Exitismo marcado. Un gobernador rodeado de gente que lo enaltece, de medios de comunicación que no dejan de halagarlo y de miles de seguidores en las redes sociales. A tan solo un mes de la elección subnacional, nadie hubiese pensado el desenlace que tuvo.
No le dieron chance. No pudo pelear la segunda vuelta.
¿Dónde quedó todo ese apoyo?, ¿acaso no votaron los miles de usuarios que lo respaldaban e insultaban a sus contrincantes en las redes sociales?, ¿no era el personaje del año para los medios de comunicación?, ¿y toda la gente que acudió a esas masivas manifestaciones?
Adrián Oliva venía de recibir en enero el reconocimiento de “Personaje del Año” por la Cámara de Medios Digitales de Tarija, en un acto que era realizado en tiempo de contienda electoral.
El “noble reconocimiento”, según indicaban los organizadores, era por su “gestión durante el último tiempo”. Además del gobernador, también hubo reconocimientos para el alcalde, el presidente del Concejo Municipal, la presidenta del Tribunal Electoral Departamental y el comandante departamental de la Policía.
Irónicamente, ese último tiempo estuvo relacionado con una pandemia que tuvo a la población en vilo, y sí, ningún médico, enfermera o algún otro trabajador de salud que estuviese en primera línea, era merecedor de ese reconocimiento. Tampoco ganaron los méritos suficientes trabajadores del servicio de limpieza, por más que arriesgaran sus vidas.
Y es que las encuestas efectuadas por esta organización en “medios virtuales”, daban ese resultado, por lo menos así lo expresaron. Pero la virtualidad estaba lejos de la realidad.
Ese exitismo marcado no solo se reflejaba en este tipo de reconocimientos, sino que se propagaba en portadas de periódicos, editoriales, entrevistas cuasi sin cuestionamientos y notas de prensa, o mejor dicho, notas institucionales disfrazadas.
La falta de cuestionamiento era tal, que nadie se atrevía a preguntar en una pomposa inauguración de un hospital, por qué este centro no tenía puesta ni una cama. Tal atrevimiento, podía verse como un insulto, no estaba bien visto cuestionar al gobernador, pues aquel osado podía ser tildado de “enemigo de Tarija”, castigado en las redes sociales o en los mismos medios de comunicación. Mejor no decir nada y aplaudir.
Ese exitismo creado por su propio entorno fue tan fuerte, que el gobernador se terminó por creérselo, quedando sin coraza para recibir el más duro golpe de realidad.
Con la elección subnacional, el gobernador no solo quedaba relegado a un tercer lugar, sino que apenas conseguía dos asambleístas y no ganaba en ningún municipio, ni siquiera en los del Chaco, donde aseguraba que tenía el respaldo “masivo”; ahí, uno de sus principales aliados terminaba insultando y golpeando una mesa ante las cámaras.
Ya para la segunda vuelta, los funcionarios públicos que compartían publicaciones y los agresivos bots o cuentas fantasmas abandonaban la batalla en las redes sociales.
Más allá de cuestionar o no una gestión, me genera ruido el rol ejercido por los medios de comunicación, que aún mantienen esa línea exitista, como marcase recién una editorial de un periódico.
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