Era un viernes por la mañana. Juan Benjamín Velarde Yanarico estaba junto a su hermano buscando medicamentos para su padre que había enfermado de coronavirus en la ciudad de Santa Cruz, y su estado era delicado. Fue entre finales de junio y principios de julio, Benjamín no recuerda con exactitud. Lo que sí recuerda, es que aquel día comenzó una especie de calvario digital para él.
Era viernes por la mañana cuando una extraña llamada lo dejó desconcertado. “Joven, busco plasma, su teléfono aparece en una lista de donantes, por favor ayúdeme”, le decía del otro lado de la línea una mujer que suplicaba desesperadamente su ayuda.
“Señora, se equivocó, yo no soy donante”, explicó Benjamín, pero su interlocutora insistía en que su teléfono aparecía en aquella lista.
El diálogo se prolongó unos minutos, hasta que finalmente Benjamín colgó confundido y angustiado, pues él mismo estaba viviendo una situación complicada con su padre y sabía en primera persona de aquella desesperación por conseguir plasma. A esa primera llamada, se sumaron cientos en cuestión de horas. Entre mensajes de texto y llamadas, su teléfono no dejaba de sonar.
Aún no se explica a ciencia cierta cómo terminó su número en aquellas listas, pero se convirtió en su peor pesadilla: “llegué a recibir más de 1500 peticiones en un día”, cuenta en diálogo con Verdad con Tinta el joven de 24 años.
“Yo también estaba buscando plasma para mi padre y también me he topado con personas que como yo, no son donantes, pero estaban en esas listas”, agrega visibilizando que son muchos los casos como el suyo, y que la desinformación se ha expandido con la velocidad que solo las redes pueden propiciar.
En su caso, cree que su número se hizo viral fruto de una confusión. “Un miércoles fuimos al Banco de Sangre para encontrarnos con el donante de plasma para mi padre”, explica dando inicio a su relato.
Benjamín narra que mientras esperaba que llegara el donante, empezó a conversar con una señora que también esperaba plasma para su esposo, pero lamentablemente, resultó que su donante no era compatible con el tipo de sangre de su marido.
Ante las malas noticias para la mujer, Benjamín se ofreció a ayudarla a conseguir un donante compatible, para hacer un “intercambio” con aquel donante que ella tenía. De aquella forma, todos ganaban. Benjamín puso la información en un grupo de Facebook denominado “Donantes de Plasma Bolivia” y agregó su número de teléfono, para que los interesados lo pudieran contactar y así ayudar a aquella mujer con la que sentía empatía, porque él estaba viviendo lo mismo con su padre.
“A las dos horas la señora consiguió otro donante para hacer el intercambio”, cuanta satisfecho. Pero jamás imaginó que su buena obra tendría consecuencias negativas para él.
“Yo borré esa publicación de las redes sociales, pero jamás imaginé que alguien ya había sacado una captura de pantalla y que iba a usar mis datos para ponerme a mí en las listas de donantes”.
El número de Benjamín circula a través de las redes sociales y aplicaciones de mensajería, dentro de las listas de donantes de Tarija, Cochabamba, Chuquisaca, Santa Cruz y Potosí.
Dos días después de su publicación, aquel viernes, empezaron las llamadas y mensajes.
Una mujer le envió la captura de pantalla de una lista que circula por WhatsApp y Benjamín se sorprendió al ver que su número figuraba en el penúltimo lugar de lista.
En medio de aquel caos, la salud de su padre se deterioraba. Finalmente, el virus acabó con su vida a mediados de julio. Aquellos días se dibujan como un mal sueño para Benjamín, pues aparte de haber perdido a su padre, el teléfono no le permitía darle el último adiós en paz.
“No paraba de sonar”, continúa, “no sabía si era gente que llamaba para darme el pésame, o si eran gente que llamaba en busca de plasma”. Finalmente, optó por no contestar más.
Sus esfuerzos por borrar las publicaciones fueron vanos, ya que la lista donde se aparece su número se viralizó por WhatsApp, tomando un impulso imparable. Aún así, buscó en Fabebook las publicaciones en las que aparecían sus datos y empezó a aclarar que no era donante. Las llamadas desde entonces han disminuido, pero aún recibe entre 200 y 300 peticiones al día.
El director del Banco de Sangre de Tarija, Etzel Arancibia Cardozo, en contacto con Verdad con Tinta explica que no puede realizarse ningún tipo de donación que no sea efectuada por esta instancia.
“Todas las donaciones son por los bancos de sangre”, recalca al agravar su tono de voz.
El médico agrega que “nadie” debe ofertar plasma sin tener certificación de cualquiera de los bancos departamentales de sangre del país.
“No es tan sencillo, es la única institución que puede captar a los donantes”, asegura el médico.
En las redes sociales se han creado grupos y páginas donde se comparte información sobre donantes y enfermos en la esperanza de encontrar un “match”. Algunas de ellas son Donantes de plasma Bolivia y Doná Plasma-Bolivia. Aunque las páginas son creadas con buenas intenciones, también se han convertido en semillero de desinformación, ya que no se contrasta la información que publican, generando situaciones como la de Benjamín.
La lista
Verdad con Tinta contactó con los once teléfonos de la lista que circula por la aplicación de mensajería y redes sociales, pero solo siete respondieron a las llamadas. Seis de los contactos respondieron que eran donantes, pero que no sabían cómo sus números habían llegado a esa lista.
“Solo puse en un mensaje que quería ayudar y mi número se viralizó”, explica Daniel Perez. Por su parte Gary, desde la ciudad de Santa Cruz, asegura no saber cómo llego su número a esa lista, pues si bien el es donante, nunca hizo pública su información.
El séptimo en responder al llamado fue Benjamín.