Nacida en Cochabamba en una familia con fuerte inclinación hacia la medicina, Yara Rodríguez Zabala sintió una profunda conexión con la biología desde su formación escolar, pero con el pasar de los años, se adentró en el mundo de la biotecnología, decidiendo continuar sus estudios universitarios es esa área.
“Con la medicina tú puedes estudiarla como es, pero con la biotecnología puedes utilizar herramientas de ingeniería genética para cambiar la biología”, dice sobre los motivos que finalmente la inclinaron hacia ese rubro.
Aunque sus padres se formaron en áreas humanísticas, en su familia existe una predominancia del área médica. Yara creció viendo a su abuelo, tíos y primas, vistiendo la bata blanca; sin embargo, aquel ambiente académico en el que creció gracias a su padre, historiador, y a su madre, socióloga, cultivó en ella otras cualidades que luego se complementarían con la investigación, como el amor por la lectura y la curiosidad requerida para investigar.
Su formación en Argentina fue fundamental para que diera sus primeros pasos en el mundo de la investigación. “Tuve muchos profesores que me inspiraron a seguir en la investigación”, asegura con la sencillez y calidez que la caracterizan.
Tras su retorno a Bolivia y luego de pasar por una serie de trabajos en diferentes áreas, ingresó a trabajar a la universidad San Simón de Cochabamba, con un grupo de científicos que estudiaban el virus del papiloma humano (VPH), adentrándose de lleno en la investigación en la salud; un área que despertaba en ella gran interés.
Su potencial en el área le fue abriendo nuevos caminos. La directora del proyecto en el que trabajaba en San Simón, la invitó a pasar una temporada en Bruselas, Bélgica, para continuar la investigación en la universidad de aquella ciudad.
Convencida de que la investigación en salud era lo que quería hacer por el resto de sus días, Yara empezó a buscar oportunidades para continuar su formación en Europa, logrando ser aceptada en un laboratorio de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, España, donde realizó su maestría en investigación, centrándose el cáncer de pulmón.
“Era un programa que me gustaba mucho, porque eran solo tres meses de clases teóricas, seguidos de nueve meses de investigación en el laboratorio”, agrega.
Durante su formación en Barcelona tuvo la oportunidad de estudiar con Israel Cañadas, quien realizaba su posdoctorado en el mismo recinto, y quien fue un “gran mentor” para Yara, pues el investigador tenía una reputación bien ganada en el mundo de la investigación oncológica.
Tras aquel periodo en Europa, decidió mudarse a Estados Unidos, donde continuó en el mundo de la investigación, esta vez haciendo un doctorado que le permitió estudiar el cáncer de próstata.
Yara reconoce que tenía un vínculo muy personal con aquel tipo de cáncer, pues su abuelo había fallecido con cáncer de próstata y temía que su padre pudiera desarrollar la enfermedad eventualmente, dada la predisposición genética que tenía.
“De alguna manera quería ser de ayuda para mi papá; seguramente eso ha jugado un rol en que yo hubiese escogido ese tipo de cáncer”, explica.
Cuando Yara se encontraba a la mitad de su doctorado en la Universidad de Northwestern de Chicago, en Estados Unidos, a su padre le detectaron cáncer, pero no se trataba de cáncer próstata, sino de un extraño tipo de leucemia, por lo que Yara decidió dar los primeros pasos para estudiar aquella enfermedad. “Ya estaba en el camino de la investigación”, agrega.
Su llegada a la prestigiosa Universidad Harvard, le brindaría las herramientas necesarias para encarar su investigación.
Tras finalizar el doctorado, Rodríguez fue admitida para realizar su posdoctorado en el Instituto Dana Farber de Harvard; un centro especializado en cáncer, donde la científica boliviana, desde hace poco más de un año, dedica sus esfuerzos a encontrar la cura para una de las mutaciones más agresivas de la leucemia mieloide aguda: la TP53. La mutación que habían detectado en su padre.
“No existe ningún tipo de tratamiento para tratar ese tipo de leucemia”, lamenta Yara. Es precisamente la ausencia de un tratamiento lo que hace que su trabajo sea tan relevante en el mundo de la investigación oncológica y de la medicina en general.
“Estoy tratando de encontrar dependencias o vulnerabilidades que las células tienen, para después atacar esas mismas vulnerabilidades o dependencias, de forma que la célula pueda morir”, dice sobre las características de su investigación.
Como parte de su posdoctorado, Yara aplicó a una beca para recibir financiamiento de organismos externos a la universidad, con el fin de obtener recursos suficientes para continuar con su trabajo por los próximos años. Como resultado, Rodríguez fue beneficiada con la beca del prestigioso centro Howard Hughes Medical Institute, a través de la cual ha recibido 1.5 millones de dólares para cubrir cuatro años de su posdoctorado y, posteriormente, cuatro años de trabajo como investigadora independiente.
Estos recursos son de gran valía, pues tener esta flexibilidad económica, le permite perseguir sus propias líneas de investigación, pudiendo cubrir el costo de materiales y equipos que considere necesarios, al margen de su manutención.
“Para mí es importante ser intelectualmente independiente y explorar mis propias ideas”, dice al respecto. “Soy la única en el laboratorio que está estudiando esa mutación y que sigue esa línea de investigación”, continúa.
Su trabajo podría marcar un antes y un después para los pacientes que poseen este tipo de cáncer, hasta ahora incurable. Sin dudas, el simple hecho de que se esté estudiando, es un aporte revolucionario al mundo de la ciencia.
Pero más allá de la investigación que realiza en Estados Unidos, Yara ha buscado seguir conectada con su Bolivia natal, apoyando a otros jóvenes que quieren dedicarse a la ciencia o buscan oportunidades de crecimiento profesional. Estos espacios los encontró en Clubes de Ciencia, en su momento, y Tu Beca Bolivia, donde voluntariamente dedica tiempo como mentora de jóvenes que aplican a becas, orientándolos en aspectos como la redacción de un ensayo o una carta de intención.
“A mí me tomó mucho tiempo conocer el sistema y me hubiera gustado tener a alguien que me oriente”, dice sobre sus motivaciones.
Desde Harvard, pero con una parte de su mente y corazón siempre en Bolivia, Yara espera que más talento nacional pueda triunfar en el mundo de la ciencia, ayudando a identificar oportunidades y acompañando en el proceso.