¡Es un transformer! Bumblebee, el popular personaje de la película Transformers ha cobrado vida en Uyuni. Decenas de personas se toman fotos con el gigante de tres metros que resplandece con su color amarillo en medio del paisaje árido del lugar. Pero, ¿cómo llegó hasta ahí?
Rodrigo Llampa Condori ha demostrado que la basura de unos, es el tesoro de otros. Tiene 33 años, y los últimos tres, ha dedicado parte de su vida a convertir chatarra metálica en imponentes monumentos que recrean famosos personajes de ficción, figuras mitológicas y animales, entre otros. Bumblebee es uno de ellos.
Si se puede soldar, se puede hacer arte. Con el metal como su principal insumo, este ingeniero mecánico ha fusionado en sus obras el cuidado al medioambiente el reciclaje y el arte, dando vida a llamativas piezas que hoy se exhiben en el cementerio de trenes de Uyuni y que se han convertido en un atractivo turístico más en la región, bajo la firma y sello de su marca: Metal Art Uyuni.

En su taller ubicado en la zona Progreso de Uyuni, las humildes herramientas de un soldador se convierten en el elixir que da vida a estas criaturas metálicas que nada tienen que envidiar a artistas internacionales. Apelando a tuercas, tubos, cadenas y cualquier otra pieza de metal que se cruza en su camino, Rodrigo se convierte en una especie de Frankenstein del metal. Eso sí, todo el material que utiliza, es reciclado.
Sus pausas laborales en el taller son al calor del fuego de su soldadora, uniendo piezas de metal hasta materializar los diseños que visualiza en su mente.
“Hace tres años empezamos este proyecto con distintos objetivos, uno es contribuir con el medioambiente reciclando chatarra y otro es seguir proyectando el turismo aquí en Uyuni, que vive prácticamente del turismo”, dice en diálogo con Verdad con Tinta.
Bajo el nombre de Metal Art Uyuni, Rodrigo Llampa ha logrado consolidar una especie de museo, donde se erigen sus llamativas piezas que oscilan entre los dos y cuatro metros.

La chatarra, que otrora estaría tirada, esperando degradarse en los próximos 200 o 500 años, ahora tiene un lugar y un sentido. Es arte.
“El museo está en el Cementerio de Trenes y está a la vista de los turistas, hemos puesto unos diez trabajos grandes”, explica Rodrigo, quien hace énfasis en que el acceso es libre y gratuito. “Queremos que el turista vaya y se saque fotos”.
Para Rodrigo no hay límites. Su próximo desafío es crear un gorila de ocho metros, como el de la película King Kong, convirtiéndose en la pieza más grande que haya trabajado y, una vez más, reciclando la mayor cantidad de chatarra metálica que, de no ser por él, estaría contaminando.