El fondo lanzado por el Servicio Departamental de Desarrollo Humano de la Gobernación de Tarija, está destinado a otorgar trabajo por tres meses a los artistas, gestores culturales y entrenadores deportivos del departamento, darán clases o presentaciones gratuitas y virtuales para la población.
Algunos de los beneficiarios cuentan a Verdad Con Tinta qué significa este apoyo para sus sectores.
Una solución que parte “de la unidad”
Gustavo Castellanos Echazu fue uno de los principales impulsores del Fondo de Protección a la Cultura y Deporte.
Miembro de la Asociación de Cineastas Tarijeños (Aciatar), supo al inicio de la cuarentena, que se avecinaban “tiempos difíciles” para todo el sector.
“El sector cultural será de los últimos en poder normalizar sus actividades”, explica.
Partiendo de esa preocupación, él y sus compañeros empezaron a buscar soluciones. “Una manera digna, con trabajo”, dice, pues no buscaban solo recibir ayuda, sino continuar con la labor cultural y artística que siente tanto ha ayudado a la gente durante la cuarentena.
Las películas, las series, la música y los libros son aquellos que permitieron a la población sobrellevar el confinamiento, según Gustavo, por ello, se buscaba una manera de proteger el sector a la par de continuar deleitando a los tarijeños con arte.
Al igual que otros, piensa que la cultura siempre ha sido un sector perjudicado, pero no cree que la culpa la tenga nadie más que las mismas personas que la componen.
“El gran problema de siempre, no estábamos unidos”. Aunque también lamenta “la abolición absurda del Ministerio de Cultura”.
Ese fue el punto de partida para buscar soluciones a la crisis del sector. Fue creada la Coordinadora de Apoyo a los Artistas, la cual Gustavo cree es un “paso adelante” a la unión del sector.
Con la coordinadora conformada, fue realizada la debida solicitud a la Gobernación tarijeña.
La Gobernación no mostró impedimentos y mes y medio después ya firmaba el Decreto 054/2020 de creación de este fondo.
Un apoyo durante la pandemia de la soledad
Janeth Camacho es la propietaria de Studio 61, donde instruye clases de country line dance.
Se trata de una modalidad terapéutica de baile dirigida a personas mayores de 50 años, que enseña en Tarija hace poco más de un año.
Luego de conocer el baile en España, se capacitó para enseñarlo en la “tierra chapaca” y empezó a trabajar cuando llegó, consolidando un grupo que iba más allá del baile.
“Los jóvenes tienen a dónde a ir, los mayores muchas veces no”, dice refiriéndose a las formas de entretenimiento disponibles en la ciudad.
“El baile es un apoyo contra la soledad de muchas personas”, tanto así, que luego de un tiempo de empezada la cuarentena, ella fue en persona a las casas de sus alumnos para habilitar las plataformas digitales en sus teléfonos celulares y así poder continuar con las sesiones de country line dance.
Janeth optó por el pilar de formación artística del Foprocude, para percibir ingresos en un sector paralizado y seguir compartiendo con las personas que necesitan un momento para compartir y distraerse de la mano del baile.
“Los jóvenes tienen a dónde a ir, los mayores muchas veces no”
Janeth Camacho
Las clases son gratuitas, a Janeth y los beneficiarios se les pagará con el fondo, aunque aún no sabe cuánto.
Lo que sí sabe ella es que de lo que gane, perderá un porcentaje en impuestos, pues no tiene el carnet de artista que otorgó el Ministerio de Culturas durante cinco años.
Con el cierre del Ministerio de Culturas, este documento no está siendo otorgado por problemas internos y administrativos.
Aunque el carnet de artista no es un requisito esencial para optar por el bono, no tenerlo significa un impuesto más alto.
Cuando Janeth llegó hace un año a Tarija, quiso adquirirlo, pero la fecha ya había pasado.
Sin embargo, no lo ve como un impedimento. Tiene más de 30 alumnos inscritos y le complace pensar que ella y los gestores culturales realizan una “labor social” al enseñar a sus estudiantes con el fin de darles un espacio de distracción.
Darse a conocer desde casa
Carlo Frigeri tiene 24 años y es músico. Su primer disco y gran parte de su carrera fueron realizados en Córdoba, Argentina.
Dice que al traer su música a Tarija, se llevó una “gran decepción”, pues sentía que la cultura y el arte no tenían el espacio que se merecen, menos en un lugar donde “hay muy buenas cabezas”, refiriéndose al potencial artístico que ve en la ciudad.
“Antes -en Córdoba- de lunes a lunes había cosas que hacer”, hablando de conciertos y actividades culturales.
Por lo que, cuando se enteró de este fondo exclamó, “¡puta, que bien!”, pues en un año y medio de estadía no percibió el apoyo que esperaba.
El joven de 24 años cree que el fondo es un buen impulso para todo el sector, porque promueve un “apoyo de enseñanza” y, en el caso de los artistas que presentan productos o shows como él, les permite ganar visibilidad ante un público que no los conoce.
De los estudios a las canchas
Si bien la gestión para conseguir un fondo de apoyo comenzó en el sector cultural, concretamente por el grupo de cineastas, se expandió al área deportiva en el decreto departamental.
Si la cultura “será de los últimos en poder normalizar sus actividades”, como lo decía Gustavo Castellanos, el deporte comparte la misma situación.
Carlos Castillo, encargado del área competitiva del Servicio Departamental del Deporte (Sedede) cuenta a Verdad Con Tinta como se está gestado el apoyo al sector deportivo.
Empieza diciendo que en el departamento hay cientos de profesores y entrenadores sin trabajo, pero que este fondo pudo llegar a 250 entrenadores de 30 disciplinas distintas.
Se presentaron 255 al inicio, pero tres renunciaron a su postulación y los otros dos eran entrenadores extranjeros que no contaban con la residencia boliviana, los que les impidió optar por el fondo.
Las actividades culturales y eventos masivos fueron suspendidos por la pandemia.
El carácter “abierto” del fondo, permitió la aprobación de los otros 250 proyectos, incluso natación.
“Todavía no firmaron sus contratos”, acota el funcionario departamental. Esta situación ocurre porque están estudiando aún la logística para que, al firmarlos, no se creen grupos de personas que impliquen riesgo de contagios por coronavirus.
“A partir de este 28 de agosto irá a firmar un grupo de entrenadores”, asegura.
El método será de citar a pequeños grupos por hora para que puedan firmar sus contratos sin amontonarse.
El millón y medio de bolivianos destinado para este sector significa un pago de Bs 1800 mensuales por tres meses para cada entrenador.
Sin embargo, el primer pago será realizado luego de la entrega del primer informe mensual.
Hay entrenadores que en sus clases tienen a más de 100 alumnos, por lo que deben recurrir al servicio pagado de las plataformas virtuales de video conferencias.
El fondo no les proporciona esa facilidad, pero se les sugiere que sus clases no sean “muy largas”.
En una plataforma como Zoom, una videoconferencia gratuita finaliza a los 40 minutos.
Dos detalles que Castillo resalta son la cantidad de inscritos y el alcance de la convocatoria, incluso con interesados de otros departamentos.
“Se esperaba alrededor de 20 alumnos por entrenador, pero desde que empezaron a trabajar los capacitadores, hay algunos con más de 100 estudiantes”.
El funcionario cree que la recepción “superó los objetivos”.
Corali
Corali María Magdalena Condori lleva once años enseñando taekwondo a niños. Lo hacía en las instalaciones del estadio IV Centenario o en su escuela club “Fénix”.
La cuarentena la obligó a dejar las clases durante un mes y a cerrar la escuela, dado que ya no puede pagar el alquiler.
Pero un mes después de aquel 22 de marzo en que se decretó el confinamiento, retomó las secciones con parte de su alumnado, ahora bajo la modalidad virtual.
Aunque no tenía la misma cantidad de alumnos, pues algunos no contaban con recursos como wifi, se animó a intentarlo, por ella y por los niños.
Eso sí, tenía que hacerlo gratis, porque hubo padres que ya no podían permitirse pagar por las clases.
Por ello, cuando se enteró por la radio de este fondo, se interesó y optó por él.
Afirma que es un beneficio para ella y para los niños. “Estuve sin fuente laboral por cinco meses”, revela.
A las clases auspiciadas por el fondo se inscribieron más de 100 alumnos. “Hay muchos nuevos y otros que han vuelto también”, dice porque aquellos que abandonaron la disciplina por falta de recursos económicos podrán retomar su entrenamiento gratis por tres meses.
Además de ser beneficiaria del fondo y dar clases, también es alumna de otra disciplina auspiciada por este programa. Pasa clases de yoga.
Corali siente que es un “buen apoyo” para los deportes tradicionales y aquellos no tan difundidos, como la zumba, el yoga o el tiro con arco.
Una bocanada de aire
Ambos sectores pasaron cinco meses difíciles por no poder continuar con sus actividades, por ende, sin recibir ingresos.
El Fondo de Protección a la Cultura y el Deporte repartirá tres millones de bolivianos a mitades entre los sectores, y estos se dividirán entre los beneficiarios.
Gustavo Castellanos resalta que no se hizo “nada igual” en otros departamentos del país.
“Hay que evaluar bien los resultados”, dice, porque espera que no sea un apoyo único y pueda repetirse cada cierto tiempo. “Estamos en un inicio”, resalta.