Impulsado desde la organización Jóvenes Ambientalistas Por Bolivia, en coordinación con diferentes departamentos del país, este proyecto busca hacer de las huertas urbanas una herramienta para el autoabastecimiento de las familias más necesitadas.
“Vimos muchas campañas solidarias durante la pandemia, pero nos dimos cuenta que no eran sostenibles”, explica José Humacata, uno de los ingenieros ambientales a la cabeza del proyecto en Tarija.
La idea impulsada por Jóvenes Ambientalistas Por Bolivia, era contribuir al abastecimiento de las familias en situación vulnerable durante la pandemia, pero hacerlo de forma auto sostenible, pensado en un proyecto de largo aliento que perdure en la era pos pandemia, apelando a un enfoque de soberanía alimentaria e impacto social.
Tarija, Santa Cruz, Cochabamba, Camiri y la comunidad indígena de Itanambikua del departamento cruceño, fueron los cinco lugares elegidos para dar inicio a una prueba piloto del ambicioso proyecto que aspira crear huertos urbanos en la mayor cantidad de barrios y distritos de estas regiones.
“En Tarija lo instalamos en Tabladita II”, cuenta José, quien explica que la dueña de un terreno que cumplía con las condiciones necesarias para implantar la huerta, que eran: estar cerrado y tener agua, accedió a cederlo para implementar la denominada “Escuela de Enseñanza Barrial”.
Con el terreno disponible, los ingenieros empezaron a preparar el suelo y a hacer pequeños videos explicando cómo utilizar el abono y cómo hacer las guías, para empezar a difundirlo.
Las huertas urbanas fomentan la producción auto sostenible.
Con el boca a boca corriendo como agua en un riachuelo, pronto los vecinos se empezaron a anoticiar del proyecto y a sumarse. “Hicimos un grupo con quienes estaban dispuestos a implementar un pequeño huerto en su casa en base a lo que aprendería en ese huerto piloto”, cuenta el ingeniero.
Aunque la pandemia ha imposibilitado que la enseñanza sea presencial, con la tierra entre las manos, el proyecto ha apelado a las herramientas digitales para garantizar su continuidad.
A través de pequeños clips realizados por la productora J-Train a la cabeza de Jonás Michel, quien se ha involucrado en la iniciativa, los ingenieros muestran paso a paso cómo preparar la tierra, plantar las semillas y cuidar los huertos, para que luego sus “alumnos” puedan replicar los procedimientos desde casa.
“Se trata de una producción agroecológica, sana, sin químicos y que ayuda al bolsillo de la gente”, resalta José sobre algunos de los beneficios de la huerta, sin mencionar que además, generas tus propios alimentos desde la comodidad de tu casa.
Los ingenieros han elegido alrededor de diez variedades diferentes de semillas entre verduras y legumbres, para distribuirlas en la comunidad.
Hasta ahora son alrededor de 65 personas las que han recogido sus semillas para iniciar con sus huertas hogareñas, con los conocimientos adquiridos en la pequeña huerta urbana del barrio Tabladita II.
Si bien cada familia podrá cultivar sus propios alimentos en casa, los frutos que dará la huerta piloto que funge como escuela, beneficiarán a otras familias necesitadas de la ciudad.
“Con lo que produzcamos en la huerta, tenemos pensado ayudar a las familias vulnerables”, cuenta José, quien en colaboración con el grupo Movimiento Solidario Tarijeño, realizarán la donación de los productos a las familias que ellos identifiquen.
Entre el medioambiente y la economía
Los huertos urbanos empezaron a surgir en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, la cual afectó duramente a la economía de aquel país.
Según relata la Revista Sostenibilidad los huertos urbanos lograron producir el 40% de los alimentos que demandaban las ciudades, por lo que se los empezó a denominar como “Jardines de la Victoria” o “Jardines de Guerra”.
Gracias a los movimientos medioambientales y ecologistas, los huertos urbanos han vuelto a cobrar fuerza en esta etapa del siglo XXI, convirtiéndose en una alternativa para luchar contra el hambre y la pobreza, basada en un modelo de desarrollo rural y agricultura ecológica.
En tiempos de pandemia, en los que el coronavirus ha golpeado no solo la salud, sino que ha propagado el desempleo, los huertos urbanos, así como los caseros, se constituyen en una vía para garantizar el alimento.
“En las crisis las personas empiezan a darse cuenta que el alimento es fundamental”, explica el ingeniero José Humacata, quien resalta que este tipo de iniciativas conducen a la independencia alimentaria, al mismo tiempo que reducen el uso de químicos en los cultivos, significando un alivio para la tierra y el medioambiente.