Ha perdido a colegas en esta lucha y confiesa que ante la crítica situación, los médicos de la primera línea han empezado a recibir apoyo psicológico.
Aunque físicamente se encuentra a cientos de kilómetros de Bolivia, parte de su corazón y su preocupación están puestos en este rincón del continente, donde están sus padres, hermanos y amigos de toda la vida.
“Que no se confíen, el coronavirus no es una gripe”, dice Javier Gomez Castellanos, sobre los errores que Bolivia debe evitar, para escapar de un contagio masivo, como el que actualmente vive Brasil.
En tres meses, el país de la samba y el fútbol, se ha convertido en el bastión del coronavirus en el continente, y en el segundo más afectado del mundo. Eso sí, no se puede dejar de tomar en cuenta que es el país más poblado de la región y uno de los más populosos del mundo.
Con sus 209 millones de habitantes, en Brasil un 0,34% de la población se encuentra contagiada, llegando a 742084 casos hasta la fecha. Por su parte, Bolivia, Con 10 millones de habitantes, llega al 0,13% de contagios, con 14644 casos.
En tres meses, esas cifras han logrado superar la capacidad del sistema de salud de urbes tan complejas y diferentes como son Sao Paulo, Santa Cruz y Trinidad. Aunque la distancia y las características de las regiones hablan de realidades diferentes, en medio de la pandemia, las necesidades han borrado las fronteras, evidenciando que sin importar la nacionalidad, los problemas son los mismos: falta de médicos, respiradores y camas.
“He atendido pacientes con coronavirus en noviembre”
Javier Gomez Castellanos
Gomez, quien es especialista en emergencias y se encuentra en la primera línea, combatiendo al virus, explica que aunque el Sistema Único de Salud –SUS- de Brasil es uno de los mejor montados del mundo, han tenido problemas de espacio en las unidades de terapia intensiva del sistema público, llevando a que al menos en Sao Paulo, el Gobierno tenga que comprar camas a los centros de salud privados.
Al igual que en Bolivia, el sistema de salud ya estaba en crisis antes de la pandemia y, con ella, los problemas se agravaron. Además, Javier comenta que “muchos” médicos se han contagiado, agudizando la situación.
Una vez más, pareciera que al hablar de la crisis sanitaria no importa el nombre del país, pues los problemas son los mismos.
La diferencia, sin duda alguna, está en el número de casos registrados en la región, lo cual estaría relacionado, principalmente, a la cantidad de habitantes, pues mirando las estadísticas, el país no ha superado la media global.
Los 742084 casos confirmados en Brasil, así como sus 38497 muertes (hasta la fecha), no dejan de llamar la atención a nivel mundial. Sin embargo, la cifra podría ser mayor.
“Hay una sub notificación hasta hoy, porque no hay cómo hacer tests a todos los pacientes”, explica Javier, quien asegura que a personas que llegaban con síntomas leves de la enfermedad y se las despachaba a sus casas con medicamento para realizar el aislamiento allí, tampoco se las toma en cuenta en las cifras.
En otras palabras, el número de casos, corresponde al número de test y en Brasil se realizan 4500 pruebas por cada millón de habitantes, lo que representa el 0,45% de su población.
“En Tarija hay 67 casos ¿de cuántas pruebas y de qué numero de población?”, cuestiona el tarijeño residente en Brasil.
Lejos de las frías cifras y porcentajes que no hacen más que borrar el lado más humano y vulnerable del virus, para Javier la pandemia, las muertes y el dolor, tienen nombre propio, apellido, rostro y familia.
Frederick, de 33 años, hacía largos “plantones” junto a Javier, atendiendo en la sala de emergencias a los pacientes que llegaban en el estado más crítico de la enfermedad. Frederick había estado con síntomas de la enfermedad y tomando algunos medicamentos que ellos mismo recetaban a los pacientes, pero su salud se fue deteriorando.

Era domingo en la mañana cuando el médico de 33 años ingresó al hospital, pero esta vez, como paciente. En la noche fue intubado y a los siete días, finalmente perdió la vida.
Una enfermera del hospital Santa Marcelina, del área de farmacia, contrajo el virus. La enfermera de 32 años lleva 60 días intubada y fue el propio Javier, quien tuvo que realizar el procedimiento para salvarle la vida. Como ellos, otros médicos fallecieron y enfermaron.
En medio de la crisis, las preguntas son muchas, pero no todas tiene respuesta.
¿Cuál es la relación entre el virus y la pobreza?
Un trabajo del medio brasileño de periodismo de investigación Agencia Pública, revela que entre el 11 y el 25 de abril, las muertes de personas negras aumentaron cinco veces más, en relación a las muertes de personas blancas.
El estudio también muestra que especialmente en Sao Paulo, en los vecindarios donde la población negra está más concentrada, hay más muertes. A su vez, no es coincidencia que la mayoría de estos barrios sean favelas, con un factor común más fuerte que la raza: la pobreza.
Brasilandia es una de las favelas del norte de Brasil y una de las más afectadas por el virus, convirtiéndose en el epicentro de la enfermedad en Sao Paulo, según muestran los reportes oficiales.
De hecho, los diez barrios más afectados de Sao Paulo son favelas, donde la falta de espacio, la sobrepoblación y la necesidad de salir a trabajar, son parte de su día a día.
A su vez, la falta de conciencia de los residentes, sus necesidades económicas y su hacinado estilo de vida, son factores que el médico boliviano Javier Gomez identifica a la hora de responder sobre la relación del virus con la pobreza.
“En las favelas cada familia tiene una cuartito de cinco por cinco, donde duermen diez personas. Si se contagia uno, se contagian los diez”, dice mientras explica que además, ellos son los principales usuarios de Sistema Único de Salud, dando respuesta a por qué su sistema sanitario se encuentra colapsado.
¿Qué hizo que los casos se disparen?
Para Javier, son “varios” los factores que hicieron que en tres meses, Brasil se convirtiera en el segundo país mas afectado por el COVID -19 a nivel mundial. Las decisiones políticas por sobre la salud y la falta de información oportuna por parte del Gobierno de China como de la Organización Mundial de la Salud (OMS) , fueron factores de peso.
“He atendido pacientes con coronavirus en noviembre”, confiesa el joven médico. “Nosotros no sabíamos lo que tenía; era un paciente de 32 años que ha llegado a la sala de emergencias con desaturación de oxígeno y hemos terminado intubando a ese paciente. No tenía ningún problema de salud y finalmente terminó muriendo”, revela.
Un estudio revelado esta semans por Harvard Medical School encontró indicios de que el virus ya circulaba en agosto en Wuhan, China, por lo que las afirmaciones del médico, podrían encajar dentro de esa franja de tiempo.
Mientras que otros países del mundo tomaban medidas preventivas, como el cierre de escuelas, distanciamiento social y en casos más extremos, cierre de fronteras y cuarentena, el país del fútbol y la samba se preparaba para recibir a miles de turistas, con motivo del carnaval. Todo esto, a un mes de la detección del primer paciente oficial con coronavirus en el país.
“Creo que han aumentado mucho los pacientes, porque el Gobierno ha priorizado el carnaval a la salud, porque si el Brasil suspendía esta festividad, dejaba de recibir un dinero importante”, agrega.
Según cuenta Javier, la política del presidente Jair Bolsonaro frente al virus, es evitar la paralización de la economía. Fruto de esa realidad, mientras el país va llegando al pico de contagios, volvieron esta semana a reabrir centros comerciales, patios de comidas y otros lugares de afluencia masiva en las urbes más afectadas por el coronavirus, como Sao Paulo.
“Otras ciudades jamás cerraron”, comenta Javier, quien teme que en Bolivia, al igual que en Brasil, la gente le pierda miedo al virus, y aumenten los casos, colapsando el sistema de salud, como ocurre en la actualidad en los departamentos de Beni y Santa Cruz.