Transformación y conocimiento para suplantar el viejo modelo extractivista son las principales características de la denominada economía naranja o creativa, la cual es impulsada en el país por nuevos emprendimientos, según refleja el trabajo presentado en noviembre en la ciudad de Cochabamba por el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres).
El libro Creatividad y emprendimiento: nuevas economías en Bolivia de editorial Plural muestra con datos cómo los emprendimientos en los campos de la informática, la moda, el ocio y la educación creativa se vuelven en los pilares de la economía naranja en el país.
Este trabajo fue presentado dentro del II Foro Internacional de Economía Creativa organizado por la Universidad Franz Tamayo los días 13 y 14 de noviembre en la ciudad de Cochabamba.
El estudio muestra que pese a las dificultades de la coyuntura económica, política y social del país, la economía creativa está dando paso a emprendedores bolivianos que logran sostenibilidad, generación de empleos y proyectos innovadores.
Con este trabajo se analizaron rubros como la industria de la moda, el software, el entretenimiento y la innovación educativa.
Acá te mostramos algunos de los resultados.
Servicio de software, un área lucrativa y flexible
En informática se utiliza este término para referirse al conjunto de programas, instrucciones y reglas para ejecutar ciertas tareas en una computadora u ordenador. Las personas que se dedican a esta tarea son conocidas como programadores.
El promedio de ingreso de los programadores de software es casi tres veces el salario mínimo de Bolivia, lo cual refleja el potencial como generador de ingresos de esta disciplina que se encuentra en crecimiento y es una de las industrias bandera de la economía creativa en el país.
El 38,72% percibe mensualmente entre Bs 5.000 a Bs 10.000. En tanto, el 26,22% gana más de Bs 10.000 y un porcentaje igual percibe entre Bs 2.500 y Bs 5.000. El restante 8,84% percibe menos de Bs 2.500. Se tiene una media de Bs 7.500 al mes con 40 horas laborales a la semana. En contraste, la media de los trabajadores urbanos es de tan solo Bs 2.300, por las mismas horas de trabajo.
Hay más programadores hombres en un 76% que mujeres que llegan al 24% a diferencia del promedio del resto de la población económicamente activa urbana, donde el 53% son varones y el resto mujeres. También hay una concentración de las edades de los programadores entre los 25 y 40 años, lo que muestra una población principalmente joven.
Casi el 50% de los programadores son solteros o divorciados y sin hijos. Esa es una cifra alta comparada con la población económicamente activa (PEA), donde solo el 38% de las personas son solteras o divorciadas.
La moda y las barreras de género
Una de las ramas que tiene un fuerte impulso en la economía naranja es la moda, si bien es un área con mayor participación de la mujer, el problema de género se mantiene, según identificó dicho estudio.
El 70% de la fuerza laboral de la industria de la moda en Bolivia está compuesta por mujeres. Hay una alta participación femenina, pero no garantiza la equidad entre hombres y mujeres.
Las desigualdades de género en el acceso a puestos laborales y de liderazgo repercuten en los salarios percibidos por las mujeres de este sector creativo.
La industria creativa de la moda está compuesta principalmente por marcas relativamente nuevas, con 10 años o más de vigencia en el mercado. Más del 90% son microempresas y la mayoría son unidades productivas unipersonales.
La edad promedio de las propietarias de estos negocios es de 36 años. El estudio detecta una presencia importante de empresas de creación reciente lideradas por mujeres jóvenes.
El nivel de educación de las mujeres que poseen una empresa en el sector es alto. El 96% ha tenido acceso a la formación académica a nivel universitario, algunas de ellas se encuentran cursando su carrera actualmente, otras la han finalizado o han obtenido títulos de postgrado; sin embargo, no todas tienen formación en áreas vinculadas a la gestión o diseño de moda.
Santa Cruz concentra el mayor porcentaje de propietarias de marcas de moda con estudios universitarios en el área y es el departamento con mayor cantidad de empresas que reportan altos niveles de competitividad en comercialización que es del 68%. “Estos resultados son evidencia de la importancia del rol de las instituciones de educación superior en el desarrollo de la economía creativa”, refiere el trabajo.
El ocio y la dimensión económica
En este caso, las actividades recreativas y de ocio generan movimiento económico, tanto en la comercialización de insumos como en material deportivo, además de los servicios asociados a las mismas: restaurantes, venta de bebidas, alquiler de espacios y otros.
Las actividades recreativas y de ocio son frecuentes: más de la mitad de la población boliviana las realiza al menos una vez al mes, pero se trata principalmente de actividades deportivas.
El fútbol ocupa un lugar privilegiado para los bolivianos; sin embargo, la participación no es homogénea y evidencia desigualdades importantes. Factores como el género, la edad y el nivel educativo influyen significativamente en las oportunidades de participación.
La brecha de participación entre hombres y mujeres refleja no solo diferencias en las preferencias recreativas, sino también el impacto de los roles de género y la distribución desigual de las tareas de cuidado, afectando especialmente a las mujeres de mediana edad.
La edad es otra variable que condiciona el acceso al ocio: los jóvenes y los adultos mayores disponen de más tiempo, mientras que las obligaciones laborales y familiares limitan las oportunidades para las personas de mediana edad.
Educación creativa
El estudio establece que en Bolivia se requiere la implementación de modelos educativos y políticas públicas que prioricen la innovación desde la etapa escolar, pues en la región hay ejemplos concretos como en Argentina, Brasil y México, donde existen escuelas basadas en la pedagogía Waldorf de Rudolf Steiner, que integra una educación más humanista y artística. En Colombia y Chile se promueve el método Montessori, centrado en el aprendizaje autodirigido.
Para el libro es esencial comprender la educación como el principal motor de transformación social y desarrollo económico. “En este contexto, la innovación educativa no es solo una opción para la educación tradicional, sino una necesidad para evitar su obsolescencia e imaginar futuros mejores”, indica el texto.
En comparación con otros países de la región, Bolivia ha experimentado la implementación de modelos educativos innovadores en una menor escala.
Entre los ejemplos citados se encuentra la red de escuelas comunitarias que explora un enfoque de educación alternativo y participativo, donde los estudiantes se integran en su entorno comunitario como cultural. Otra iniciativa pública es de las escuelas de formación técnica y tecnológica, donde se pretende articular a la educación con las necesidades del mercado laboral, fomentando el emprendimiento local.
En el campo de la formación creativa y artística, el estudio toma en cuenta el ejemplo del Instituto Eduardo Laredo de la ciudad de Cochabamba. En este caso, la enseñanza artística está al mismo nivel que las asignaturas académicas tradicionales.
Este instituto promueve una educación que no se enfoca solo en el conocimiento académico, sino también en el desarrollo emocional, creativo y social de los estudiantes.
El libro Creatividad y emprendimiento: nuevas economías en Bolivia fue encabezado por Santiago Laserna Fernández como director del Proyecto del Ceres y cuenta con la participación de los investigadores: Diego Boulocq Saavedra; Joel Kadir Lanza Rocha; Wara Moreno Barroso; Daniel Moreno Morales; Mauricio Moscoso Guttentag; Alex Ojeda Copa; Valeria Peredo; José Manuel Rocha Balboa y Valeria Salinas-Maceda.
Este trabajo invita a conocer y valorar los caminos por donde la creatividad y el emprendimiento están generando un nuevo tipo de economía en Bolivia. El libro se puede encontrar en las librerías de Plural Editores en todo el país o en Cowork Café en el parque Fidel Anze de la ciudad de Cochabamba.