La inseguridad no se puede esquivar. Aunque ella tomé bocanadas de aire cada vez más grandes, el miedo se mantiene entre su cuello y estómago como algo que no puede digerir ni empujar con solo respirar más profundo. Mira de reojo y con desconfianza la calle antes de avanzar. La iluminación le parece pobre y aunque quisiera evitar pasar por ese lugar, tendrá que hacerlo para ir a casa.
Antonia, nombre para cuidar su identidad real, es una adolescente que teme estar sola en la calle. Desde que tiene un celular con sistema Android, siente la misma descarga de adrenalina y miedo cuando navega por Internet, pues uno de sus amigos subió una foto a su perfil de Facebook y ella aparece con los ojos cerrados. Tiene un gesto que no le gusta.
No pasaron más de dos horas luego de esa publicación, para que la foto recibiera comentarios ofensivos contra Antonia. Navegar por esta red social era como volver a estar en esa calle con poca luz cerca a su casa. El mismo miedo. Técnicamente se puede pedir a Facebook retirar la foto o al creador del contenido, aunque sabe que eso no pasará.
Así inician situaciones de acoso en la red, con un alto número de víctimas en Bolivia, donde siete de cada diez niñas sintieron acoso en línea, según un estudio realizado por Plan Internacional.
Pero el caso de Antonia no es el único dentro del amplio abanico de violencia y acoso que domina la red. Un simple intercambio de mensajes vía Messenger es suficiente para que un pirata informático logre introducirse y apropiarse de la cuenta de la víctima para publicar en su nombre, bajar contenido o mandar mensajes a otras amistades.
Así, miles de adolescentes en el país que son engañadas por cuentas falsas.
El pedido de fotos íntimas a cambio de un chantaje, es otro de los métodos utilizados por piratas informáticos en las redes sociales.
El acoso en línea no solo se cierra a piratas informáticos, sino también a familiares y amistades que aprovechan ese círculo de confianza para exigir a las víctimas fotos, videos u otros contenidos, para posteriormente amenazarlas con exhibirlas en caso de que no accedan a sus pedidos.
“El mayor porcentaje de la violencia está en las redes sociales”, revela a Verdad con Tinta el gerente regional de Plan Internacional, Carlos Jalil.
Plan International es una organización humanitaria y de desarrollo que trabaja en 71 países de todo el mundo: en África, América y Asia, para promover los derechos de los niños y la igualdad de las niñas.
Un estudio de este organismo internacional en Bolivia, señala que el acoso en línea a niñas va desde el menosprecio de sus opiniones, hasta amenazas violentas, así como el envío de imágenes no deseadas con contenido sexual.
“Al igual que el acoso callejero, es violento, suele provocar daños psicológicos y también físicos”, dice el estudio sobre violencia digital.
Jalil cuenta que un grupo de niñas líderes de la región, del que participó una boliviana, presentó una carta a Facebook, Twitter e Instagram solicitando un mayor control en sus redes.
Uno de los datos que más llama la atención de este estudio, es que las niñas o adolescentes, cuando sufren acoso en línea, no recurren a sus padres o a su entorno familiar para contarles lo ocurrido, sino que prefieren decirlo primero a sus amigas. “Eso ya te está diciendo algo”, alerta Jalil.
Si eres víctima de violencia digital, comunícate con S.O.S. Digital al 62342430
Para Jalil es importante que los padres trabajen en la confianza de sus niños desde los primeros meses, pues este tipo de situaciones se dan cuando no existe ese lazo suficiente para que la niña les confíe sobre el problema que está pasando.
En el mismo sentido, la jefa de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia en Tarija, María Eugenia Gareca, asegura que la mejor forma de prevenir la violencia digital es desde el hogar, generando confianza con los padres. Según explica Gareca, aunque desde la oficina que se encuentra a su mando las denuncias por violencia digital no son frecuentes, es una problemática real y que con la virtualización de las actividades a causa de la pandemia por Covid-19, se ha visibilizado más.
El dato brindado por Gareca refleja claramente la realidad, pues de acuerdo al estudio de Plan Internacional, solo cuatro de cada mil niñas denunciaron algún hecho de violencia digital con la Policía o la Defensoría de la Niñez y Adolescencia. El desconocimiento y la falta de canales de denuncia, contribuyen a la problemática.
Para Antonia fue obligatorio abrir su cuenta de Facebook y de gmail. El viaje a ese mundo no fue sencillo; la migración a la educación virtual fue forzosa. Según el Instituto Nacional de Estadística, hubo más de 927 mil personas nuevas en redes sociales desde principios de 2020.
La organización S.O.S Digital, de la Fundación Internet Bolivia, ha atendido más de quinientos casos como el de Antonia. Esta vez los menos denunciados no tienen que ver con fotos y burlas, sino con parejas que chantajean y casos de publicación de imágenes íntimas.
*Antonia tiene 14 años, estudia en una escuela fiscal en el municipio de La Paz y aceptó contar su caso porque espera que otras adolescentes como ella conozcan qué hacer en estos casos.
Resultados del estudio
Los números fríos de este estudio reflejan que siete de cada diez niñas en el país sufren de acoso digital. De estas víctimas, una de cada tres niñas sintió pérdida de autoestima o confianza en sí misma y estrés emocional después de haber sido víctima de acoso en línea.
Sin embargo, según explica la psicóloga Catharin Ayala, la mayoría no acuden a terapia y no tienen las herramientas para defenderse en situaciones de inseguridad digital. “Lo ideal es un acompañamiento con sus tutores y si es preciso, hacer un seguimiento de sus redes sociales”, agrega la experta en salud mental.
El estudio encarado por Plan Internacional refiere que en promedio, las niñas de las ciudades y área rural experimentaron su primer acoso a los 12 años, pese a esto, cinco de cada diez niñas nunca denunció haber sufrido un hecho de violencia digital.
La primera persona a la que acuden las niñas cuando son víctimas de acoso en línea, es una amiga o un amigo, no así los padres de familia, según revela el estudio de Plan Internacional.
Otro dato del citado estudio es que ocho de cada diez niñas vieron a alguna mujer líder ser atacada con rumores y desinformación que la desacreditan. Esta situación provoca que las niñas y adolescentes pierdan la seguridad de compartir lo que piensan, al ver que las mujeres son víctimas de violencia digital.
“El peligro es que la desinformación en redes sociales se propaga muy rápido y esto es muy dañino para las personas”, dice María Guadalupe de 17 años, otra de las encuestadas para el estudio.
La violencia digital en el contexto boliviano
Tanto el Gobierno Nacional como los regionales, están realizando acciones “muy puntuales”, destinadas a campañas o fechas icónicas, “pero no existe un plan fuerte de prevención”, asegura Jalil.
El estudio refleja que las defensorías de la niñez y la adolescencia en el país no tienen el conocimiento para tratar casos de violencia digital, “están en pañales”, acota el representante de Plan Internacional.
Estas instancias dependientes de los gobiernos municipales no tienen los recursos técnicos ni humanos para afrontar esta problemática. No cuentan con los suficientes equipos tecnológicos, ni el personal capacitado en el manejo de sistemas.
Otro factor es que la Policía Boliviana no cuenta en todos los municipios áreas especializadas para tratar delitos informáticos.
La Policía tiene una división especializada de “ciber crimen”, pero que no cuenta con personal ni equipamiento en todo el país. En realidad, esta unidad solo tiene personal especializado en las ciudades de La Paz y Santa Cruz.
Un caso de acoso digital registrado el año 2020 en Tarija, fue rechazado por la falta de peritos informáticos.
La joven afectada, quien por su seguridad mantiene su identidad en reserva, le contó a Verdad con Tinta que fue contactada en Facebook por una supuesta agencia de modelos, de la cual le solicitaban fotos. Cuando la joven no accedió a enviar fotos íntimas como le solicitaban, empezaron las amenazas e intimidación en su contra.
Cumpliendo las amenazas, la cuenta de la joven fue hackeada y utilizada para captar otras víctimas utilizando su nombre.
Pese a que intentó formalizar la denuncia, en la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) de Tarija, no tomaron su denuncia.
La abogada especializada en derechos humanos, de las mujeres, de la niñez y adolescencia, Mónica Céspedes, explica a Verdad con Tinta que este tipo de situaciones se dan porque en el sistema penal boliviano el ciberbullying no está catalogado como un delito.
“Lo que se hace es clasificar como otro tipo de delito penal”, indica la abogada. Es decir, que este tipo de acosos pueden ser catalogados como “violencia psicológica”, que sí tiene una pena.
“He tenido varios casos de ciber delitos de mujeres y adolescentes que las chantajean los hombres para tener favores sexuales”, cuenta. De estos casos, en los que llegaron a tener un resultado, las autoridades se tomaron “cinco meses para hacer una investigación interesante”.
La abogada acota que hay una situación de “indefensión” para las víctimas de ciber acoso, especialmente aquellas que viven en regiones donde la Policía no tiene dicha unidad, que es en la mayor parte del país.
Incluso, en las ciudades donde se tiene esta unidad policial especializada, existen una serie de vacíos legales que no logran frenar la exposición a la que es sometida a víctima.
Ejemplificó con un caso en el que se identificó el servidor de dónde se había publicado una serie de imágenes de una víctima y que en el juicio, el juez dio una orden de eliminarlas de la red, pero Facebook hizo caso omiso de la determinación de la autoridad jurisdiccional boliviana. “Las fotos siguieron circulando”, dice la profesional aún sorprendida.
Sin políticas que las protejan, las niñas y adolescentes son presa fácil de delincuentes que se esconden en amigables rostros o en tentadoras ofertas que les ponen trampas en una red cada vez más masiva, con más ojos, pero con menos sentido humano. Más violenta.
Las niñas en el ojo de la violencia
En Bolivia, la violencia contra las niñas y mujeres es el delito más recurrente. Según la Fiscalía General del Estado, el 2020 cerró con 34.210 casos de violencia registrados contra niñas, adolescentes y mujeres. Hasta inicios de agosto del 2021, se registraron 24.222 casos.
Tarija no está exenta de esta realidad. Según información brindada a Verdad con Tinta por María Eugenia Gareca, jefa de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia en esta ciudad, desde enero hasta octubre de 2021, se han atendido 412 casos de violencia a niñas, niños y adolescentes. La mayoría de las víctimas de estas denuncias, que abarcan violencia física, sexual y hasta trata y tráfico, son mujeres.
De acuerdo al estudio realizado por Plan Internacional, en Bolivia se reportan hechos de violencia contra niñas y mujes, cada quince minutos. La violencia pisicolígica y la física, son los dos tipos de violencia más recurrentes
A pesar de que la violencia afecta de especial manera a las niñas, seis de cada diez no conocen los canales de denuncia. Además, el entorno familiar se ha identificado como el espacio de mayor violencia para ellas.
Al respecto, la abogada Mónica Céspedes realata durante la pandemia, miles de mujeres y niñas en el territorio nacional quedaron encerradas con sus agresores.
Para Mónica, uno de los principales problemas es que cuando las niñas y jóvenes denuncian abuso sexual en su entorno familiar, sus propias familias protegen al agresor y no les creen.
“Estás loca”, “te has imaginado”, “estás exagerando”, “él no te haría eso”, son algunas de las respuestas que reciben las víctimas por parte de sus propias familias.
“Esto me lleva a pensar que las propias familias tienden a infravalorar las vidas de las niñas y las adolescentes”, lamenta Céspedes.
Este reportaje fue realizado con el apoyo de:
Excelente trabajo mis felicitaciones..!!! a las autoras.