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La mancha urbana se extiende sin control y bajo presión social, situación que obliga al Gobierno Municipal de la ciudad de Tarija a dar aval a nuevos asentamientos que cambian el verde natural del bosque por el naranja del ladrillo, en medio de un creciente negocio que crece bajo la sombra de la ilegalidad: los loteamientos.
Entre ese caos que se traduce en angostas y soleadas calles sin veredas, ni espacios para la interacción, hay un barrio que surgió bajo una clara estructuración, la cual abre espacios verdes, de reacreación, salud y educación.
Una de las necesidades básicas de los seres humanos es tener acceso a un espacio para construir su vivienda en armonía con el entorno social y natural que compete a las normas de una ciudad.
La experiencia del barrio Luis Espinal en la ciudad de Tarija, se constituye en una respuesta efectiva desde la autogestión vecinal para la construcción de comunidad, partiendo de las necesidades de viviendas dignas, servicios básicos, espacios públicos de encuentro y equipamiento para la población.
Una ciudad desordenada
La falta de un plan de desarrollo urbano municipal complicó la habilitación de terrenos, asegura la dirigente barrial Sabina Gonzáles Altamirano.
Los habitantes de las nuevas urbanizaciones utilizan mecanismos improvisados para enfrentar los problemas relativos con la integración urbana, y construyen sus viviendas sobre un terreno ocupado irregularmente o a través de acuerdos informales.
Los barrios que se abren espacio entre la ilegalidad no cuentan con ninguna conexión de servicios básicos, tienen construcciones deficientes y no cuentan con áreas verdes ni equipamiento.
La mayoría de los asentamientos irregulares son promovidos por loteadores que incurren en el delito de estafa, además de brindar falsas esperanzas de un techo propio a un sector vulnerable, generalmente de personas migrantes que se dedican al comercio informal, según revelan desde la propia Alcaldía.
El director de Ordenamiento Territorial de la Alcaldía de Tarija Gonzalo del Carpio explica que en este momento se están “legalizando” las urbanizaciones irregulares en el marco de la Ley Nacional 247 de planimetrías que finalizó el año pasado, pero que con la Ley Municipal 268, se continúa la ejecución de planimetrías de diferentes zonas de la ciudad.
Para la oposición, la Ley 247 de regularización de derecho propietario solo favorece los avasallamientos y loteamientos.
En el caso de la normativa municipal 268, pone un condicionante que es de habilitar áreas verdes, respetar ancho de vías y no ocupar aires de quebrada. “Sería como un conglomerado de personas que pretenden aprobar una extensión territorial en masa para que las mismas cuenten con una propiedad legal de vivienda”, explica el funcionario municipal.
En la actual gestión municipal que inició en mayo de 2021 fueron aprobadas 80 planimetrías y 180 se encuentran en ejecución.
Una planimetría es la regularización técnica y administrativa del derecho propietario.
Uno de los casos de las nuevas planimetrías aprobadas es del barrio Mirador Los Pinos ubicado en la ruta a San Andrés. La presidenta barrial Carmen Alicia Gallardo refiere que los principales obstáculos para aprobar las planimetrías son los lineamientos, porque las casas estaban sobresalidas y algunos propietarios no querían ceder los espacios.
La concejal y presidenta de la Comisión Jurídica del Concejo Municipal Marcela Guerrero remarca que en la problemática de los barrios constituidos y de nueva creación se busca salvaguardar áreas verdes como de equipamiento.
Respecto a la planificación urbana y el crecimiento desordenado de la ciudad, desde la Alcaldía socializan el nuevo plan director de ordenamiento territorial (PDOT) que pretende remodelar la ciudad, su orden y funcionalidad en los próximos 20 años.
El director municipal de Planificación Integral Joel Bass Werner señala que la puesta en marcha de este plan es la vía para solucionar la problemática de un crecimiento “caótico y desordenado”.
El funcionario explica que la mancha urbana de la ciudad de Tarija es “bastante amplia”, porque podría albergar hasta un millón y medio de habitantes, cuando de acuerdo a las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) cuenta con 272.692 habitantes.
Bass Werner sostiene que Tarija es un ejemplo claro de crecimiento desordenado cuando no se planifica una ciudad de manera integral, y agrega que a consecuencia de ello se tienen “graves problemas” como la necesidad de mayor gasto e inversión pública para servicios de red a los nuevos barrios e urbanizaciones.
La mayoría de los barrios nuevos no pagan impuestos al Gobierno Municipal al no estar legalmente establecidos.
“Tenemos que darnos cuenta que esto no es reciente, son asentamientos humanos que fueron realizando mínimamente los últimos diez años”, dice el funcionario.
El director municipal admite que además de miles de familias que se asientan por la necesidad de vivienda, existe también un gran número de “negociantes de la tierra” que compran en áreas rurales.
Los negociantes a los que se refiere hacen loteamientos de forma indiscriminada, mismos que utilizan a los nuevos vecinos para que presionen a la Alcaldía por su aprobación, logrando de esta forma sacar grandes dividendos.
“Un negocio ilegal presente a nivel nacional que genera problemas en todos los municipios”.
Bass Werner complementa que hay una “descoordinación institucional” y una limitación de competencias entre lo urbano y lo rural, donde el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) es el que tiene la tuición sobre títulos de propiedad que son para uso agrario, pero que los terminan urbanizando.
El arquitecto Hugo Borda Villena plantea metodologías y teorías a respuestas de problemas que presenta la ciudad de Tarija.
Borda presentó el año 2022 el libro Lineamientos de planificación para el diseño urbano, donde se explica qué es una ciudad, cómo se estructura, qué fenómenos se deben estudiar y cómo se organiza para hacer una buena administración en su integridad. El urbanista refiere que es importante lograr acuerdos entre la gestión municipal y los vecinos para crear espacios amigables.
El arquitecto urbanista e integrante del Centro de Estudios para el Desarrollo Urbano Territorial (CEDUT) Rodrigo Sierra remarca que uno de los grandes problemas de la ciudad de Tarija, además de la ausencia de una planificación adecuada, es la falta de socialización de las normativas vigentes para la aprobación de nuevas urbanizaciones como de espacios públicos que se deben ceder para áreas verdes, de equipamiento y vías.
“Hace dos años cuando Johnny Torres ya era alcalde se pone en vigencia una ley municipal de planimetrías que pone muchas condiciones para las nuevas urbanizaciones; de que paguen impuestos y la regularización de las construcciones clandestinas”.
La normativa remarca que el Gobierno Municipal necesita de esos recursos para dotar a los barrios de agua, luz y servicios.
El arquitecto especializado en urbanismo explica que existe una negociación entre las juntas vecinales y la Alcaldía. “Los vecinos también ponen condiciones; ahí se hace una excepción en la ley y se determina que entre área verde y vías se llegue al 30 % para la aprobación de sus planimetrías, bajando el 46 % previsto”.
El especialista explica que el resultado de estas negociaciones se refleja en nuevas urbanizaciones que dependiendo del ancho de vía llegan al 30 % solo en vías y no tienen áreas verdes o de equipamiento.
Rodrigo Sierra recuerda el caso de Aranjuez, una zona donde había loteamientos y asentamientos previos a la declaratoria de reserva en el año 2013.
Los vecinos están en proceso de aprobación de planimetría y cumplen con el 15 % de áreas verdes y de equipamiento, dejando áreas de protección y de reforestación. “Si los vecinos cumplen con el plan diseñado se puede pensar en barrios organizados en 10 o 15 años como sucedió en el barrio Luis Espinal”.
Un barrio verde desde la autogestión
En el barrio Vauban de Friburgo, Alemania no hay espacio de parqueos: los autos son relegados a dos estacionamientos de pisos en las afueras del distrito, dejando la mayor parte del espacio de la calle a peatones y ciclistas.
La mayoría de los residentes viven en casas pasivas sin sistemas convencionales de calefacción central, que extraen calor de los frentes orientados al sur, ventanas de triple panel y aislamiento de paredes. Otros tipos de hogares también son altamente eficientes desde el punto de vista energético: se estima que el distrito usa alrededor del 50% de la energía que hace un distrito regular.
Vauban es conocido por ser la parte más verde de la ciudad más verde de Alemania. Situado en el suroeste de Alemania, a los pies del Bosque Negro y la montaña Schoenberg, Friburgo fue proclamada como la capital para la protección del clima en 2010 , y ganó el mismo año el reconocimiento internacional en la Exposición Universal de Shanghai, China.
La historia de este particular barrio alemán se remonta a los años 90, cuando este sitio era solo habitado por un grupo de soldados franceses que lo habían ocupado a finales de la Segunda Guerra Mundial. “Tras la caída del muro de Berlín y la reunificación del este y el oeste de Alemania, las tropas se mudaron, dejando sus barracas vacías y las calles desiertas”, destaca su historia el sitio web de apolitical. La Academia Apolítica Global ejecuta programas de liderazgo público, la cual destaca la autogestión de este vecindario alemán.
Los nuevos residentes se mudaron para ocupar los edificios vacíos: estudiantes, padres solteros y personas de bajos ingresos que se unieron para formar la organización SUSI, una iniciativa de liquidación independiente autoorganizada.
Es decir, los nuevos habitantes empezaron a realizar autogestión y crear políticas públicas a favor de una mejor convivencia, respetando equipamiento, espacios de interacción, pero especialmente áreas verdes.
Los resultados son claros, pero en este caso, hubo objetivos comunes con la gestión pública y la empresa privada.
“Queda la pregunta de si el modelo Vauban podría replicarse o no en otro lugar. Es probable que pocas ciudades encuentren un área para planificar y construir un nuevo desarrollo durante la noche, y los éxitos de una administración proverde en el gobierno local de Friburgo han apoyado el desarrollo ecológico en el distrito; sin embargo, el ejemplo demuestra que la planificación urbana realizada teniendo en cuenta el medio ambiente es posible”, señala el sitio de Apolitical.
Si bien cualquier barrio boliviano aún está lejano de convertirse en un Vauban, sí existen casos de autogestión vecinal, donde se priorizan las áreas verdes, el equipamiento y el cumplimiento de normativas para tener un espacio amigable. Uno de esos casos fue identificado en el sur, en la ciudad de Tarija.
Luis Espinal: el caso tarijeño
El barrio nació de un asentamiento popular, pero logró en el año 2010 pagar sus lotes de terreno a un precio social, en un manifiesto escrito por su expresidenta e histórica dirigente Sabina Ansia Gonzales Altamirano.
Los vecinos se autodefinen como un barrio “revolucionario”, en honor al personaje que encarna el nombre, que desde el compromiso y la organización, gestionaron el derecho a la vivienda, pero especialmente a un hábitat digno.
Luis Espinal Camps fue un sacerdote español que llegó en 1968 a Bolivia como misionero jesuita. En el país resaltó por su lucha a favor de los derechos humanos en periodo de dictadura, siendo asesinado por grupos paramilitares en el año 1980 tras ser secuestrado y torturado en La Paz.
Humberto Mendoza Mamani, quien fue el primer presidente del barrio Luis Espinal, es un profesor de carrera, quien recuerda que en 1982 pertenecía al Sindicato de Inquilinos San Martín, cuyo principal objetivo era obtener una casa propia.
“La intención de adquirir esos terrenos era pagando los espacios a menor costo, no se pretendía que fuera gratis”, asegura Humberto Mendoza al recordar esos años de “duro trabajo”.
Mientras sostiene sus álbumes de fotos, don Humberto relata cómo inicia el surgimiento de la participación colectiva vecinal que dio como resultado, a lo que es hoy el barrio Luis Espinal con sus respectivas áreas de servicios y de equipamiento.
El trabajo comunitario para la construcción del barrio Luis Espinal inició el 11 de mayo de 1985, cuando un grupo de mujeres jugó un papel fundamental en la dirección y participación de las tareas grupales que ameritaba esta actividad; ellas realizaban su labor de colaboración en el día; mientras los hombres trabajaban por la noche después de regresar de sus fuentes laborales, quienes de manera conjunta, consolidaron las primeras aperturas de calles para transitar.
La primera avenida fue bautizada como Abel Costas Montaño, en honor al entonces arzobispo de Tarija, quien fue garante y colaboró en la construcción del barrio. “Fue la primera vía que se trabajó a pala y pico para transitar a pie”, comenta Humberto.
Mediante el arzobispado se vieron alternativas para cubrir ciertas necesidades, opciones que ayuden al desarrollo vecinal, las visitas de organismo no gubernamentales (ONG) y financiadores, cuyo aporte no era específicamente económico, sino de intercambio de servicios.
Otro actor que jugó un papel fundamental para la implementación de servicios básicos fue la Unidad Ejecutora del Proyecto para Agua Potable y Alcantarillado Sanitario de Tarija (Uneprat) de la extinta Corporación de Desarrollo (Codetar), la cual permitió la apertura del primer pozo de agua.
Con la apertura de ese pozo, la Cooperativa de Servicios de Agua y Alcantarillado de Tarija (Cosaalt) abrió paso al servicio potabilizado.
También se continuó el trabajo comunal para solicitar otro servicio importante: la luz.
Este servicio se consiguió a través del pago de aportes de los vecinos, con ello se obtuvieron los primeros postes públicos e instalación eléctrica.
Por medio de Caritas Bolivia, los vecinos consiguieron financiamiento para la construcción del primer salón barrial, la guardería y un comedor popular.
“Para conseguir todo lo que tiene el barrio, hemos aportado nuestro tiempo y trabajo, no hemos estirado la mano, sino que poníamos nuestra contraparte para contar con los servicios que necesitábamos”, rememora la señora Sabina Gonzáles con una exactitud de cifras y tiempos precisos.
Sabina recuerda la costosa vida de los años 80, cuando el país se recuperaba de la hiperinflación que se tuvo en el Gobierno de la Unidad Democrática Popular (UDP), el cual encabezaba el presidente Hernán Siles Suazo.
Asegura que el barrio se consolidó como tal “en menos de diez años”, con servicios básicos y trámites legalizados.
Sabina fue presidenta del barrio por más de 30 años y sus memorias evidencian que la participación, la unión vecinal y la organización fueron “claves” para consolidarse como una comunidad que preserva su identidad histórica.
381 familias consolidaron el barrio, 51 % son oriundas de Tarija y sus alrededores, mientras que un 49 % provienen de otras latitudes de Bolivia.
Para la señora Sabina ningún barrio ha logrado plasmar la visión de este vecindario, el cual respeta las áreas verdes, de equipamiento y vías.
“En otros barrios hemos visto de que no había la convicción como líderes, y se tenían otras visiones de los dirigentes de lucrar”.
Acota que el barrio Luis Espinal ha sido creado bajo una necesidad, la gente no tenía dónde vivir. “Lo hicimos con trabajo colectivo, cada año aportábamos diez jornales de trabajo por familia, y para cualquier acción o decisión participábamos todos”.
Planificación urbana adecuada, una tarea pendiente
La dirigente barrial explica que la planificación la realizaron en base a su estructura orgánica como junta vecinal; con delegados de calle y organizaciones que ya existían como el centro de madres, el centro juvenil, la junta escolar, el sindicato de inquilinos y el proyecto 11 de Mayo.
Refiere que la asamblea general fue la instancia de “mayor de decisión”, donde todas las organizaciones se reunían para planificar las actividades del año; por ejemplo, la construcción del colegio.
Para la construcción del colegio los afiliados al proyecto 11 de Mayo hicieron 5 mil adobes, mientras que en el área de equipamiento, diferentes organizaciones construyeron sus sedes, como ser la primera biblioteca barrial.
La actual presidenta de barrio Luis Espinal Marianela Tejerina señala que se hacen gestiones para generar oportunidades productivas y un nuevo parque infantil. “Se tiene como objetivo la reactivación de algunas áreas de servicio y equipamiento; por ejemplo, reactivar la panadería y la biblioteca, además de mejorar el funcionamiento de la cancha de fútbol como del consultorio vecinal», remarca.
Para Marianela que cumple su segundo año de gestión reactivar el sector productivo es una de las metas más codiciadas.
Uno de los sectores visibles en el barrio es el mercadito Luis Espinal con sus casetas precarias, pero que se proyecta en la construcción de un centro de abasto para todo el distrito 9 de la ciudad.
“Como vecinos se solicitó la dotación de casetas que sobraron de algunos mercados”, cuenta Flavio Giménez, quien es vicepresidente de este centro de abasto.
El centro de abasto forma parte de la Federación de Mercados y cuenta con 24 puestos de venta, es autogestionado por los vendedores, pero si se consigue el financiamiento de la Unidad de Proyectos Especiales (Upre), se tiene una proyección de 84 puestos de diversos rubros.
Las gestiones ante esta unidad especial del Gobierno nacional iniciaron hace cinco años y esperan una respuesta para dar inicio al proyecto.
El barrio también cuenta con una comitiva que se encarga de la capilla, su presidenta es Cecilia Pérez Loayza, quien encabeza actividades de convivencia y apoyo entre las familias del barrio, mismas que dan un clima de seguridad en la zona.
“Con cada grupo hacemos roles de trabajo de acuerdo a sus posibilidades económicas y de tiempo, para poner ventanas, hacer el cerramiento perimetral y terminar los trabajos de remodelación de la iglesia” destaca.
La falta de un plan desarrollo urbano municipal complicó la habilitación de terrenos, asegura la dirigente.
Como ocurre con las principales ciudades de Bolivia, Tarija crece aceleradamente malogrando el amplio espacio que tiene, con una débil política pública municipal que termina cediendo a la presión de mafias que lucran con la tierra.
En medio de ese caos, resalta la iniciativa vecinal de Luis Espinal que ante la ausencia de políticas públicas efectúa acciones concretas por medio de la autogestión, sin incumplir normativas municipales y priorizando una buen convivencia entre la comunidad.
El reportaje se elaboró en el marco del Fondo concursable de apoyo a la investigación periodistica, enmarcado en periodismo de soluciones (PdS), organizado por la Fundación para el Periodismo con el apoyo de la National Endowment for Democracy (NED).