Ingresar por su portal es como viajar en el tiempo. A lo largo de 230 metros cuadrados, frascos antiguos, exóticas bebidas y el penetrante aroma a jamón serrano, son elementos indispensables para emprender un viaje con los cinco sentidos, al otro lado del “charco”, como se suele decir en Sudamérica.
Casa Moderna lleva más de un siglo haciendo de las delicatesen de alta calidad un negocio próspero que gira en torno a la familia, y en el que cada cliente es tratado como en casa.
“Pase doña Mecha”, se escucha desde el otro lado del mostrador. Los clientes son fieles; tanto turistas como locales pronto se convierten en habitúes del lugar, haciendo que los trabajadores traten a todos de forma afectuosa y familiar.
Casa Moderna tiene 108 años de vida, es parte del imaginario social de los salteños y es todo una institución cuando hablamos de manjares internacionales. Su variada oferta trasciende las fronteras, haciendo que en esas cuatro paredes prime el sabor de la globalización.
El lugar es el epicentro del intercambio cultural a través de la gastronomía, pues es la vitrina en la que conviven en armonía los sabores del mundo, junto con los tradicionales sabores de Argentina. Tal vez eso sea parte de su singular encanto. Allí, el dulce de leche se abraza con el Brandy.
La historia del negocio va de la mano con la historia de Nicolás Vuksanovic, un migrante de la antigua Yugoslavia que llegó al continente en busca de las oportunidades que prometía en nuevo mundo en el periodo de entreguerras.
“Mi abuelo vino en 1922 de la antigua Yugoslavia y con un grupo de migrantes se vino al norte; había mucha piedra y ellos sabían como trabajarla”, cuenta casi un siglo después su nieto, quien también lleva el nombre de Nicolás.
El norte argentino, aunque con menos habitantes que la concurrida y majestuosa ciudad de Buenos Aires del siglo XX, era conocido en el país por tener una exigente clase alta ávida por tener en su tierra los sabores del mundo. Disfrutaban de los sabores que les ofrecía Europa en sus habituales viajes por barco; pero no estaban dispuestos a esperar a embarcarse en un viaje de meses por el mar para acceder a los licores, embutidos y nueces exóticas a las que se habían acostumbrado fácilmente. Sus papilas habían sido colonizadas; deseaban que la mercadería estuviera a su disposición cuando su antojo se los mandaba.
Ángel Cucciaro, un amigo de origen italiano, comentó a Nicolás que vendería su local “Casa Moderna”, ya que no tenía quien continuara con su legado y él ya era un hombre mayor. El joven migrante, quien ya conocía de los gustos de la alta sociedad salteña, no dudó en adquirir el negocio para hacer crecer aquella reputación que había empezado a ganarse Cucciaro entre los más exigentes paladares argentinos.
Hoy por hoy, Casa Moderna es uno de los negocios comerciales más antiguos de Salta, por no decir que es el más antiguo, y pertenece a la familia Vuksanovic desde 1968.
“En las estanterías de arriba de la puerta tenemos botellas de entre 75 y 90 años”, cuenta Nicolás, quien junto a su padre, Federico Vuksanovic, continúa con el legado de Cucciaro y de su abuelo.
“Esas botellas”, continúa, “tenían un gran valor sentimental para Angel- el primer dueño- por eso se trasladaron tal y como estaban en el depósito y no están a la venta”.
“Mucha gente nos pregunta porqué no las limpiamos”, agrega Nicolás mientras fija la mirada en aquellas bebidas convertidas en reliquias bañadas en polvo. “Son tan antiguas que el pegamento está seco; si vos les pasas una franela, se sale la etiqueta o se rompe el papel”, continúa explicando haciendo gala de su característica tonada salteña.
Aperitivos y licores de origen francés e italiano, son parte de la selecta lista de bebidas importadas hace casi un siglo, y que ahora se conservan en las estanterías de Casa Moderna como una colección privada. También hay bebidas argentinas como la Hesperidina, un licor de naranja que empezó a producirse en 1864 y que continúa existiendo hasta la fecha.
El local sólo tuvo dos residencias a lo largo de su vida. La primera fue en la esquina de Alberdi y Caseros, donde actualmente se encuentran las tiendas San Juan. La segunda es la actual, es calle España 674
“Hay coleccionistas argentinos y europeos que vienen y quieren llevarse las botellas”, dice el joven de tez blanca y ojos claros, mientras explica que muchas de las etiquetas se dejaron de ver en Europa a causa del cierre de casas de delicatesen que no subsistieron al paso de las generaciones. “La Moderna”, como suelen denominarla los habitúes del lugar, es una auténtica cápsula del tiempo, que reivindica el pasado y lo convierte en su bandera.
¿Cuál es el secreto tras el éxito del local? Aunque sin recetas ni secretos, luego de varios años en el negocio familiar, Nicolás está seguro de que la calidad es su sello, pues pese a la crisis hay un público que prima la calidad, la variedad y la novedad que reina en aquellas cuatro paredes de la calle España #674 .
hola mercedes soy nieta de angel cucchiaro quiero comentarte que primero fue Casa amarilla. y despues Casa Moderna, funcionaba donde ahora es el banco francés, cuando mi abuelo vende se trasladan a la actual direccion.
saludos
veronica saravia cucchiario
Buenos días Verónica. Gracias por tu valioso aporte a la historia de este lugar simbólico de Salta.