En 2021, el vecino de Natalia Vergara resbaló en una acera de cerámica ubicada en la primera cuadra de la avenida Font, en el barrio Juan XXIII. El accidente lo llevó a cuidados intensivos, donde una mala praxis desembocó en su muerte.
Víctimas por los materiales usados en las aceras en Tarija, así como por su estado, las hay en mayor y menor medida. En julio de 2022, Sylvia Barrenechea tropezó en un desnivel en la primera cuadra de la calle Méndez, del barrio Las Panosa; si bien el desenlace no fue fatal, el desnivel en la acera le significó un mes de reposo y fisioterapia, más costosas consultas médicas y exposición a radiografías. Meses después, su hija sufrió la misma suerte.
La calle Méndez es el ejemplo de todo lo que no debería tener una vereda, según arquitectos y funcionarios públicos: desniveles, rampas, gradas, cerámica resbalosa, piedra levantada por las raíces de los árboles, aceras de menos de medio metro de anchos, anuncios publicitarios en ocupan el ancho de media vereda y segmentos tan estrechos que obligan al peatón a caminar por el asfalto tarde o temprano.
No se trata de un problema exclusivo de la calle Méndez o de la avenida Font, sino de una realidad tanto en la zona patrimonial de la ciudad de Tarija, como en sus distintos barrios. La normativa no impide modificaciones de ese tipo y los peatones, así como personas en sillas de ruedas, no videntes, de la tercera edad y embarazadas, tienen que hacer un hábito el optar por el asfalto para movilizarse.
Una independencia imposible
La silla de ruedas de Raquel Perales mide 65 cm de ancho y en el centro de Tarija existen veredas de la mitad de esa medida. Raquel, de 24 años y estudiante de Arquitectura y Urbanismo, vive por la zona del Mercado Campesino. Las condiciones de su propia cuadra también impiden su independencia de desplazamiento.
Si bien afirma que “el casco viejo ha mejorado algo”, siempre requiere de la asistencia de un acompañante para desplazarse. “Lo primero que veo es el ancho de la vereda, luego si hay desniveles, pendientes u otro obstáculo. Casi siempre debo elegir andar por la calle”.
Como estudiante de la materia en cuestión, Raquel afirma que en Tarija se sufre un “mal manejo del espacio”, lo que implica que las personas con discapacidades no puedan integrarse a la sociedad. “Ahora son más las personas discapacitadas que salen, pero sí o sí necesitamos ayuda”.
Cada día Raquel tiene que asistir a la universidad en auto propio. Desde el accidente en flota a sus 13 años que debe vérselas con el “tema de las aceras”, incluso optó por estudiar en una universidad privada por las condiciones para su libre y cómodo acceso.
Un problema multidimensional
María Antonieta Rueda, arquitecta especializada en movilidad urbana y docente, terminó hace poco su último artículo a publicar con la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho, se trata del «Diagnóstico y análisis de elementos singulares. Estudio Exploratorio de aceras y paisaje urbano en el centro histórico de la ciudad de Tarija».
Explica que parte del problema que dificulta el tránsito de los peatones tiene que ver con la época en que Tarija empezó a sumar automóviles: “Se trabajó por modificar calles y aceras para priorizar a los autos, por eso hoy tenemos aceras tan estrechas”.
En la misma línea, recuerda cómo antaño las casas contaban con rampas que se “ponían y sacaban” al momento de usarse, en contraste con las pendientes que las aceras presentan hoy en los garajes. Parte de estas están hechas en cerámica, que, si no es antideslizante, implica un inminente riesgo para el peatón.
En este punto se conectan dos problemas distintos pero relacionados: el peligro de un material inadecuado y la pérdida de la piedra laja como material representativo de Tarija. “Las casas nuevas se construyen con materiales y colores nuevos en las aceras. No hay regulación ni manual”. Según su artículo, desde la primera foto disponible del centro histórico de Tarija —1880— hasta hoy, se ha perdido aproximadamente el 30 % de la piedra laja, la más común en las aceras tarijeñas.
El otro problema identificado por la arquitecta es la falta de normativa y regulaciones que sancionen la incorrecta remodelación de las aceras. Esta realidad es confirmada por la Oficina de Patrimonio del Gobierno Autónomo Municipal de Tarija (GAMT) y la Secretaría de Planificación Integral para el Desarrollo. Sin embargo, ambas se encuentran trabajando en una nueva normativa; en el caso de la segunda, se busca crear una normativa de diseño y construcción de aceras.
Actualmente se encuentran en el proceso de levantamiento de información, diagnóstico y comparativa con normativas extranjeras. La propuesta se trabaja desde diciembre de 2022.
Patrimonio e historia
Para Cristian Martínez de los Ríos, arquitecto especialista en patrimonio y jefe de la Oficina de Patrimonio del GAMT, el problema de las aceras afecta también a la identidad histórica de la ciudad.
“No se le da la importancia al material. Las aceras nacen con la configuración del centro histórico, son parte del contexto histórico”, afirma el arquitecto, así como destaca que la piedra laja es la que tendría que encontrarse en cada acera del centro.
Sobre el porqué de mantener la piedra laja, explica que ya es parte del paisaje urbano de Tarija, pero también porque: “Es un buen material, lo demuestra el tiempo. Sabemos que su uso en Tarija data de las primeras décadas del siglo XX”.
La piedra laja no es resbalosa seca o mojada, quizás el único peligro que implica es el desnivel cuando es levantada por las raíces de los árboles. Si bien es un problema distinto, dichos árboles, que también son esenciales en el paisaje urbano, tienen que ser seleccionados tomando en cuenta esa característica.
En los últimos años, Cristian ha visto cómo variantes de la piedra laja invaden el centro histórico de Tarija. “Todo tiene una evolución. No cambia el material, sino la configuración. Ahora también trabajamos por sacar los autos del centro”.
La Oficina de Patrimonio trabaja en un borrador de normativa para que se impida cambiar la piedra laja por otros materiales o configuraciones que desentonen con el paisaje urbano.