En un esfuerzo por impulsar la capacidad emprendedora y brindar oportunidades a mujeres en situación de vulnerabilidad, el programa «Emprendiendo Juntas», impulsado por la Alcaldía de Tarija, ha surgido como una iniciativa para aquellas mujeres que enfrentan dificultades como la violencia y la privación de libertad. También está dirigido para madres solteras.
Este proyecto pretende fomentar el desarrollo de habilidades y la generación de ideas innovadoras, el cual ha logrado impactar positivamente a un segmento marginado de la sociedad: las mujeres privadas de libertad.
El proyecto, con una extensión de 10 meses, ofrece talleres en diferentes áreas como: artesanía, bisutería, panadería, repostería y transformación de alimentos.
Estos talleres no solo proporcionan conocimientos técnicos, también capacitan a las participantes en la identificación de oportunidades de negocio, creación de estrategias en las redes sociales y planes de acción efectivos.

Una de las historias inspiradoras que han surgido de este programa es de Natalia Jiménez, una de las propietarias del emprendimiento Luna Yacuibeña, especializado en repostería.
Según Natalia, el programa no solo representó una oportunidad para desarrollar sus habilidades empresariales, sino también una red de apoyo invaluable. Antes de su ingreso al penal, asistía a un centro de capacitación donde comenzó a formarse en la transformación de alimentos. La detención por el impago de pensiones alimenticias interrumpió su progreso.
Es en el centro penitenciario donde descubrió que se ofrecían cursos similares y solicitó su participación.
«Durante el programa, aprendimos teoría empresarial, gestión de costos, creación de marca y estrategias de marketing».
La mujer relata que recibieron una capacitación en repostería que amplió sus habilidades y le permitió vender sus productos dentro del penal.
Explica que al principio fue «difícil», porque la normativa interna indica que deben tener seis meses de estadía como mínimo para obtener el permiso de venta en el pabellón de varones.
«Solicité audiencia y prácticamente fui a pelear con el consejo para que me dieran el espacio de venta». El Consejo del Penal está compuesto por la directora, una policía y una trabajadora social.
La motivación de Natalia detrás de su dedicación al emprendimiento fue su preocupación por el bienestar de sus hijos y la necesidad de encontrar una fuente de ingresos para alimentarse a sí misma.
Recuerda que en el penal de Morros Blancos no brindan alimentación a las mujeres, solo reciben un prediario que llega después de determinado tiempo. El prediario es un pago mínimo que hace el Estado a los internos en los centros penitenciarios del país.
¿Cómo llegó al penal? Tras separarse de su pareja y no contar con una economía estable, la custodia de sus tres hijos fue otorgada a su expareja, con la responsabilidad de cubrir las pensiones.
Sin embargo, la pandemia la dejó sin trabajo, lo que derivó en un proceso en su contra por el cual estuvo detenida.
Natalia fue detenida entre 2022 y 2023 dos veces, en la segunda ocasión frente a su hijo en el Día de la Madre durante la hora cívica. Para ese entonces, su hijo mayor decidió vivir con ella tras salir del internado.
Por la detención, su hijo se quedó bajo el cuidado de su madre, mientras Natalia estaba encarcelada. Desde la cárcel, impulsó su negocio, cuyas ganancias las transfirió a su familia.
Su preocupación la llevó a perseverar y a encontrar una solución creativa para mantener a su hijo y a su madre.

“Cuando ingresé a la cárcel, me sometieron a 15 días de confinamiento y me despojaron de todas mis pertenencias, incluido el escaso dinero que tenía. Le pregunté a la sargento cómo haría para alimentarme durante ese tiempo, a lo que respondió que una vez fuera del confinamiento me devolverían mis cosas. Durante ese período, Lucero compartió su comida conmigo», recuerda sobre otra compañera que la ayudó en el tiempo en el que estuvo recluida, quien luego se convertiría en su socia.
«Al salir de ese periodo, me uní al programa Emprendiendo Juntas, donde aprendí lo básico».
Cuenta que su compañera Lucero, quien es cofundadora del emprendimiento le instruyó en todo lo relacionado con la repostería. El proyecto lleva el nombre de Luna Yacuibeña en honor a ella.
«Nos volvimos muy cercanas porque compartíamos la misma cama, aunque era de una sola plaza; aún no comprendo cómo nos acomodábamos ambas. Pasé toda mi estancia en la cárcel junto a ella, mantuve una buena relación con la mayoría de mis compañeras, aunque no con todas», dice.
«Lo más difícil de estar tras las rejas es observar cómo las personas se van desmoronando poco a poco, cayendo en vicios, adicciones y depresión. Además, resulta doloroso no poder ver a tus hijos y saber que están bajo el cuidado de una persona violenta. Al salir de prisión, continué el proyecto emprendido junto a Lucero para salir adelante”.
Natalia salió de prisión en 2023 y junto a su socia Lucero hicieron de Luna Yacuibeña una realidad con una serie de ofertas para diferentes eventos.
Un programa desde el penal
Según el informe de la Defensoría del Pueblo hay 1871 mujeres privadas de libertad en Bolivia, por lo que existe una necesidad crítica de iniciativas que no solo promuevan la reinserción social, sino también la capacitación y el empoderamiento económico, como el programa Emprendiendo Juntas.
En un mundo marcado por desigualdades y desafíos, Emprendiendo Juntas emerge como una alternativa para seguir adelante, ofreciendo oportunidades para mujeres como Natalia, a quienes les permite transformar sus vidas a través del emprendimiento cuando salen de prisión.