“Es importante entender por qué hace lo que hace y cómo procesa determinadas cosas cuando tiene que hacer diferentes actividades”, explica la psicopedagoga Cynthia Rivero, respecto a los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
El objetivo del taller es abordar las características del TDAH, para luego ahondar en la realidad de cada niño, y posteriormente, dotar a los padres de herramientas concretas que se adapten a su caso particular.
“Les preguntamos qué características tienen sus niños y cuáles son sus mayores dificultades”, acota Cynthia, aclarando que cada consejo o herramienta, se adapta a sus necesidades.
Uno de los problemas del TDAH, es que muchos padres no saben identificarlo o simplemente piensan que sus hijos son “inquietos”, por eso, la profesional hace especial énfasis en la importancia de prestar atención a ciertos comportamientos que son característicos del trastorno, y darles la importancia que merece.
“En general son tres”, dice respecto a los principales rasgos del TDAH, aclarando que cada niño puede tener alguno de ellos en mayor o menor medida. La incapacidad de concentrarse, inquietud motora e impulsividad, se convierten en el termómetro del TDAH.
“Lo primero, es que hay una dificultad para concentrarse en una tarea que no sea gratificante y, que de alguna manera, sea demandante en el sentido de que te exija un nivel más elevado de concentración para llevarla a cabo”, explica la psicopedagoga.
El segundo elemento del trastorno de déficit de atención e hiperactividad, es la inquietud motora; es decir, una constante necesidad de estar en movimiento o hablando. “Si no lo hacen, se aburren, y se les va la mente hacia otras cosas”, complementa Rivero.
El taller será realizado vía Zoom, del 13 al 15 de mayo. Cuesta Bs 100 y tiene cupos limitados.
Algunas actitudes características de la inquietud motora, son, por ejemplo, que les cuesta mucho esperar su turno, les gusta tomar las cosas que tiene a su alrededor y hablan sin darse cuenta o sin medir las consecuencias que tiene aquello en el aula.
El tercer síntoma es la impulsividad. “Es la dificultad que tienen para regular su conducta a la situación que están viviendo”, continúa Rivero, “por lo que frecuentemente ‘meten la pata’, dicen cosas cuando no las deberían decir y les cuesta inhibir estímulos que no son importantes para la tarea”.
Otra característica de esta impulsividad, es que les cuesta “mucho” dilatar las cosas que quisieran preguntar, hacer o proponer en ese momento.
“Lo que vamos viendo, es cuál de estos tres prima por encima de los otros, y damos sugerencias para trabajar cada uno de ellos”, dice respecto a su terapia y al trabajo que realizan en su taller.
El TDAH en las clases virtuales
Si bien la implementación de clases virtuales ha significado un reto para padres, docentes y maestros por partes iguales, la digitalización de la enseñanza ha conllevado la profundización del trastorno de déficit de atención e hiperactividad en los niños, tanto como en los adolescentes que lo padecen.
“La situación virtual agrava mucho (el trastorno), porque pasar clases desde esa modalidad exige un mayor nivel de focalización y concentración. Mucho más que en una clase real”, expone.
Desde su punto de vista profesional, la realidad virtual exige el desempeñarse en un espacio pequeño, que es la cámara, y además expone a los niños a una cantidad de estímulos que forman parte de su contexto familiar, los cuales sobrepasan la atención o estímulos que van dirigidos al profesor.
“En clases normales, ‘tenés’ la posibilidad de ir y venir en tu foco de atención, por ejemplo, hacia un compañero, tus lápices, la pizarra, etcétera. En la realidad virtual no tenés eso, porque está solo la pantalla con el profesor”, acota con su característica entonación cruceña.
La ausencia de una autorregulación o de la regulación del otro, aumenta las posibilidades de que el niño termine mentalmente desconectado de la clase, aunque parezca que está prestando atención a profesor.
“Terminan mirando otras pantallas, o jugando con algún fondo de pantalla”, dice respecto a los jóvenes y niños.
Uno de los principales inconvenientes es que las clases virtuales se dan de forma continuada, mientras quienes tienen atención dispersa e hiperactividad, necesitan que su tarea sea segmentada.
“No hay pausas como en la interacción de una clase presencial, en la que interviene un compañero, hacen preguntas o cosas así”, dice sobre las clases virtuales en comparación con la modalidad presencial.
La atención dispersa y cómo ayudar a superarla
El TDAH es un problema en el neurodesarrollo, es decir, que las personas con este trastorno desarrollan la capacidad de concentrarse de forma tardía.
“Vos tenés a un niño de 12 años, pero en realidad él tiene una capacidad de concentración de uno de 7”, refiere la experta.
Una persona con trastorno de atención dispersa e hiperactividad, al tener dificultades para mantener el foco de atención, no logra concentrarse para realizar alguna actividad por más de un minuto; esto en caso de que el paciente tenga atención dispersa severa. En pacientes con un grado leve, el tiempo puede prolongarse hasta cinco minutos.
“Cuando vos estás haciendo algo, generalmente sostienes la atención durante 15 o 20 minutos, pero a lo largo de ese tiempo, vas y vuelves -con tu atención- a la actividad. Nadie es 100% concentrado en una sola cosa”, explica Cynthia Rivero.
En el caso de personas con déficit de atención, el problema es que mantienen el foco por muy corto tiempo, y luego no pueden volver a lo que estaban haciendo.
Una de las recomendaciones que brinda la psicopedagoga en este tipo de casos, es trabajar en la autoeficacia del paciente, pues señala que en el colegio y la casa permanentemente le hacen referencia sobre las cosas que no logra, por lo que suelen ser personas con necesidad de aprobación.
“Se propone que puedan empezar a rescatar esas conductas y actitudes que hacen bien”, explica Cynthia, enfatizando en que hay una alta probabilidad de que esa conducta que fue aprobada y alentada, se vuelva a repetir.
“Los reforzadores ayudan mucho a la familia y a los chicos”, insiste.
La segmentación de la tarea es otra herramienta útil, pues las chances de realizar una tarea de golpe- y solo- son bajas y terminan enojando a los padres y condenando a los chicos al fracaso. “Funcionalmente no tienen las habilidades para hacerlo”, resalta.
En estos casos, la idea es fragmentar la tarea en partes pequeñas, en tiempos que los chicos tengan la capacidad de aguantar concentrados sin fracasar, y luego, como en cualquier entrenamiento, ir aumentando poco a poco el tiempo que dedican a la tarea.