
“’¡Doña Miriam! Le grita el joven con el paso de la procesión. “Al principio no lo reconocí, pero él me gritó y destacaba entre los otros al bailar”, cuenta todavía emocionada de lo vivido ese día.
Este tipo de emociones son por las que vale la pena vivir, por eso, ella quiere seguir en ese camino, apoyando con lo que mejor sabe a las personas que realmente lo necesitan.
No es la primera vez que apoya de esta manera. Para la carrera ciclística San Roque-Chaguaya, cooperó a la organización con la entrega de medallas para los ganadores, la mayoría de los participantes provenientes del área rural de Tarija.
En el mismo sentido, apoya con la entrega de trofeos y medallas a diferentes grupos que realmente lo requieren y que no tienen los suficientes recursos económicos.
Pero entre la benevolencia y el oportunismo, hay una línea bien delgada, sin faltar aquellos que empiezan a pedir apoyo para no pagar.
Artesanías, ropa e innovación
Lo cierto que establecer un negocio de estas características no es una tarea fácil, Miriam viene de una familia de artesanos con un padre joyero.
“Siempre comenzar es difícil”, relata de su experiencia al llegar a la ciudad de Tarija sin conocer a nadie.
Con el apoyo de su esposo e hijos empezó a emprender este negocio que fue creciendo con los años.
Incluso empezó a innovar en las tradicionales vestimentas. “Desde que llegué, vi que traían trajes muy apagados, por eso decidimos agregar una variedad de colores”, relata.
Su hija es quien le ayuda con los diseños, especialmente de los turbantes de los chunchos. “Los que hacemos son únicos, ella elabora diseños personalizados, por lo que ninguno se parece entre sí”, presume. Asegura que es la única tienda que hace turbantes personales.
Cuenta que empezaron a realizar una mayor combinación en los colores, tanto en las mantas chapacas como en las camisas, pero especialmente en los trajes de los promesantes chunchos, teniendo un sello característico.
La ayuda de Miriam a personas que realmente lo requieran es realizada silenciosamente, no solo en la época de la Fiesta Gran de Tarija, sino todo el año, aunque todavía sueña con consolidar una fundación, consiguiendo los recursos necesarios para administrar un proyecto de esta magnitud.
Su sueño es hacer palpable el de otros, en un camino similar al de los chunchos que pasan por su negocio, con dificultades, cansados por momentos, pero con un resultado placentero al cumplir el objetivo trazado.