Pasaron dos meses del devastador incendio que afectó a Tarija y que encabezó titulares a nivel nacional e internacinal. Poco a poco el impacto medioambiental va dejando ver sus heridas, mostrando, una vez más, que los errores del pasado deben servir como aprendizaje para el futuro.
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Mercedes Bluske Moscoso y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-octubre/2017) Sin bosques, no hay agua. Esa es una de las lecciones más importantes que el fuego nos dejó, pues las llamas arrasaron con gran parte del ecosistema de la Reserva Nacional de Sama, lugar en el que se encuentra la “fábrica de agua” de Tarija, ubicada en el Rincón de la Victoria.
Sin memoria, no hay futuro. Ese es el aprendizaje que nos dejó el pasado, pues en los últimos 25 años, según la Fundación Rincón de la Victoria, hubo 14 incendios que superaron las 500 hecáreas en Tarija y que, de una u otra forma, comprometieron la producción de agua para el abastecimiento en la ciudad.
“El tema del fuego en Tarija, que es de origen antrópico, tiene consecuencias fuertes porque estamos hablando de que Sama es nuestra principal fuente de agua”, explicó el director de la organización Naturaleza, Tierra y Vida (Nativa), Iván Arnold Tórrez, respecto al incendio de agosto, en una entrevista con el equipo de Verdad con Tinta.
Según el director de esta organización ambiental, el funcionamiento hidrológico de la cuenca podría verse alterado ya que el fuego, al matar la vegetación, puede generar erosión hídrica o eólica, quitando al suelo su capacidad de absorción del agua.
“Los bosques son importantes para la regulación de los caudales hídricos”, acotó la responsable de conservación de Nativa, Marcela Zamora Petri, quien explicó que la vegetación hace que el agua se infiltre en la tierra y se dirija por acuíferos o aguas subterráneas, para posteriormente ir saliendo poco a poco hacia los ríos.

Los bosques montanos como los que se encuentran en el Rincón de la Victoria, son de suma importancia a nivel mundial para la captación de agua. Estos no sólo son capaces de captar lluvia, sino que también condensan la neblina y absorben su agua. Los pastizales, aunque poca importancia se les dio tras el incendio, también son de vital importancia, ya que no solo retienen el agua de lluvia, sino que también del rocío, generando un microclima en la zona.
“Se estima que se ha perdido aproximadamente el 70% de la capacidad esponjosa de la reserva para producir agua”, explicó el presidente del directorio de la Fundación Rincón de la Victoria, Virginio Lema Trigo, quien además explicó que esta situación se debe no solo a los incendios, sino a factores climáticos.
“La lluvia va lavando normalmente los cerros y eso hace de que cada vez sean más impermeables, que el agua se escurra”.
La impermeabilidad de los suelos que afecta a la vegetación, tambien tienen un impacto sobre los animales, que al no encontrar alimentación, abandonan la zona. De esta forma, el ritmo biológico del ecosistema va desapareciendo.
La forma en la que los árboles generan agua es sencilla. Sus raíces funcionan como esponjas que absorven el agua y la retienen para luego expulsarla cota a gota, cuando el líquido elemento comienza a faltar.
Sin embargo, en el caso de la Reserva de Sama no todos los árboles cumplen a rajatabla dicha función. Solo los árboles nativos son capaces de cumplir esta misión, es decir, los pinos arrayanes, guayabos y alisos.

La reforestación o reposición
“Reforestar es poner nuevas especies en el cerro, que seguramente se van a ver hermosas, pero que no aportarán agua, que es lo que necesitamos.
“La reposición es con las mismas especies del lugar”, explicó el representante de la Fundación Rincón de la Victoria, Virginio Lema.
Según Lema se le da un mal uso a la palabra “reforestación” para referirse a la reposición que debe hacerse en Sama.
Si bien la reposición es importante para evitar la erosión del suelo, es primordial saber qué tipo de vegetación es la adecuada, para evitar peores daños a futuro.
“Por suerte el fuego no ha llegado a la parte baja de ese valle”, aseguró el director de Nativa, Iván Arnold, quien además explicó que en la parte baja de la cuenca, la vegetación está compuesta principalmente de pinos como otro tipo de plantas coníferas, que son variedades introducidas en la zona que tienen alta combustibilidad.
Dicho lo anterior, es importante que la reposición sea hecha con plantas nativas de la zona, las que tienen una combustibilidad considerablemente más baja para prevenir en caso de futuros incendios, además de aportar agua.
Los pinos ciprés, que se encuentran en la reserva y en los alrededores de la toma de agua del Rincón de la Victoria, son árboles que fueron introducidos en la década de los 80, fruto de una reforestación.
“La gente no tiene porqué saber las variedades para la reforestación, pero para eso tiene que haber la asesoría de las instituciones, porque si no es como echar leña al fuego”, agregó Arnold.
Para el activista ambiental, Gonzalo Torrez Terzo, el proceso será lento ya que, a pesar que la montaña reverdecerá en un par de meses, el pasto se recuperará en pequeños manchones, pero con poca fuerza.
Respecto a los árboles, estos necesitarán entre 3 y 5 años para alcanzar un par de metros y aproximadamente 15 años para volver a llenar bosques, haciendo que los animales vuelvan.
Para Torrez, el mayor desafío de la reforestación radica en conseguir las semillas o plantines de las especies nativas de la zona, porque los viveros no cuentan con las cantidades suficientes.
Ante esta situación, la Sociedad Protectora de Animales de Tarija (SPAT), formó un grupo de voluntarios para conseguir semillas de los frutos o pequeños plantines que se encuentran en la zona de Sama, para posteriormente llevarlos a las áreas incendiadas, colaborando así con la reposición.
Con una visión similar, la Fundación Rincón de la Victoria encabezó una campaña para conseguir fondos, con el fin de crear un vivero que sirva para reproducir las especies nativas.
“Tenemos que hacer viveros que nos permitan reproducir y mejorar genéticamente esas plantas”, explicó Virginio Lema.
La cantidad de plantines o semillas dependerá de la capacidad del bosque, el cual, según Lema, no podrá ofrecer más de 40 o 50 mil plantas para el vivero, que estará protegido de la amenaza de los animales.
Una de las formas de conseguir árboles para el vivero es através de la recuperación de plantas que ya están en el lugar, pero en zonas en las que tienen pocas probabilidades de crecer, através de la recolección de semillas y a través de gajos, un método que tuvo experiencias muy buenas. Cada uno de estos procesos tiene su propio tiempo.
“Es un proceso de largo aliento”, aseguró. “La reposición de cada año tiene que ser muy paulatina y controlada, porque lo que estamos protegiendo es el agua, no solo el medio ambiente”.
La campaña busca que, a partir de la reposición de árboles, aumente la producción de agua en la Reserva de Sama, lugar en el que se encuentra la toma de abastecimiento de la ciudad de Tarija. “Estamos haciendo bosque para agua, que es muy diferente a hacer una plantación cualquiera”, concluyó Lema.