En un video que circula en las redes sociales desde el sur del país, tres payasos con la cara perfectamente pintada y la nariz roja más brillante que nunca, pretenden llevar conciencia y alegría a grandes y pequeños a través de su mensaje, mientras se prolonga la cuarentena.
“Hola, soy ‘Ganchito’. Lávate constantemente las manos, y si vas al mercado, ponte barbijo, ponte guantes y mantén distancia de un metro o dos metros, de las demás personas”, dice uno de los tres payasos que aparecen en el audiovisual.
Aunque se presenta como “Ganchito”, su verdadero nombre es Mario Alberto Quispe, tiene 24 años y se lo ve feliz y sereno.
Lo que no se ve desde el otro lado de la pantalla, son las cicatrices que se dibujan sobre su piel cual mapa del tesoro, a causa de los catéteres que se le taparon luego de decenas de sesiones de diálisis. Tampoco se ve la fístula que rompe con la forma cilíndrica de su antebrazo, pero de la cual depende su vida.
El coronavirus puede ser un 91% más letal en pacientes con insuficiencia renal aguda
Organización Nefrología al Día.
Al igual que otros 4400 pacientes con insuficiencia renal aguda en el país, su baile entre la vida y la muerte se debate en una sesión de hemodiálisis. Él, como otros, no puede darse el lujo de quedarse en casa. Él, necesita salir tres veces por semana para recibir tratamiento.
Marito, como le dicen con cariño quienes lo conocen, empezó a sentir cansancio y malestares a los 18 años. “Caminaba un poquito y me quería caer, me llegaba el sol y me quería desmayar, además, podía mantener nada en el estómago”, dice sobre los bruscos y repentinos síntomas que finalmente lo obligaron a ir al hospital para descubrir qué le sucedía. Aquél día cambió su vida para siempre.
Al llegar al hospital San Juan de Dios de Tarija, los médicos lo internaron porque notaron que sus signos vitales no eran óptimos. Unas horas después, en la tarde, Marito estaba siendo ingresando a terapia intensiva.
Cuando el joven despertó, ya no era el mismo. Un catéter se metía en lo profundo de su cuello, y estaba “enchufado” a una máquina, sin saber que desde entonces, de ella dependería su vida.
“Estoy mal de los dos riñones, están quemados y ya no funcionan”, dice mientras hace una pausa que se prolonga al otro lado del teléfono, “tengo una aparatito que se llama fístula, y por ahí me dializan”.

Él es uno de los cerca de 600 enfermos renales que hay en el departamento de Tarija según estadísticas del Servicio Departamental de Salud (Sedes), aunque la cifra es inexacta porque no hay un censo nacional sobre este grupo en Bolivia.
Mario Alberto dializa tres veces por semana y cada sesión dura más o menos cinco horas, pues el proceso de hemodiálisis consiste en eliminar de la sangre las toxinas y el exceso de líquido, sustituyendo de esta forma la función natural de los riñones. La función de la máquina es extraer poco a poco toda la sangre de su cuerpo, “limpiarla” y volverla a meter.
En tiempos del coronavirus su vida se ha complicado de maneras inimaginables, no solo por los cuidados que debe tener para no contraer el virus en sus salidas al centro de salud de San Andrés, al cual se desplaza en un bus provisionado por la Alcaldía para los 54 enfermos renales que acuden al lugar en diferentes horarios para la sesión de hemodiálisis, sino porque sus ingresos se han reducido a la mínima expresión. A cero.
“Como tengo que ir a dializar tres veces por semana, no me aceptan en ningún trabajo”, continúa, “si no dializo me pongo mal, me hincho, me quiero desmayar…”, agrega con el simple afán de visibilizar su realidad.
Ante su compleja situación de salud, la cual solo podría revertirse con un trasplante, Mario empezó a trabajar hace varios años como payaso, brindando servicios a algún cotillón o apoyando a otros payasos que necesitaban a algún compañero para animar alguna fiesta.
“Hago arte”, dice con un dejo de sarcasmos y complicidad.
En medio de la adversidad que atraviesa su vida, Mario se lleva el pan a la boca regalando alegría a los demás desde que tiene 10 años.
“Empecé el año 2008, pero luego lo dejé y volví el 2012”, agrega mientras explica que siempre tuvo chispa para hacer reír a la gente y eso lo impulsó a continuar en el rubro del entretenimiento.
Sin embargo, desde el 22 de marzo, al igual que el resto del país, se encuentra en aislamiento y no puede trabajar. Pese a todo, el pan no deja de faltar en su mesa.
“Creo en los milagros, porque me enviaron personas maravillosas que me ayudan”, dice el fiel devoto de la Virgen de Chaguaya y San Roque.
— ¿Y si pudieras pedir un deseo? “Pediría tres riñones, así si se me friega uno, tengo otros dos de repuesto”, dice riendo.

Datos sobre hemodiálisis en el país
Con una tasa anual de crecimiento vegetativo que oscila entre el 8% y 10%, cada año se necesitaría incorporar entre 350 y 440 equipos de hemodiálisis en todo el país.
El apoyo del Estado es indispensable para los enfermos crónicos, pues cada sesión, en un centro privado, cuesta cerca de Bs 1400, con un costo anual que asciende a los Bs 201600 en el caso de paciente que, como Mario Alberto, necesitan el tratamiento tres veces por semana para poder vivir.
Con un salario mínimo de Bs 2060 a nivel nacional, llevar el tratamiento de forma privada es inviable.
La solución definitiva para los pacientes crónicos, es recibir un trasplante. En el país, solo se realizaron 18 trasplantes en el sistema de salud público. Cada dos meses, muere un paciente por insuficiencia renal crónica en Tarija.
Diálisis en la cuarentena
Con el anuncio de la cuarentena y las prohibiciones, los pacientes renales se vieron con dificultades para trasladarse hasta los centros de salud donde reciben las diálisis.
Con este panorama, la Alcaldía tarijeña habilitó el servicio del “bus de la solidaridad” para el traslado de personal de salud y pacientes renales o con cáncer.
Son 54 pacientes renales de la provincia Cercado que se benefician con este apoyo desde el inicio de la cuarentena, aseguró el secretario de Desarrollo Humano de la Alcaldía, Rodrigo Fuenzalida Cardona.
El transporte de este bus es de lunes a sábado para que estas personas asistan al centro de salud de San Andrés, donde deben cumplir tratamientos de cuatro horas.
Los pacientes están repartidos en tres turnos, explicó el secretario.
El alcalde de Tarija, Rodrigo Paz Pereira, realizó el pasado martes 14 de abril la entrega de guantes, barbijos, gorros, delantales, overoles desechables y otros insumos de bioseguridad al Centro Municipal de Hemodiálisis ubicado en la comunidad de San Andrés, donde son atendidos la mayoría de pacientes renales.
Paz declaró que también van a desinfectar los alrededores del centro de hemodiálisis como las calles de la comunidad San Andrés.

El secretario Fuenzalida explicó que este material también fue entregado al conductor del bus que se encarga de trasladar a los pacientes que se realizan hemodiálisis en dicho centro de salud.
En la ciudad de Tarija, los pacientes renales son atendidos en el centro de San Andrés y en el hospital San Juan de Dios. Además, existen clínicas privadas como Yapur, que también tienen sus centros de hemodiálisis.
Coronavirus vs. Insuficiencia renal crónica
Es sabido que el coronavirus puede golpear con más dureza a personas con enfermedades preexistentes, entre las que se encuentra la insuficiencia renal, pues aunque se habla mucho de que el virus afecta principalmente los pulmones y vías respiratorias, también se sabe que entre sus síntomas se encuentra la insuficiencia renal. Esto podría ser mortal en caso de pacientes renales.
Según la organización “Nefrología al Día”, realizaron un análisis retrospectivo en 536 pacientes con síndrome respiratorio agudo grave (SARS) con creatinina plasmática normal en la primera presentación clínica. En el estudio, la tasa de mortalidad fue 91% mayor entre los pacientes con SARS e insuficiencia renal aguda, en comparación con aquellos con SARS sin insuficiencia renal, cuya tasa de mortalidad apenas llegó al 8%.