“Sin acciones urgentes, las consecuencias a largo plazo de la COVID-19 para las niñas en todo el mundo serán el abuso, la negligencia, el miedo y el hambre”, advierte la organización humanitaria y de derechos de la infancia Plan International, en un comunicado de prensa publicado en las últimas horas.
Según investigaciones realizadas por la organización sobre crisis humanitarias previas, como la epidemia de ébola o crisis en campos de refugiados, el impacto en las niñas tanto a corto como a largo plazo, se traduce en: no volver a casa, sufrir abusos y violencia en el hogar mientras el paraguas protector de los sistemas de educación y atención ya no existe, afrontar dificultades económicas o alimenticias, enfrentar un aumento en el matrimonio infantil y el embarazo no deseado y confrontar mayor exposición a infección por el virus, debido a los roles tradicionales como cuidadoras primarias.
“Sabemos por nuestro análisis de investigaciones anteriores que las niñas se ven gravemente afectadas en emergencias. La preocupación no es solo sobre las consecuencias de la COVID-19 para la salud; también hay impactos negativos por los esfuerzos para suprimirlo. Estamos hablando con chicas viviendo bajo confinamiento y están alarmadas, frustradas, asustadas y aburridas. Necesitan información clara sobre la pandemia y apoyo para enfrentar su impacto en ellas y en sus familias”, asegura Anne-Birgitte Albrectsen, directora general de Plan International.
Si bien los gobiernos han respondido rápidamente a la propagación de la COVID-19 con medidas de contención y confinamientos que ahora afectan al menos a la mitad de la población mundial, las consecuencias de estas medidas afectarán fundamentalmente al mundo en el que crecen las niñas.
“Con 743 millones de niñas forzadas a abandonar la escuela al momento, la presión paterna para ayudar en el hogar u obtener un ingreso significa que muchas niñas adolescentes podrían no regresar a la escuela. Si no se priorizan sus necesidades educativas, corremos el riesgo de revertir 20 años de logros en la educación de las niñas, así como dejar a niñas vulnerables sin acceso a redes de apoyo social”, versa el comunicado de prensa.
Además, el documento señala un aumento alarmante en los reportes de violencia de género en todo el mundo.

En Latinoamérica y El Caribe, donde antes de la cuarentena el 60% de los feminicidios ocurrieron dentro de los hogares, se registra una situación similar que preocupa a muchas niñas y mujeres como Virginia, una joven de 19 años de Bolivia: “Me preocupan las mujeres que están conviviendo con sus agresores, que las están maltratando, que las están golpeando, que las están matando. Porque en cuarentena también matan a las mujeres. Me preocupa la vulnerabilidad que tienen las niñas en ésta situación”.
En Ecuador se registran más de 170 reportes por día. “Es triste y doloroso escuchar que hay tanta violencia contra niñas y mujeres, es una enfermedad más dañina que el virus. En comunidades más alejadas, no hay señal y no tienen teléfonos para buscar ayuda”, explica Samya, una joven ecuatorina de 21 años.
Así, el comunicado publicado desde Londres , evidencia cómo la falta de acceso al apoyo psicosocial y de protección, la pérdida de medios de vida e ingresos, así como el desvío de fondos de servicios de salud sexual y reproductiva, podrían tener consecuencias catastróficas a largo plazo para toda una generación de niñas.
Albrectsen dijo: “El impacto económico, social y psicológico en aquellas que ya son vulnerables será enorme. Muchas podrían no recuperarse jamás. Sin un esfuerzo concertado de todas nosotras, las principales afectadas serán las niñas”.
Ante esta realidad, Plan International está recaudando €100 millones para proteger a algunas de las niñas y niños más vulnerables del mundo, y a sus comunidades, de los impactos de la COVID-19. La respuesta de la organización, que abarca al menos 50 países, se enfocará específicamente en ayudar a las niñas, que se ven desproporcionadamente afectadas por las crisis.
La organización está pidiendo a las autoridades que garanticen que las familias sean protegidas del hambre por medio de asistencia en efectivo a hogares vulnerables, a la vez que se deben proporcionar líneas de apoyo y refugios para ayudar a proteger a niñas y mujeres de la violencia de género.