[avatar user=»Mercedes Bluske» size=»thumbnail» align=»left» /]
[avatar user=»Jesus Vargas» size=»thumbnail» align=»left» /]
Mercedes Bluske y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-septiembre/2017) Ni la escena más impactante de la película Saw o “Juego del Miedo”, refleja el dolor que tienen que pasar los osos cuando son sometidos en las granjas del terror para sacarles la bilis.
La bilis del oso es comercializada en los mercados de Asia, especialmente China y Vietnam, por las supuestas propiedades curativas que tiene contra el cáncer.
Los osos en Bolivia no son inmunes al ataque de los traficantes de bilis. Los huesos también suelen ser un buen negocio para los mercados negros o ilegales.
“Una vez en la radio de Rurrenabaque un hombre de origen chino ofrecía dinero por huesos de oso”, recordó la científica, Ximena Velez-Liendo, quien encabeza un proyecto para la preservación del jucumari.
Hubo cazadores y otros pobladores que rápidamente vendieron los huesos al ciudadano chino, cuyo fin era el tráfico hacia el mercado asiático.
Como los huesos, la bilis de los osos también es comercializada por los mercados negros hasta Asia, aunque no existe con precisión datos sobre el contrabando de los mismos.
En China fueron encontrados en el año 2015 unos 200 mil osos presos en estas granjas clandestinas.
En estos lugares, a los osos les perforan el vientre hasta la vesícula para extraerles la bilis.
A los animales de casi 1,80 metros los visten con chalecos de hierro.
De las pequeñas jaulas cuelgan de sus vientres rasurados, unas cánulas sucias de las que sale un líquido pastoso o bilis.
Hay osos que estuvieron en esa posición hasta 20 años, extrayéndoles la bilis hasta que no quede una sola gota.
A unos los drogan y les pinchan reiteradas veces en el abdomen con agujas de 10 centímetros sin esterilizar hasta que les sacan todo el líquido.
Este negocio del mercado negro general al año unos 2 mil millones de dólares.

Suicidio
Es tan fuerte el dolor que sufren los animales en la extracción que no descansa ni un segundo, que deciden suicidarse, golpeándose con toda su fuerza en el vientre o pegándose la cabeza contra los barrotes.
“Osos luna”, es el apodo que reciben por la marca que dejan en su vientre tras los fuertes golpes que se dan.
Hay un caso en el que los científicos en Vietnam pudieron evidenciar cómo una madre decide matar a su cachorro al que lo estranguló, al ver que le empezaban a sacar bilis y posteriormente, ella se golpeó la cabeza contra las barras de la jaula hasta morir.
Esta es la única salida que encuentran al sufrimiento, aunque sus torturadores humanos, esperan que estén vivos para seguir extrayéndoles bilis, por lo que los encadenan, o les ponen trajes de hierro con el fin de evitar esta situación.
Contrabando
No hay datos precisos sobre el tráfico de bilis de Bolivia hacia los mercados asiáticos, tampoco de huesos, pero sí hay la certeza de que existe.
La bióloga e investigadora, Ximena Velez-Liendo, es la ganadora del Whitley 2017 otorgado por Whitley Fund for Nature (WFN), un prestigioso premio internacional para la preservación, quien accedió a sentarse a conversar con el equipo de Verdad con Tinta, sobre la realidad de osos en el país, especialmente el andino o jucumari.
La bióloga orureña de 41 años, puso su cuartel general en Tarija, colocando junto a su equipo de trabajo más de 120 ojos o cámaras trampa que hacen el seguimiento de estos animales en la zona de San Lorencito especialmente.
Otro paso de esta investigación es de colocar collares rastreadores a un grupo de animales para hacer un seguimiento más certero.
La científica saca sus equipos, se pone los lentes y rápidamente enseña las zonas de trabajo de investigación, pero cuando en su laptop se cruzan fotografías de los osos, deja la seriedad de un lado y en su rostro se dibuja la sonrisa de una madre como si viera un niño recién nacido, siendo invadida por una extrema ternura difícil de disimular.
Con la piel de gallina, como si los viera por primera vez, aunque incluso, ya tuvo la oportunidad de tenerlos cerca a estos particulares osos, que parecieran llevar unos anteojos, precisamente como la investigadora.
En las investigaciones, Velez pudo comprobar que parte de estos animales fueron víctimas de la caza o ataques de comunarios asustados por su presencia, cuando en realidad es una especie inofensiva, que prefiere esconderse del hombre.
“Solo cuando una madre se ve amenazada con su cachorro puede ponerse agresiva”, explicó la bióloga. Aclarando que generalmente en estos casos, lo que hacen los animales es buscar la forma de escapar, no atacar, contrario a lo que ocurre con otros osos.
“Es un peligro inminente el tráfico de bilis”, confirmó la investigadora, al referir que existe un grupo grande de personas chinas que ingresan al país con visa de turismo, aunque no puede constatarse que es para ese fin.
Son unos 28 mil ciudadanos chinos que ingresaron al país entre 2015 y 2017 según Migración.
Los científicos esperan que la aprobación de la ley nacional del jucumari, llamada “Ajayu”, marque políticas estrictas de protección, con el fin de evitar el tráfico de bilis como de huesos.
De no promulgarse esta normativa, está latente la presencia de granjas ilegales de osos para la extracción de bilis en el país.
Verdad con Tinta, en una investigación anterior, pudo comprobar que Tarija se ha convertido en una zona del tráfico de huesos, especialmente el Valle Central, ante la falta de control y la carencia de políticas departamentales de protección al patrimonio.