De la manera más espontánea nace una empresa que puede marcar la vida de diferentes personas, que sea amiga del medio ambiente y que revalorice una técnica que hoy es catalogada como una actividad exclusiva de la tercera edad: el tejido.
Armal surge hace un año, una empresa dedicada a la producción de carteras, bandoleras y accesorios, que son netamente tejidos a mano, para ofrecer “piezas únicas” con un fuerte componente cultural y social.
“Mi tía realizaba tejidos a croché y hacía carteras, me las enviaba y cuando las recibía les daba unos arreglos o toques personales”, comentaba Adriana Cortez, dueña y fundadora de la empresa Armal.
Adriana desde pequeña tuvo la capacidad de crear, arreglar cosas, reciclar ropa y accesorios; al ver que podía utilizar su talento como una fuente de ingreso económico, no dudó en poner en marcha el proyecto.
Armal es un “pequeño homenaje” a su tía por todo lo que aprendió junto a ella, siendo el nombre de la marca el resultado de la fusión de los apellidos Arellano Maldonado.
Uno de los objetivos de Armal era generar trabajo, por lo que Adriana encontró artesanos que le enseñaron a trabajar con otros materiales como el cuero, así como a utilizar tejidos diferentes y de buena calidad para dar vida a cada una de sus piezas.
En Santa Cruz encontraron empresas de hilos que los elaboraban de manera artesana, siendo este uno de los principales distintivos de la marca: hecho a mano.
“Obtenemos el material de otros departamentos, nos mandan hasta Tarija y es aquí donde terminamos de hacerlas, dándoles nuestro estilo”, menciona Adriana.
Su crecimiento fue constante y su vocación social crecía a la par. En medio de la pandemia, mientras el mundo se paralizaba, Armal encontró la forma de seguir avanzando bajo la creación de una campaña que además de carteras, ofrecía accesorios como aretes, manillas y collares. Esta oportunidad de negocio, tenía nombr epropio: Dayana.
Dayana, de origen colombiano, había llegado a Tarija a través de un programa de voluntariado, pero a causa de la pandemia, se vió obligada a permanecer en la ciudad por más tiempo del que había planeado.
La joven colombiana, además de un “corazón bondadoso”, tenía manos talentosas, siendo el tejido de accesorios una de sus fortalezas manuales. Ante la innegable calidad del trabajo de Dayana, Adriana decide que es hora de crecer en la oferta y afianzar la vocación social de este emprendimiento.
El hogar “Vida Digna”, que apoya a mujeres menores de edad en situación de riesgo, se convitió en el epicentro de las creaciones de Armal, allí, 18 jóvenes fueron capacitadas por Dayana para ser parte de la empresa y forjar su futuro con sus propias manos.
“La última colección es basada en estas joyas que se llaman ‘Sinchi’ en giaraní, lo que en español se traduce como ‘fuertes’”, dice Adriana sobre la colección creada por las jóvenes de Vida Digna.
Aunque Adriana es comunicadora social, su trabajo como directora de arte en la productora audiovisual La Máquina de Sueños, la llevó a explotar su creatividad, así como su pasión por la moda, siendo estos factores decisivos a la hora de dar vida a este emprendimiento.
El medioambiente y promover una moda sustentable, también son parte de la identidad de la marca, pues la mayoría de sus productos son realizados con fibras naturales y con materiales reciclados, demostrando que lejos de la contaminación que genera la industria de la moda, el estilo como la naturaleza pueden convivir en la misma casa.
“Me siento identificada con la marca, es un reflejo de mi estilo y mi esencia; cada parte de mí está en lo que realizamos”, dice con emoción, y es que el componente emocional está impregnado en cada pieza y, al mismo tiempo, forma parte de ella.
“Por más que hagamos diez piezas del mismo modelo, cada uno va a ser único, porque al momento de tejer la persona que lo hace lo hará triste, feliz, con una carga emocional y con una carga espiritual única”.
Según la emprendedora, cada pieza se convierte en “única y especial”, no se pueden hacer dos iguales.