Hoy se cumplieron catorce días desde que la “Gran Marcha de los pueblos indígenas Amazonia, Oriente y Chaco de Bolivia”, partió desde la ciudad de Trinidad el pasado 24 de agosto, movilizándose con jóvenes, niños y ancianos, en rechazo a los avasallamientos que sufren los territorios indígenas principalmente en Beni, Pando, Santa Cruz y Tarija, así como el respeto a sus derechos.
En medio de tensiones con las autoridades, amenazas de conflicto en el camino y las dificultades físicas que implica caminar durante casi dos semanas bajo el sol y con escasos recursos, la marcha llegó la mañana del 7 de septiembre a Ascensión de Guarayos, donde se instaló el Parlamento Indígena.
“En Ascensión de Guarayos se instaló el Parlamento Indígena para elegir a la directiva que nos representará en las negociaciones con las autoridades nacionales, municipales y departamentales, así como también diferentes comisiones”, explica Miguel Baldivia, responsable de comunicación del pueblo guaraní en diálogo con Verdad con Tinta, quien aclara que todas las necesidades de los pueblos indígenas se trabajarán desde esta instancia.
“Ya se dio inicio a esto del Parlamento Indígena en San Pablo, en el Beni y se ha legalizado en Ascensión de Guarayos, pero es importante saber que no hay un solo representante”, explica Abdón Justiniano Cujuy, presidente de la Central de Pueblos Indígenas del Beni. “Todos los pueblos son representantes con derecho a voz y voto por representación de pueblo, así se ha quedado y así se ha establecido”, agrega Justiniano.
Aunque hoy se realizó la sesión en Guarayos, el líder indígena aclara que la sesión no se cierra hoy, pues conforme la marcha avance hacia Santa Cruz, sesionarán en otros lugares y otros pueblos indígenas se podrán ir incorporando al parlamento. “Nadie tiene que quedar afuera”, resalta.
Tras la sesión de hoy, la marcha continuará camino hacia Yotaú mañana, 9 de septiembre, siguiendo su trayecto hasta la capital cruceña.
El pasado 7 de septiembre el viceministro de Seguridad Ciudadana, Roberto Ríos Sanjinés, estuvo presente en Ascensión de Guarayos para conocer los motivos de la marcha y buscar el diálogo, así como para hacer entrega de víveres e insumos médicos a la marcha que arribaba en horas de la mañana a dicha localidad.
Desde la página del Viceministerio de Seguridad Ciudadana se informó que se llevó medicamentos, atención médica y alimentos al lugar, para “garantizar” la seguridad de los marchistas.
“La brigada médica los acompañará en todo el trayecto, para garantizar que los compañeros marchistas sean atendidos”, expresó en una entrevista televisiva el viceministro Ríos.
Pero antes de la ayuda del Gobierno, voluntarios de la fundación Funsar de Guarayos conjuntamente con la Fundación Pablo Guaristi y Madre Leticia, acudieron a distintos puntos de la marcha aprestar servicio médico, cura de ampollas, masajes con crema en los pies, además de colocar inyecciones de vitamina B-12 a los marchistas.

Según relatan los caminantes, también les entregaron sobres de sales de rehidratación.
Los líderes indígenas pidieron al viceministro que garantice su paso seguro por los pasos de San Julián y Cuatro Cañadas, evitando cualquier tipo de confrontación con grupos de choque afines al gobierno, pues se trata de una marcha pacífica.
Según informó Justiniano, a partir del 24 de septiembre se instalará el diálogo con las autoridades de diferentes niveles en la ciudad de Santa Cruz, donde esperan resolver sus demandas.
“La marcha continúa a paso firme por decisión de todos”, aclaró Justiniano, quien resaltó la participación de representantes de las 34 nacionalidades indígenas en la protesta autoconvocada, en la participan más de 200 personas.
“Esta es una convocatoria realizada por los hermanos de la histórica marcha de 1990, que han visto que sus demandas no se han cumplido en 31 años”, concluyó Justiniano.
La fotógrafa Yolvik Chacón Valero, quien acompaña la manifestación desde hace una semana, comparte con el equipo de Verdad con Tinta algunas imágenes de lo que vivieron los marchistas de los pueblos indígenas a lo largo del camino, soportando el cansancio, el calor y poniendo a prueba su salud.
“Llevo cinco días marchando y es muy rudo. El calor, el sol, a veces no hay comodidad en los lugares de descanso”, asegura la fotógrafa.