Dicen que los tiempos de crisis son oportunidades para innovar y hacer grandes negocios; sin embargo, quien se ha aventurado al camino del “emprendedurismo”, sabe que la teoría es más fácil que la práctica.
Pese a la burocracia, estricticas políticas impositivas, complejas licencias de funcionamiento y otras deficiencias que los emprendedores visibilizan, Bolivia, en los últimos cinco años, ha mostrado ser un semillero del joven “emprendedurismo latinoamericano”, al ser uno de los países con más jóvenes emprendedores en la región.
Sin embargo, la pandemia ha puesto a prueba la capacidad de adaptación de quienes encabezan estos proyectos, impulsándolos a buscar soluciones creativas para adaptarse a la crisis.
Edgar Alexander Quiñones Garzón, junto a sus socios, creó hace tres años “Orden Ya”, ante la necesidad de un servicio de delivery eficiente en la ciudad.
Edgar cuenta que inicialmente tuvieron problemas respecto a los vacíos legales que hay en el país respecto a los negocios online, lo que los dejaba en el limbo de la carrera del emprendimiento, pero tras superar los obstáculos, Orden Ya se hizo realidad.
La pandemia, para él “tiene dos caras”. “Por un lado, es complicado por el tema médico, por los permisos y por las instancias que deben regular el servicio para que cumpla con todas las normas de bioseguridad”, continúa, “pero luego tienes un lado positivo, por la demanda”.
Si bien los servicios de delivery no resultaban indispensables en el pasado en una ciudad pequeña y donde las distancias no eran un obstáculo para el consumidor, en tiempos de coronavirus y aislamiento, se han convertido en una necesidad diaria dentro de la vida cotidiana.
Las compras de supermercado, entregas de comida y algunas excentricidades, requieren de este servicio.
“Ahora recién vemos que la gente, a raíz de la necesidad que tiene de vender, está pensando en este tipo de plataformas y servicios”, cuenta Edgar, quien asegura que hace tres años, cuando iniciaron con Orden Ya, los clientes que accedieron a trabajar a través de su servicio no eran de Tarija, sino inmigrantes de otras regiones del país. “La gente de aquí era desconfiada al principio”, asegura.
«Nos reinventamos por necesidad»
María del Carmen Yeske
La persistencia, en medio de la emergencia sanitaria, empezó a dar frutos. Orden Ya encontró una oportunidad que le permitió expandirse a nivel departamental, nacional, e inclusive, a nivel internacional.
“Ya estamos en Villa Montes, Yacuiba, Potosí, Montero y tenemos propuestas para Ecuador y Paraguay”, cuenta el joven de 28 años, quien actualmente genera más de 50 empleos directos a través de un producto con el orgulloso sello de “made in” Tarija.
En otro punto de la ciudad, en la tradicional plazuela de El Molino, María del Carmen Yeske Arellano concibió hace cinco años la marca textil Luis Yeske; una iniciativa de ropa tarijeña caracterizada por el pintado a mano de sus prendas y la incorporación de elementos de la artesanía boliviana, como el tejido del aguayo.
La pandemia para ella, como para las artesanas que trabajan en su emprendimiento y que se convirtieron en su familia, fue una de esas situaciones a la que tuvieron que responder con resiliencia.
“Durante el primer mes, cumplimos la cuarentena a cabalidad”, cuenta María del Carmen, pero luego la necesidad de trabajar era evidente por lo que decidieron volver al taller, aunque esta vez, dando un giro a su negocio.
Las tradicionales prendas de moda confeccionadas por Luis Yeske, ya no eran una prioridad, así que esta vez, la apuesta fue por trajes de bioseguridad y barbijos.
“Desde un principio había empezado con el tema de los barbijos”, dice María del Carmen respecto a los meses previos a la pandemia. Entre risas, cuenta que su paranoia la había llevado a fabricar barbijos y trajes de bioseguridad, aún cuando no había casos confirmados en el país.
“Yo estaba segura de que en algún momento nos iba a llegar”, lamenta.
Con la moda como una alternativa poco viable en medio de la cuarentena, María del Carmen decidió retomar aquella idea de los insumos de bioseguridad, dando un giro a su negocio, a fin de sobrevivir a la crisis sanitaria. Eso sí, sin dejar de lado los guiños fashionistas en sus modelos.
La veta que encontró la joven emprendedora la llevó a tener éxito durante la crisis sanitaria que afronta el país, pues asegura que tiene “más pedidos que nunca”, con lo que puede continuar generando empleos en la ciudad, al mismo tiempo que satisface la demanda a un precio justo y cumpliendo con las normas para su manufactura.
“Nos reinventamos por necesidad”, dice dejando escapar un suspiro, aclarando que en las crisis, los emprendedores siempre encontrarán oportunidades.