La mañana del domingo 4 de mayo empezó a circular en redes sociales una transmisión en vivo por Facebook en la que el ecólogo y activista Gonzalo “Chulo” Torrez denuncia la quema de cuatro casas de perros en la plazuela Sucre; el hecho, que se cometió alrededor de las 2:00 de la madrugada de ese día, ha generado diversas reacciones en la ciudadanía.
Las casas fueron ubicadas junto al quiosco de la plazuela por la Sociedad Protectora de Animales Tarija (SPAT) con permiso del Gobierno Municipal, según señala el activista en la transmisión, y son el hogar de al menos tres perros que pasan el día entre las personas que circulan por esa zona.
La denuncia por el fuego fue atendida por la guardia municipal. Todavía no se ha logrado identificar a los responsables.
Gonzalo Torrez explica a Verdad con Tinta que las casas fueron compradas y ubicadas por SPAT con el permiso de Ornato Público, porque según la figura de “perros comunitarios”, estos, al no tener un dueño, suelen pasar al cuidado de un grupo determinado de personas que se hace responsable; por ello, se pueden encontrar casitas en diversas partes de la ciudad. Esta figura está prevista por la Ley Municipal 219 de protección, control y cuidado de animales domésticos de compañía.
Para el activista, la presencia de estas casas de madera garantiza los derechos de los animales desprotegidos.
El artículo 3 de de la Ley Nacional 700 para la defensa de los animales contra actos de crueldad y maltrato establece los siguientes derechos para los animales:
- A ser reconocidos como seres vivos.
- A un ambiente saludable y protegido.
- A ser protegidos contra todo tipo de violencia, maltrato y crueldad.
- A ser auxiliados y atendidos.
«Cada día nacen entre 700 y 800 perros en la ciudad. Solo el 6 % llega al año de vida».
Pero el problema al que se enfrenta la ciudad es más grande. Según datos de SPAT, en la ciudad nacen entre 700 y 800 perros al día.
Dadas la condiciones y la falta de espacio, solo el 6 % llega al año de vida, el resto muere. “Es un concepto ecológico llamado capacidad de carga”. Este es el número máximo de individuos de una especie que puede sobrevivir en un lugar dado con los recursos disponibles del lugar. «Para los perros, el espacio es la ciudad de Tarija y los recursos; la basura o la voluntad de la gente. Son cosas finitas”, apunta.
Los perros se reproducen muy rápido y en demasía. En promedio, una hembra da a luz a cinco cachorros. “De la mayoría de los perros que nacen no nos enteramos. Nacen y mueren en la misma quebrada”, dice.
Actualmente, SPAT cuenta con dos albergues para animales y existe una decena de grupos voluntarios, pero su labor no puede abastecer la cantidad de perros en las calles de Tarija.
Blanca Peñaloza Yañez, directora municipal de Orden y Seguridad Ciudadana, explica que el equipo de guardias municipales para operativos nocturnos varía según el día, pero los fines de semana suele ser de entre seis a ocho miembros. Tras la denuncia, el equipo llegó para sofocar el fuego con ayuda de los vecinos.
«Parte de la población denuncia la presencia de los perros. Temen que sean agresivos»
Esta no es la primera vez que una denuncia relacionada con los perros de la plazuela Sucre llega hasta las oficinas de la citada dirección. Las más comunes son de ciudadanos «preocupados» por la agresividad de los canes, pues alegan que es un espacio en el que también juegan niños.
“Hay una señora que lleva comida y la extiende para que coman. Luego, el piso y los asientos se ensucian con grasa. También los perros defecan en el pasto, lo que es un peligro para la salud de otros animales por el parvovirus”, sustenta la funcionaria.
Entre otros hechos que destaca, está que, si bien la zona de la plazuela Sucre en el céntrico barrio de Las Panosas no es la más conflictiva, sí es el escenario de tres denuncias semanales en promedio. “Hay grupos de personas que se juntan a tomar -bebidas alcohólicas- en el quiosco y a veces resultan violentas”.
Alicia Valdez, una ciudadana que pasa la mañana del martes 6 de mayo en la plazuela, lamenta la quema de las casas mientras las observa. Para ella se trata de una crueldad a la que no encuentra explicación. Si bien no se identifica como una gran amante de los perros, es dueña de uno y sentencia: “Si decides tener un perro, es porque tienes el espacio para cuidarlo en casa”.
Aunque se alegra de que los perros tengan donde pasar las noches de frío, opina que tal vez existan mejores lugares. “Tal vez hay que buscar otros espacios, la casas cambian la estética de la plazuela y, además, es un lugar de esparcimiento para la población”.
También recuerda un antecedente de daños a este tipo de viviendas: “Hace un par de años vi unas casas para perros forradas de nailon azul en el camino a Falda la Queñua. Me pareció algo muy lindo. Pero no duraron muchos días, porque se las robaron”.
En la entrevista, Gonzalo Torres refiere que la solución parte de políticas públicas para frenar la reproducción masiva de estos animales, situación que no cambia con el pasar de los años. «Lo único que ha cambiado es el nombre del alcalde».
El activista recuerda que los grupos voluntarios presentaron un plan de acción a la Alcaldía, mismo que hasta la fecha no ha sido tomado en cuenta. Refiere que es importante ejecutar un plan de esterilización y también de educación a la ciudadanía sobre el cuidado de los animales domésticos.
Mientras Alicia recuerda la historia, dos niños juegan en el quiosco de la plazuela con un pequeño cartón, un pedazo restante de los que la mujer que alimenta a los perros usó para reparar como mejor pudo las casas quemadas.