Sin duda alguna el emprendimiento se ha empezado a fomentar en el país en los últimos cinco años a través de programas como la Incubadora de Empresas, Startup Weekend o el Hub 7 Entrepreneurship. Pero pese a los esfuerzos para crear este tipo de espacios que alientan al emprendedor, el sector empresarial coincide en que el país aún no tiene políticas de fomento al emprendedor ni a la industria nacional, por lo que parte de estos proyectos fracasan después de un tiempo.
El representante del empresariado privado de Tarija, Marcelo Romero Llanos, explicó que los emprendedores locales “sufren” la realidad del sistema que existe en el país, el que está hecho para poner un techo o límite a las empresas sin importar su tamaño.
Romero explicó que en el rubro de la construcción, en el que se desempeña, las empresas locales se ven “limitadas” a la hora de competir en grandes proyectos contra las empresas multinacionales que entran a licitación.
“No podemos competir desde el punto de vista técnico ni financiero”, continúa el presidente de la Federación de Empresarios Privados, explicando que para empezar, ningún banco en Bolivia te puede emitir una garantía por los montos que son requeridos en las grandes obras.
Por su parte, las empresas extranjeras gozan de facilidades en el sistema financiero en sus países de origen, propiciadas por sus gobiernos.
“Ellos tienen las garantías”, repite Romero lamentando que de entrada, las empresas bolivianas quedan afuera.
La visión coincide con la de su par en la Federación de Empresarios Privados de Chuquisaca, María Teresa Dalenz, quien asegura que aparte de que son empresas extranjeras las que se adjudican esas obras, beneficiando a empresarios foráneos, las utilidades también son llevadas a sus países, imposibilitando que ese dinero de alguna forma sea reinvertido en Bolivia.
Respecto al rubro de la construcción, cabe mencionar que en Chuquisaca, dos de las grandes obras del departamento son construidas por empresas de España y de China respectivamente.
Pero la falta de políticas de Estado que solventen a las empresas y emprendedores nacionales, salpica a los diferentes rubros empresariales del país. El rubro cervecero es uno de ellos.
Uno de los sectores industriales por el que muchos de los emprendedores nacionales apuesta, es el de la cerveza.
La globalización y el auge mundial de la cerveza artesanal parece haber animado a los emprendedores bolivianos, quienes apuestan por la industria cervecera como una fuente de ingresos y generadora de empleos.
Sin embargo, las pequeñas y medianas cervecerías aseguran que medidas impositivas, el contrabando y las jugadas anticompetitivas de las multinacionales en el país, hacen que la industrialización del rubro sea una labor titánica.
Además de estar sometidos a una lucha de precios que en reiteradas ocasiones llevó a la multinacional Cervecería Nacional Boliviana (CBN) a la corte, ocasionándole multas y sanciones que distan de ser ejemplares.
Los empresarios cerveceros deben lidiar también con impuestos que amenazan con subir de manera constante, eso sin mencionar que los empresarios del país, sean del rubro que fuere, no tienen una ley anti monopolios que los ampare.
“Pagamos un impuesto a la leche”, aseguró un empresario del sector, refiriéndose a la Ley 204, aprobada el 15 de diciembre de 2011 a iniciativa del presidente Evo Morales Ayma, y que establece la retención de 10 centavos de boliviano en la comercialización de cada litro de cerveza, además de 40 centavos a las bebidas alcohólicas importadas.
Este año, el impuesto denominado Pro Leche, pretendía subir de Bs 0,10 por litro a Bs 0,20; es decir el 100%, pero la medida hasta la fecha está en estatus quo.
“Debe ser el único impuesto que pretende subir el 100% sin razón alguna”, explica uno de los miembros de la cámara cervecera.
Y es que este tipo de determinaciones, paradójicamente, solo favorecen a las empresas multinacionales que tienen la espalda para mantenerlas, mientras que las locales, poco a poco van cerrando o quebrando, fomentando así los monopolios en el país y yendo en desmedro de lo “hecho en Bolivia”.
Dentro de los absurdos del emprendedurismo, también se encuentra el contrabando, los impuestos, la burocracia y el difícil acceso al crédito.
Dos jóvenes emprendedoras tarijeñas, cuyo proyecto fue catapultado gracias a una aceleradora, aseguran que “muchos jóvenes emprendedores” se desaniman en el camino por el peregrinaje burocrático que conlleva el abrir un negocio en regla.
Entre los problemas que afrontó su proyecto productivo, fue el acceso al crédito, pues si bien la aceleradora les otorgaba un monto, ellas debían poner la contraparte.
“Éramos universitarias y estuvimos detrás de los bancos durante más de un año porque nadie quería financiarnos pese a que el monto era pequeño”, explicó la joven en entrevista con este medio, acotando que finalmente pudieron conseguir un crédito, pero a una tasa de interés alta, por lo que gran parte de sus ganancias se las “come” el crédito.
Requisitos e inspecciones constantes de entidades como el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag), fueron y son motivo de gasto y burocracia para ellas, tanto como para otros emprendedores.
“Vienen constantemente y nos piden análisis carísimos”, asegura la joven.
Si bien los controles de higiene son necesarios, las emprendedoras coinciden en que tener que pagar análisis de más de Bs 500 cada dos meses, hace que muchas veces, la ganancia sea escasa entre el pago de su crédito y los procesos administrativos.
Similar a lo que ocurre con la cerveza, Marcelo Romero hace foco en las problemáticas que afectan al sector vitivinícola en el sur del país, una industria que desde hace décadas reclama mayor control al contrabando y apoyo al sector.
“En otros países premian a los exportadores, mientras que aquí, no podemos ni copar el mercado interno por las trabas”, refirió Romero al respecto, explicando que los impuestos y la burocracia suben los precios, dando pie al contrabando de bebidas.
Las bodegas en Tarija cada vez sienten con más fuerza el ingreso con complicidad de las instituciones de los productos de contrabando.
“Llegan masivamente marcas de vinos argentinos a bajo precio con los que no puedes competir”, revela la gerente de Bodegas Vilte, Claribel Vilte Quiroga.
Estos vinos son ofertados en los principales mercados de abasto de las ciudades, sin mayores controles de las instituciones.
Vilte asegura que emprender en el área vitivinícola, pese a la promoción que tiene en Tarija, es una tarea “difícil” por el contrabando que incrementó este año, debido a la devaluación del peso argentino, con escasos controles en las fronteras.
Pero lo realmente paradójico, es que inclusive en reuniones oficiales del Gobierno, se consumen vinos extranjeros, enviando un mensaje contradictorio respecto a la industria nacional.
Rodrigo Ari, es otro emprendedor tarijeño que hace algunos meses dio vida a La Estación- Wine House-, brindando no solo una licorería con una oferta variada en productos locales, nacionales e internacionales, sino también un pintoresco lugar para disfrutar una copa entre amigos.
Este proyecto surgió hace aproximadamente tres años, cuando Ari realizaba una maestría en la Universidad Católica Boliviana San Pablo de Tarija, donde empezó a idear y dar forma a este negocio, cuyo fin siempre fue brindar un espacio para los vinos en el mercado interno.
Rodrigo asegura que la burocracia, el contrabando y, nuevamente, el factor impositivo, son problemas con los que lucha desde que empezó a poner en marcha su negocio.
“Tardé un mes en sacar la licencia de funcionamiento”, expresa el joven empresario haciendo lupa en el tema burocrático, el que se convierte en una carga económica para cualquier emprendedor, pues durante ese tiempo deben pagar el alquiler del local- en caso de que no sea propio-, sin generar ingresos.
“Impuestos –Nacionales- constantemente hace inspecciones y nos multa hasta por facturas mal llenadas, mientras que hay establecimientos con productos de contrabando que funcionan tranquilamente”, dice evidenciando una de las paradojas del sistema nacional.
Los representantes del empresariado de Chuquisaca y Tarija, coinciden que el primer paso para apoyar a los emprendedores, es trabajar en las medidas impositivas.
“No es posible que solo el 28% de la población laboral activa tribute y pague impuestos, mientras que el 72% mientras más evade impuestos más exitoso es”, asegura Romero.
Y es una realidad que en Bolivia el comercio informal mueve una importante suma de dinero sin importar al Estado y peor aún, en muchos casos ese dinero es fruto del propio contrabando que mata a la industria nacional.
María Teresa Dalenz, explica que favorecer con impuestos más bajos o nulos a los emprendedores durante los primeros años de su negocio, podría ayudar a que los propietarios consoliden su emprendimiento y puedan hacer cara a empresas más grandes que operan en el país.