Aunque su discapacidad le produjo grandes dolores físicos y del corazón, Elizabeth Bress supo campear el temporal y convertir sus limitaciones en una fuente de inspiración para miles de personas alrededor del mundo.
A los 11 años le amputaron la pierna izquierda desde la parte inferior de la rodilla, debido a una malformación congénita. Desde ese entonces, Bress estuvo destinada a usar una prótesis y fue sujeto de burlas en múltiples ocasiones a lo largo de su infancia y juventud.
Su vida fue tan intensa como muestra ser ella. Determinada, como siempre, Elizabeth decidió a los 24 años que ya no había vuelta atrás: se iría de Bolivia en busca de una nueva vida. O tal vez necesitaba irse, para poder encontrarse.
“Un día les dije a mis papás que ya no me podían atajar y que me quería ir”, cuenta Elizabeth.
Vivir en Santa Cruz para ella era un recordatorio constante de sus limitaciones, no podía hacer ejercicio, no podía salir y el clima tampoco ayudaba a paliar su situación.

“No me gustaba la humedad por mi pierna, porque tenía que usar muchas medias y se me raspaba todo el borde. Siempre estaba llagada, me dolía y no podía caminar mucho”, recuerda.
En un intento desesperado de desafiar a su suerte y dar un giro a su vida, Elizabeth decidió embarcarse en un viaje cuyo resultado era incierto. “Me fui con la idea de matarme, o de que mi vida tenía que cambiar”, dice respecto a sus expectativas en aquella nueva aventura que estaba por empezar.
Sin embargo, lejos de quitarse la vida, Elizabeth empezó a vivir cuando llegó a Estados Unidos. Descubrió que en el mundo había lugar también para la gente con su discapacidad.
“Descubrí que había otro mundo del que yo no había sido parte”, dice con un toque de nostalgia y recordando esa esperanza que invadió su cuerpo.
Si bien al principio su nueva vida en el extranjero no fue fácil, su nuevo hogar le abrió las puertas hacia una vida en la que no habían limitantes, solo oportunidades.
Así, al llegar a Nueva York, empezó a trabajar con un cineasta que había conocido años atrás en Bolivia, como asistente de producción. Ese año, sin imaginarlo, Elizabeth realizó su primera aparición en un producción. Su jefe, el productor, le había dicho que hiciera el papel de camarera en la barra de un bar y que dijera una línea.
Luego, sin siquiera darse cuenta, estaba haciendo otros trabajos relacionados al modelaje y la actuación.
“Esas fueron las oportunidades que a lo largo de mi vida me han ayudado a transformarme en la persona que soy, por eso quiero ayudar a otras personas también. Si yo te ayudo quizá puedas hacer algo maravilloso de tu vida”.
En este nuevo mundo no había pierna que la detenga, por esta razón decidió mudarse a Los Ángeles. Al igual que en el pasado, este nuevo lugar estaba lleno de nuevas oportunidades.

Elizabeth empezó a hacer muchas más cosas , entre ellas, tocó a su puerta un papel protagónico en una película. Un rol que sin duda alguna la lanzaría a la fama en la pantalla grande, pero tras una serie de discusiones con el director, decidió abandonar el proyecto porque sentía que no la llenaba.
La medicina
Tras haber sufrido una gran decepción en el mundo del cine, y luego de haber analizado un sin fin de opciones junto a su entonces novio, Elizabeth decidió empezar a desenvolverse en la parte médica, como representante de ventas a nivel quirúrgico para cirugías ortopédicas.
“Me fue muy bien, empecé a vender mucho y me di cuenta de que tenía la capacidad. A los dos años y medio nos volvimos socios con mi entonces novio; yo traje mi bolsa de clientes, porque estaba en el mismo rubro, y los doctores con los que trabajaba también se vinieron conmigo,” cuenta Elizabeth.
La empresa que en ese entonces contaba con solo un par de trabajadores, ahora tiene 50 y se abre paso en el competitivo y exigente mundo de las prótesis desde hace 3 años.
Estando en el mundo de la salud, Elizabeth sintió la necesidad de ayudar a personas que, al igual que ella, habían perdido una pierna, o ambas, pero que no tenían acceso a una prótesis adecuada.
Así desde Specialized Orthopedic Solutions -SOS Medical, por sus siglas en inglés-, empresa de la que es propietaria junto a su marido, impulsó la fundación ‘Sending Out an SOS’, que en español significa: enviando un SOS.
Desde la fundación busca ayudar a los amputados de bajos ingresos en Bolivia, con la esperanza de difundir la ayuda en todo el mundo.
Desafiando los estereotipos
Con el compromiso social que la impulsa a alcanzar sus metas y con la esperanza de inspirar a millones de mujeres alrededor del mundo, a finales de 2018 Elizabeth Bress fue invitada a ser parte de Beauty Sin Límites, un docu-reality de 13 episodios creado y producido por H2E con el apoyo de Rosita Hurtado, la reconocida diseñadora de modas boliviana.
Beauty Sin Límites cuenta la historia de 13 mujeres con alguna discapacidad física, que se han sobrepuesto a las circunstancias llevando un mensaje positivo y de superación. Muestran cómo al enfrentarse a los estereotipos pudieron superar estigmas tan complicados como la depresión, el bullying, y hasta intentos de suicidio.

El primer episodio está basado en la historia de Elizabeth Bress, en él, ella desnuda sus sentimientos y sus miedos, mostrando a una mujer que es humana, real y en la que prima una belleza interna.
“Muchas veces no me he sentido bella, desde niña no me sentí bella”, asegura Bress en el video, explicando que siempre se fijaba en sus defectos y en la pierna que le faltaba, lo cual la hacía sentir fea.
“Cuatro de cada diez mujeres se sienten incómodas al describirse como bellas”
Beauty Sin Límites
“Aprendí poco a poco a esconder quien era yo”, dice con lágrimas en los ojos, mientras mira al vacío.
Elizabeth solía esconder su capacidad porque se sentía juzgada por la gente o, peor aún, podía darse cuenta que sentían lástima por ella.
“Yo no quería que sientan pena por mí, quería que me conozcan”, dice dejando escapar un profundo sollozo ante la cámara. “Mi nombre es Elizabeth, mi nombre no es discapacitada”, continúa.
La empresaria confiesa que llegó un punto en su vida, en el que llegó a pensar en suicidarse, porque si su vida iba a ser siempre dolor y sufrimiento a causa de sus operaciones y de su falta de aceptación, prefería no vivir.
“Yo si sé lo que es tener depresión, se lo que es estar en la cama y no querer levantarse”, asegura.

hEn la ardua lucha interna entre la Elizabeth que se sentía derrumbada y la Elizabeth que se esforzaba por superarse, venció la segunda. Aceptarse a ella misma fue el primer paso para cambiar su vida y entender que ella era perfecta tal como Dios la había creado, por ende, sus planes eran maravillosos.
Cuando se aceptó, pudo enfocarse en los propósitos que quería lograr en la vida, porque de la batalla contra ella misma, ya había salido victoriosa.
Así, Elizabeth se enfocó a su empresa de prótesis y posteriormente a la fundación desde la que ayuda e inspira a cientos de jóvenes, especialmente bolivianos, que perdieron la pierna.
Para conocer su historia completa en el primer episodio de Belleza Sin Límies, haz click aquí.