Empezar un emprendimiento siempre es desafiante, más aún cuando tienes que combinar el trabajo con la maternidad, pero para la joven Sara Oldopp no hubo obstáculo que sea insuperable.
Todo empezó hace cinco años con una lechería. “Empezamos elaboramos nuestra materia prima, que es la leche”, dice la esbelta mujer con una dulce sonrisa, mientras explica que la idea de transformar la leche en halados y yogures surgió ante la necesidad de darle un valor agregado a la materia prima.
“La leche tiene un precio demasiado bajo y nuestro costo de producción por litro es muy alto”, dice reflejando la realidad del mercado.
El camino estaba más o menos claro, pues la oferta de quesos tarijeños es grande y Sara buscaba un segmento nuevo. Luego de varias pruebas y de mucha reflexión, decidió apostar por helados y yogures con la característica calidad de los lácteos tarijeños.
El resultado fue un helado cremoso, familiar, nutritivo. con un sabor inigualable y hecho con manos de mujer a lo largo de todo el proceso, pues todo el equipo de Dulce Campo está compuesto por mujeres, desde el ordeñe hasta el embazado.
“Nuestro helado es de pura leche, no agregamos nada de agua a ninguno de nuestros productos”, dice Sara, asegurando que eso lo aporta un sabor y una textura única.
Con el yogurt sucede algo similar. Es un producto hecho con pura leche, rico en pro bióticos naturales y puro, lo cual hizo que sea aceptado fácilmente por los consumidores quienes al margen del sabor, cada vez son más exigentes con la calidad y pureza de los productos que compran. Especialmente para los millenials la regla dice que mientras menos químicos, mejor.
Tanto el yogurt como los helados son pasteurizados, por lo que la inocuidad está garantizada.
El nombre Dulce Campo, fue una forma de englobar el amor y la dulzura que Sara, su familia y las mujeres que trabajan con ella, le ponen a todo el proceso; desde el ordeñe hasta el envasado.
“Para todos nosotros en la familia el campo tiene un valor importante”, dice Sara mientras mira por la ventana a los cinco perros que hacen travesuras en el patio.
“Cuidamos que hasta la leche sea producida de una forma dulce”, agrega explicando que las vacas tienen un espacio amigable y están en óptimas condiciones, con los mejores cuidados.
Aparte de contar con todos los registros sanitarios, Dulce Campo está certificado por la marca Tarija Aromas y Sabores, que avala su calidad. Pese a eso, Sara cuenta que al principio fue difícil entrar al mercado.
“Iba y personalmente y rogaba para dejar aunque sea un conservadorita”, cuenta sosteniendo la sonrisa en su rostro. Luego de mucho esfuerzo, constancia y de kilos de helados destinados a la degustación, finalmente pudo introducir su producto al mercado local de manera exitosa.
“Ahora estamos en los supermercados más grandes”.
Con nueve sabores de helado y tres de yogurt, Dulce Campo apuesta por expandir su mercado a otras ciudades e innovar con nuevos productos.
“Estoy trabajando en un helado para diabéticos”, expresa al respecto, pues desea que tanto las personas que sufren esta enfermedad, así como las personas que desean evitar consumir azúcar, puedan disfrutar de un helado sin sentirse culpables y sin que esto afecte a su salud.
Con nuevos proyectos en mente y con la satisfacción del emprendedurismo y la maternidad, Sara continúa apostando por el crecimiento de su empresa.