Amante de los murciélagos. Así es como se describe el biólogo Luis Fernando Aguirre Urioste, quien reconoce que a sus escasos ocho años, descubrió la pasión que despertaban en él los murciélagos. Un amor que pronto fue direccionando sus pasos, hasta llevarlo a consagrar el ejercicio de su profesión a estos mamíferos.
“Ya en el colegio trabajaba como auxiliar en el Museo de Historia Natural en La Paz”, cuenta sobre sus primeros pasos en el mundo de la biología.
Para Eliamne Karenina Gutiérrez Ojeda, ser bióloga fue “el sueño de su vida”. Según cuenta, aún recuerda aquellas expediciones a lo profundo del campo acompañada de su padre, las cuales marcaron su vida y fueron una escuela de amor y espeto a la naturaleza.
En el amplio mundo de la biología, ambos profesionales encontraron un punto en común que unió sus caminos en el ámbito profesional, como si fuesen Batman y Batichica: los murciélagos.
Aunque sin antifaces ni capas de superhéroe, su trabajo salva las vidas de estos mamíferos, ayudando a su conservación y educando a la gente sobre la importancia de estos animales que muchas veces causan temor, por falta de conocimiento.
“El programa surgen en 1998, como una necesidad de poder conocer mejor a los murciélagos de nuestro país, porque para ese entonces se conocía muy poco”, cuenta Luis Fernando sobre los inicios del Programa de Conservación de Murciélagos de Bolivia- PCMB-, que se encuentra bajo su dirección a nivel nacional.
Informar a la ciudadanía sobre las diferentes especies y sus beneficios, fue otra de las motivaciones del programa, ya que según explica el también director del Centro de Biodiversidad y Genética de la Universidad Mayor San Simón, la falta de información y conocimiento, contribuyen a una mala percepción hacia los murciélagos.
“También buscamos promover acciones para la conservación de los murciélagos en el país”, dice Luis Fernando sobre el tercer pilar sobre el que se funda el trabajo del programa. “Acciones que permitan proteger especies amenazadas y sus hábitats”, agrega.
Bolivia es hogar de 138 especies de murciélagos que fueron identificadas hasta la fecha y siete de ellas se encuentran bajo algún tipo de amenaza. Una de estas especies es la de los murciélagos de espadas o Lonchorhina Aurita, de los cuales se conoce una pequeña población en el país.
Si bien los murciélagos están distribuidos a lo largo y ancho del territorio nacional: en los valles, altiplano y trópico; hay una alta concentración en las regiones más tropicales y cálidas como la Amazonía y el Chaco.
Eliamne es coordinadora departamental del PCMB para Santa Cruz e investigador asociado del Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado y del Programa Colaborativo de Ecología Aplicada. Según explica la joven bióloga, también es común ver murciélagos que viven en zonas urbanas. “En la ciudad de Santa Cruz, que se caracteriza por tener un abundante arbolado compuesto por especies nativas de la región, encontramos especies desde las frugívoras que se alimentan de árboles urbanos como el ambaibos, jororis, bibosis, e incluso algunos frutos de cactus que hay sobre techos, jardines o pegados a los cupesis”, relata.
Aunque su aspecto poco agraciado, sumado a la mala fama que les ha hecho la desinformación –o falta de información- , les ha valido una reputación que no les favorece y no les hace justicia, lo cierto es que los murciélagos se encuentran entre las especies más beneficiosas para el hombre y los ecosistemas. Tanto o más que las abejas.
“Esa mala percepción hace que muchas veces se tomen medidas en contra de la poblaciones de murciélagos”, acota Luis Fernando. Y precisamente es ahí donde cobra relevancia el trabajo del Programa de Conservación de Murciélagos de Bolivia, informando y protegiendo por partes iguales.
El miedo es la respuesta a lo desconocido y, generalmente, la reacción violenta, provocando que en ocasiones se haya intentado eliminar a poblaciones de murciélagos sin tener en cuenta que estas, en realidad, pueden ser beneficiosas.
Así, los más de 50 miembros del PCMB que se encuentran distribuidos entre Santa Cruz, La Paz, Cochabamba, Chuquisaca y Beni respectivamente, trabajan no solo investigando y conservando, sino también visivilizando la importancia de estos mamíferos, además de acercar información oportuna a la gente.
“Las redes sociales han jugado un rol importante ya que nos han permitido acercarnos más a la población, y más aún en estos tiempos en que los murciélagos han sido protagonistas de noticias muy mal dirigidas sobre el origen de la COVID-19”, asegura Eliamne, pues al principio de la pandemia, algunas teorías los señalaban de ser los transmisores del virus.
Los murciélagos y su aporte al mundo
Al estilo de Batman y Batichica, los murciélagos han demostrado tener aptitudes que, a su modo, ayudan a salvar al mundo todos los días. Con superpoderes de polinización, control de plagas y reforestación, en realidad se trata de una de las especies con más beneficios para el hombre y el ecosistema.
Entre las diferentes especies, encontramos cuatro grandes grupos de murciélagos: los insectívoros, frugívoros, aquellos que se alimentan del néctar de las flores y aquellos que se alimentan de sangre, también conocidos como vampiros. Todos ellos, con cualidades únicas para el equilibrio y la biodiversidad.
Un pequeño murciélago insectívoro, puede alimentarse de alrededor de 1200 insectos por hora, mientras que los murciélagos frugívoros se han ganado el título de “jardineros” del bosque, debido a su capacidad para dispersar semillas a través de sus eses fecales. Un solo murciélago puede dispersar hasta 60 mil semillas por noche.
Además, los murciélagos que se alimentan de néctar de las flores, son importantes agentes polinizadores. Se estima que 300 especies de plantas dependen exclusivamente de los murciélagos.