El humo negro y sofocante se apodera del paisaje de Bermejo, el mismo que va tapando esa atractiva pared verde que se tiene de fondo, pero más que la vista, se siente cambio que genera a la ya caliente sensación térmica que suele sobrepasar los 34 grados centígrados.
Las plantaciones de caña le dan esa característica a este municipio productor del departamento de Tarija, aunque el resultado no es del todo dulce, sino que en los últimos diez años, tiene un toque amargo y hasta nocivo, al generar la condiciones ideales para la multiplicación de roedores; los principales conductores de una serie de enfermedades como los hantavirus.
El municipio de Bermejo dispone de 8 698,2 hectáreas de caña de azúcar, según datos del Censo Agropecuario 2013 del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Todo el espacio citado, antes de 1968 era un bosque habitado por cientos de especies animales.
Aquel 1968 se montó la primera planta industrializadora de azúcar “Stephen Leigh”, que luego pasaría a ser Industrias Agrícolas de Bermejo S.A (IABSA).
Con la extensión de los cañaverales, los roedores se fueron multiplicando al alejarse sus depredadores de estas zonas, poniéndolos cada vez más cerca del humano, especialmente de aquellos cañeros que viven en condiciones precarias.
“Las condiciones de los campamentos no son las adecuadas, hemos exhortado a los dueños que puedan instaurarlos como corresponde, garantizar los servicios básicos”, revela la delegada de la oficina del Defensor del Pueblo en Tarija, Carola Romero Pacello.
En estas condiciones, mas el contacto de los roedores con los humanos, es constante.
Los roedores y los virus
A diferencia de otros animales, los roedores se adaptan a diferentes entornos, lo que aumenta la posibilidad de tener contacto con el hombre, según explica a Verdad con Tinta el biólogo y documentalistas, Huáscar Bustillo.
“Se han adaptado a prácticamente todos los ecosistemas de Bolivia”, revela el biólogo.
Al ser animales que se adaptan “bastante bien” a la intromisión humana, se convierten en “potenciales hospederos” además de “diseminadores” de estas nuevas líneas de virus como el hantavirus y el arenavirus, explica el especialista.
“Los roedores a nivel Bolivia, aparte de ser conductores de estos virus, tienen enfermedades que son de transmisión directa al ser humano que son mortales”, advierte el biólogo.
Estas enfermedades llegan a tener entre el 70% y 80% de letalidad, señala en un informe la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Bustillo explica que el momento en el que el hombre destruye un hábitat o extermina una especie “controladora” como un zorro, un gato de montaña o una víbora, se provocan alteraciones ecológicas de “alto impacto” en las poblaciones de los roedores.
“Esto se traduce en un incremento poblacional –de roedores- y un aumento de otras especies, provocando desbarajustes ecológicos”, indica Huáscar.
Lo más peligroso es que se aumentan las posibilidades de contagios a los humanos que invaden estos espacios de vida silvestre, como el caso de los campamentos zafreros.

Del virus Machupo al Chapare
La historia de la fiebre hemorrágica boliviana se remonta a los años 60, cuando copó las primeras páginas de periódicos estadounidenses como The New York Times.
“Su historia comenzó en mayo de 1962, cuando el Dr. Mackenzie fue invitado por el ministro de Salud de Bolivia a visitar un área en el Departamento de Beni, donde una enfermedad altamente letal de causa desconocida era una epidemia”, dice uno de los párrafos de The New York Times publicado el 8 de noviembre de 1964.
La nota de prensa cita cómo un equipo de científicos estadounidenses “extinguió” una epidemia de enfermedad viral en Bolivia cuando las probabilidades parecían en su contra.
El informe revela que cuatro de los científicos habían contraído la enfermedad: fiebre hemorrágica boliviana, y que dos de ellos aparentemente se la habían transmitido a sus esposas.
“Fue solo porque esta enfermedad viral era tan inusual que los científicos lograron conquistarla”, dice el reporte.
El temor, en ese entonces, era que el virus se expanda por toda Sudamérica y posteriormente a nivel mundial. “En ese tiempo murieron más de 900 personas y no se sabía qué era lo que pasaba”, explica el biólogo y documentalista, Huáscar Bustillo.
Los científicos que llegaron a Bolivia, invitados en ese entonces por el Gobierno del presidente Víctor Paz Estenssoro (1907-2001+) fueron: Ronald B. Mackenzie, Karl M. Johnson y su esposa Patricia A. Webb, y Merle L. Kuns, todos de la Unidad de Investigación de América Central en la Zona del Canal de Panamá.
Los cuatro científicos fueron reconocidos en Estados Unidos por lograr aislar al virus.

La historia fue relatada por los científicos más involucrados en el trabajo, algunos de los que “casi mueren a causa de la enfermedad”, en la decimotercera reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Medicina Tropical e Higiene en el Hotel Waldorf-Astoria de Nueva York.
La enfermedad, según ese reporte, se limitaba a las aldeas agrícolas de la llanura conocida como los Llanos de Mojos. “Eventualmente se expandiría a la ciudad de San Joaquín” en el departamento de Beni.
El primer caso se habría reportado en 1959 en el municipio de Magdalena en la provincia Iténez de Beni.
Para determinar cuál era el vector del virus fueron revisados más de 400 tipos de insectos, aves, roedores y otros mamíferos.
Encontraron que el virus se encontraba en la especie de roedor Calomys callosus, conocido en la zona como “laucha”. “Ningún otro animal, salvo el humano, estaba infectado”, dice el informe de aquellos científicos.
Según la investigación, el contagio del virus provino de otro tipo de roedor que infectó al laucha y éste a los humanos. El roedor transmisor sería uno característico de los bosques tropicales, que fruto de la expansión agrícola, se multiplicó al reducir sus depredadores.
“De ahí comienza la aparición de diferentes tipos de virus relacionados con lo que son el grupo de los arenavirus y hantavirus, ambos relacionados con los roedores”, indica el biólogo.
El agente infeccioso, el virus Machupo como se le denominó por la zona, fue aislado el 18 de mayo de 1963 en el bazo de un boliviano que había muerto de fiebre hemorrágica.
Al detectar la especie de roedor, realizaron en toda la zona una campaña de exterminio del mismo, consiguiendo que no se vuelvan a reportar casos hasta 1973.
Un último reporte se tiene del año 1994, con una infección secundaria fatal de seis miembros de una familia en Magdalena-Beni que se contagió.
“Por una sola infección adquirida naturalmente, sugirió aún más el potencial de transmisión de persona a persona”, dice un informe de la Fundación iO, organización internacional que realiza estrategias de prevención contra enfermedades infecciosas.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), este virus por ahora está “limitado” en el departamento de Beni, sin reportar hasta la fecha nuevos casos.
Conocido internacionalmente como fiebre hemorrágica boliviana (FHB) o tifus negro, el virus Machupo es temido por su grado de afección, con un 60 a 70% de letalidad, motivo por el que se mantiene aislado y vigilado, de forma que no se reporten nuevos casos.
Pero este no es el único virus relacionado con roedores y depredación que tiene su origen en Bolivia; en el trópico cochabambino, aparece en 2004 otro virus de la familia arenavirus, que terminaría llevando el nombre de la zona en la que fue detectado: Chapare.
Una persona fallece ese año por este virus emergente. El virus en ese entonces fue aislado, pero reapareció en 2019 con más víctimas fatales, pero en otra región, en Caranavi, en la zona tropical del departamento de La Paz.
Este virus reemergente provocó la muerte de tres personas en el departamento de La Paz, dos de ellas del personal de salud. Si bien la enfermedad es tropical, dos de los contagios se dieron en la capital paceña, cuando los médicos tomaron contacto con una paciente que había sido trasladada de emergencia a esa ciudad.

“A nivel biodiversidad, Bolivia es un país muy rico en roedores”, confiesa Bustillo, quien además agrega que estos animales son “reservorios” de este tipo de enfermedades.
¿Qué quiere decir eso?
“Que la enfermedad no le provoca ningún tipo de daño al ratón transmisor, pero cuando se da el contacto con el humano, ocurre una zoonosis”, responde el especialista.
La explicación refiere que la la enfermedad permanece inactiva en el cuerpo del ratón, pero cuando este animal contagia al hombre, se activa el virus.
En Bolivia existen entre cuatro y cinco especies de roedores que puede ser trasmisores de arenavirus y cinco más de hantavirus, dice el documentalista.
Tarija y el problema con el hantavirus
300 militares en cuarentena. No, no es la COVID-19, enfermedad de la que todavía no se escuchaba en esta región el año 2019.
Las alarmas se prendieron en 2019 por el fallecimiento de dos militares en la Escuela de Cóndores de Sanandita, en la provincia Gran Chaco. La causa de sus muertes fue el hantavirus.
Todos los militares que estaban alojados en esta escuela fueron trasladados y puestos en aislamiento para evitar más contagios.
Los roedores se multiplican en el sur del país, especialmente en las provincias Arce y Gran Chaco, donde aparecen cada vez más campos depredados por la expansión de cultivos como de campos para el ganado vacuno.
Dengue y otras enfermedades que pican la región
Un visitante inesperado y resistente, de aquellos que se rehúsan a salir, pese a no ser invitados.
El mosquito Aedes aegypti, transmisor del dengue y relacionado con climas tropicales, es encontrado hoy en terrenos de mayor altitud, aumentando su alcance.
“Tanto el cambio global como el climático están impactando de manera directa en la presencia y abundancia de vectores transmisores de enfermedades”, dice el artículo de investigación científica sobre el dengue de los autores Welsh, Carlos Manuel; Ochoa, Carolina Andrea y Monaghan Andrew.
Es decir, el calentamiento global permite que este tipo de mosquitos puedan encontrarse ahora en ciudades como Tarija a 1 834 metros sobre el nivel del mar o Cochabamba con 2 574 metros sobre el nivel del mar; regiones que no son tropicales, pero que por los cambios de temperatura se vuelven hospederas de estas especies.
Como el dengue, también aparecen enfermedades similares que son la chikunguña o el virus del Zika, que tienen a los mosquitos como principales transmisores.
La suciedad y el agua estancada, son hospedajes ideales para la multiplicación de este tipo de insectos.
Las áreas productivas en el país aumentan, también los campos de exploración petrolera a nombre de “desarrollo”; así el camino queda allanado para la aparición de más enfermedades letales.
Los datos
Contagio del hantavirus y arenavirus: Estos virus se adquieren por inhalación de excremento de roedores, tanto orina como heces y saliva.
Arenavirus: Afecta múltiples órganos: el sistema vascular en general sufre daños y la capacidad del cuerpo para regularse se ve afectada. Estas enfermedades causan fuerte sangrado, según la OPS.
Hantavirus: Se caracteriza por presentar síntomas de fiebre, mialgia y afecciones gastrointestinales, seguidas de un inicio repentino de dificultad respiratoria e hipotensión, según un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Enfermedades emergentes y remergentes: Emergentes son las enfermedades nuevas, recién descubiertas por los científicos. Reemergentes, son aquellas que ya habían sido identificadas, pero que reaparecen en otra zona y tiempo.