Carina Oroza y María Victoria Guerrero son un ejemplo claro de cómo el girl power poco a poco va empapando la escena audiovisual, aportando una visión diferente a al cine “made in Bolivia”.
“Soy de una generación en la que el cine formaba parte de nuestra vida en la medida de lo posible. Habían muy pocas salas”, cuenta Carina haciendo un viaje a su infancia, remontándose a aquellos tiempos en los que ir al cine era una salida excepcional.
Aunque habían pocas salas y proyecciones, el mundo del cine y de la imagen rápidamente la sedujo, hasta convertirse en su pan de cada día. En su casa se respira cine, pues ella trabaja en la dirección y su esposo, Ramiro Fierro, se encarga del sonido y de la edición del mismo. “Nos dedicamos a esto hace 35 años”, dice haciendo un recuento del tiempo que lleva en la escena audiovisual.
Pese a su extenso currículo, que incluye un premio LAB, reconoce que dentro del complejo panorama del cine nacional, ser mujer lo hace aún más desafiante. “Todos los que hacemos cine somos Quijotes o ‘Quijotas’, en este caso”, asegura dejando escapar una leve sonrisa. “Si vas a buscar financiamiento y te ven mujer y como yo, mayor, no creo que te hagan mucho caso.”

Siguiendo con las alusiones al libro de Cervantes, conseguir financiamiento resulta una lucha constante contra grandes molinos de viento.
Pese a lo desafiante que es hacer una producción en Bolivia, no hubieron obstáculos que le impidieran regresar a Tarija para rodar La Casa del Sur, una película en la que hace un homenaje a su tierra y a su infancia.
“Con mi abuelo iba mucho a sus viñedos, a sus tierras… yo sembraba, iba al río”, dice respecto al recuerdo que tiene de aquellos años, y que ahora se plasma en una pieza audiovisual.
María Victoria Guerrero fue un eslabón importante dentro de La Casa del Sur, pues fue productora del film, haciendo que el poder femenino se potenciara en el rodaje.
“Yo estudie comunicación, quería hacer periodismo de investigación, pero conocí a Marcos Loaiza en La Paz y trabajé con el en su película corazón de Jesús”, dice respecto a sus primeros pasos en el mundo del cine.
“Hay papeles que reivindican a una mujer más real”
María Victoria Guerrero
Su amplia trayectoria en la producción del films como Las Malcogidas y Pachá, la convierten en voz autorizada para hablar de lo bueno y malo del cine en el país desde una visión femenina.
“Siempre se ha visto que hagan papeles de prostitutas o madres abnegadas”, dice respecto a los espacios que estaban reservados para la mujer en la pantalla grande. Sin embargo, en los últimos tiempos se ven papeles más complejos interpretados por mujeres, que buscan alejarse de los esquemas de belleza y de los estereotipos que acompañan a la presencia femenina en el cine.

El 90’60’90 poco a poco es suplantado por mujeres más reales, como las de Las Malcogidas, especialmente el personaje de Carmen, que rompe con los estereotipos de belleza, mostrando a una mujer que se acepta tal y como es.
“Hay papeles que reivindican a una mujer más real”, dice mostrando que el girl power no radica sólo en la presencia de mujeres en el mundo del cine, sino en trasladar mensajes reales para la mujer desde la pantalla grande.
Para Victoria el cine boliviano no debe apuntar a ser una industria, sino a pulir ese toque artesanal que lo hace tan singular y exótico. “El camino es contar historias que nos toquen y encontrar el lenguaje boliviano”, asegura.