Son pocos quienes han tenido el privilegio de haber ingresado al Área Natural de Manejo Integrado El Palmar, pese a su cercanía con la ciudad de Sucre. Lo cierto es que tras una ardua caminata entre los cerros y maleza, descubrir aquel paraíso plagado de palmeras que ondean sus ramas al viento, hace que el viaje y el sudor, valgan la pena.
Ingresar a la zona siempre despierta un aire de esperanza de poder observar a un oso andino u oseznos; la emblemática especie de osos que habitan en Bolivia, aún pese a saber que es poco probable. Sin embargo, hoy, a causa del fuego, esa posibilidad es más remota que nunca.
Entre el 5 y el 15 de septiembre, aquel paraíso verde se convirtió en un rojo infierno a causa del fuego, en un incendio que, aunque aún se realiza el conteo de terreno dañado, supera las 900 hectáreas, según los primeros informes de la secretaría de Medioambiente de Chuquisaca y según expresó el propio alcalde de Presto, Jaime Roque, en entrevistas con otros medios.
El fuego acabó con cientos de hectáreas del cerro Palmarcito pese a los esfuerzos de los guarda parques, quienes se desplazaron al lugar aquel domingo 5 de septiembre en horas de la tarde y de los grupos de voluntarios, bomberos y comunarios, que se sumaron a las labores de sofocación en los días posteriores.
Palmarcito es parte del bosque seco interandino característico de El Palmar, conocido por la presencia de la palmera Parajubaea torally, que es una variedad endémica del lugar y que está catalogada como una especie en peligro, por ser “considerada una rareza biológica y biogeográfica, ya que crece en hábitats poco característicos para la familia de las palmeras, en áreas de baja precipitación y a elevadas altitudes, llegando hasta los 3.400 m”, según un estudio realizado en 2009 por L. Natali Thompson B., Mónica Moraes R. y Mario Baudoin W.
Pero además Palmarcito es considerado la zona núcleo donde habita el oso andino, según registros de cámaras trampa obtenidos por el biólogo Mauricio Peñaranda, investigador de la Universidad Mayor de San Francisco Xavier, quien ha dedicado años de estudio a estos mamíferos que habitan en la zona.
La casa del jucumari una vez más ha sido invadida. En esta ocasión, el intruso fue el fuego, aunque aún se desconoce a ciencia cierta qué lo provocó.
“Los comunarios les dijeron a los guardaparques que fue un rayo, pero en general hay dudas sobre esa versión, porque no es la primera vez que hay incendios en esta zona y la gente del lugar tiene esa costumbre de chaquear para abrir el bosque”, dice el biólogo en entrevista con Verdad con Tinta, aclarando que aún no hay una versión oficial y que es lo próximo que corresponderá aclarar. Sin embargo, ya el año pasado, en octubre de 2020, se registró un incendio en la zona que devoró alrededor de 181 hectáreas, según un informe del Sernap, en el que también se especifica que el incendio había sido provocado por el hombre.
Libre de casas y cultivos, Palmarcito es un cerro utilizado para ganadería extensiva y, gracias a su amplio bosque de Parajubaea torally, también se convirtió en la zona núcleo del jucumari u oso andino, al ser una de sus principales fuentes de alimento.
“Hemos muestreado este lugar hace unos dos años y la mayor cantidad de fotos, videos y registros que hay del oso, son de este lugar”, relata Mauricio, quien asegura que la zona solía estar poblada por las “mamás” con sus oseznos.
Las repercusiones del incendio para el oso andino y para la Parajubaea Torally
La pérdida de bosque seco, caracterizado por la presencia de la también llamada palmera janchicoco, sin duda alguna es catastrófica en sí, pues es una variedad considerada en peligro y estudios realizados sobre esta especie explican que se trata de una variedad de crecimiento lento, que podría tardar entre 20 y 40 años en crecer. Pero además, la quema de las palmeras, afectan directamente a las especies que lo habitan, en especial al oso andino, cuya alimentación depende de sus frutos.
“Se han quedado sin casa”, dice compungido el guardaparques Eleuterio Yucra, quién pasó los 10 días que duró el incendio trabajando en las labores de sofocación.
Aunque no se han encontrado animales muertos en la zona, su hábitat, su casa, su fuente de abastecimiento de alimentos, se ha perdido o ha quedado afectada.
“Estamos hablando de incendios que no se expanden muy rápido, como los de la Chiquitanía, por lo que los animales tienen tiempo de escapar”, explica el biólogo Mauricio Peñaranda, pero aclara que nada quita que se ha quemado el lugar en el que viven: su casa y su alimento.
Según relatos de los guardaparques, el oso suele alimentarse de bromelias que crecen en el lugar, así como de los cocos de la palmera janchicoco o Parajubaea torally.
Según relata el guardaparques Yucra, podrían pasar cuatro años hasta que la zona se recupere, en los casos en los que la palmera no se ha quemado totalmente, y décadas para que vuelvan a crecer nuevas palmeras y den fruto.
Este escenario hace que, inevitablemente, el jucumari tenga que buscar un nuevo hogar, lo cual lo expone a otros peligros, como la decadencia de su salud por falta de alimentos o enfrentamiento con pobladores de otras regiones, al acercarse a zonas pobladas en busca de comida.
Otro de los peligros apuntados por Peñaranda, es que los osos se desplacen hacia otra zona y que se establezcan de manera permanente, impidiendo que se pueda continuar monitoreando su población, como se venía haciendo en El Palmar desde hace ya varios años gracias a esfuerzos de diferentes organizaciones que trabajaban en pro de la preservación de la especie.
“Sea lo que sea que vaya a pasar, presumimos que habrá un cambio, porque el incendio ha sido bastante fuerte y se han quemado porciones sustanciales de lo que se consideraba el área núcleo”, concluye el biólogo.