Las primeras palabras que suelta son de un español perfecto. Más adelante, algunas conjugaciones o tecnicismos lo delatan como extranjero, así como su ere. Si bien Rian Hoorelbeke vive entre Barcelona y su natal Bélgica, las visitas a Tarija, donde ha iniciado un proyecto voluntario para que los donantes de sangre se multipliquen como los panes, son una constante en su vida,
Rian, cuyo nombre se pronuncia así como se lee, visitó Bolivia por primera vez en 2012. Ese año llegó a la ciudad de La Paz por un intercambio que le permitió enamorarse de la cultura y de la gente boliviana. Al año siguiente regresó y viajó a Tarija con unos amigos, donde se quedó solo por unos días. En sus palabras: “Nunca conocí hospitalidad y afecto como la que me dio la familia Castellanos”.
Para cuando llegó la pandemia por covid-19 en 2020, Rian se encontraba en Barcelona, España. Desde allí, al otro lado del océano, podía ver a través de las redes sociales cómo Bolivia y su gente sufrían por falta de donantes de sangre, algo que le mostró una nueva realidad del país. “En Europa hay donantes voluntarios y no falta sangre. En Tarija se practica la donación de reposición, lo cual es un problema cultural que me propuse cambiar”, recuerda.
Ni bien pudo, se contactó con el Banco de Sangre de Tarija y con el doctor Etzel Arancibia, quien se encuentra a la cabeza de la institución, para ver cómo ayudar en la recolección de sangre. Como Rian se dedica al manejo de datos y cree que la tecnología es la respuesta a muchos problemas, empezó por diseñar una nueva página web para el Banco de Sangre.
Este trabajo voluntario para el Banco de Sangre se basa en dos pilares: la digitalización, con bases de datos para identificar a potenciales voluntarios y poder contactarlos; y la educación, para fortalecer la cultura de la donación de sangre en Tarija.
Sobre la primera, Rian asegura que: “Con una base de datos podemos saber qué personas tiene qué tipo de sangre y contactarlos cuando se la necesite, pero también recordarles cada tres o cuatro meses —que es el intervalo recomendado entre donaciones— que se acerquen a donar como voluntarios. Bolivia está atrasada 20 o 30 años en materia de datos”.
Sobre la segunda: “Necesitamos cambiar la mentalidad. Hay muchos mitos falsos que rodean a la donación de sangre y que desaniman a las personas. Hace un tiempo que vamos a los colegios a repartir información. También logramos un convenio con la universidad estatal. Tenemos que enfocarnos en los jóvenes”.
Para cuando Rian se interesó en el tema, el Banco de Sangre tenía 35 donantes voluntarios al año. Tres años después, la cifra subió a 58. “Los voluntarios han crecido un 65 %. Quiero alcanzar el 80%”, asegura.
Hasta el 2023, Rian realizó todo este trabajo voluntario bajo su nombre propio, lo que le impedía acceder a financiaciones. Es por eso que siguió el consejo de crear una fundación sin fines de lucro. Junto a dos amigos belgas, que ya tenían experiencia con proyectos similares, fundaron Impacto Bolivia. Mientras los socios se encargan de conseguir financiadores, Rian se concentra en las soluciones tecnológicas.
A pesar del tiempo que le dedica a la fundación y al Banco de Sangre, es una actividad que realiza por puro altruismo, ya que no percibe ingresos de ella. Cuando se le pregunta qué pasatiempos tiene, Rian no sabe cómo responder: “Trabajo en Barcelona en una aerolínea donde soy arquitecto de datos más de 40 horas a la semana y tengo la misma función en una empresa en Bélgica como consultor. Los fines de semana los dedico al proyecto en Tarija. Mi sueño es crear algo que dure muchos años y trabajar, algún día, por el medioambiente también. No tengo tiempo para otras cosas”.