Una avenida y un área verde, más defensivos, serían los implementos previstos para evitar un colapso en caso de una inundación
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Mercedes Bluske y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-noviembre/2017) “Lamentablemente, no tuvimos otra opción” indica el secretario de Medio Ambiente de la Alcaldía, Álvaro Orozco Herbas, respecto al proyecto de la planta de tratamiento de aguas residuales que será ejecutada en la zona de San Blas.
San Blas fue la zona elegida por la Gobernación como la Alcaldía para erigir el proyecto de la planta de tratamiento de aguas residuales, uno de los más anhelados por los pobladores de Tarija ante el colapso de las lagunas de oxidación de San Luis.
Orozco explicó que el principal problema para emplazar este proyecto fue la aprobación social, que incluso estaba previsto realizarlo en Churata, donde no hay ningún problema por inundación. “Hubo votos resolutivos muy duros, que no quieren ni que se les informe de la planta”, dijo respecto a esa zona.
Tras el rechazo en Churata, en San Luis y en el municipio de Uriondo, San Blas fue la zona elegida.
Posteriormente, la Alcaldía de Uriondo manifestó su apoyo a la ejecución del proyecto, pero según los allegados a la gestión de la Gobernación, esta nueva inclinación fue más una postura política que un interés real, con el objetivo de dar un paso atrás nuevamente.
La investigación del potencial del río Guadalquivir y generación de mapas de inundación, realizada por un grupo de estudiantes de la Universidad Católica Boliviana (UCB-Tarija), devela que San Blas, está dentro de las zonas con riesgo de inundación, aunque en la ubicación de la planta, el curso iría más por el lado izquierdo, favoreciendo al proyecto en caso de una inundación.
Sin embargo, los datos de este estudio no descartan un porcentaje mínimo, pero igual abre una posibilidad de que la zona se inunde, lo que podría derivar en un desastre ambiental sin precedentes si afectaría la planta.
“Los expertos tendrán que hacer una valoración del manejo del defensivo, para asegurar la planta de tratamiento”, respondió el secretario Orozco.
La obra tiene previstos tres grandes componentes para evitar esta situación, según explica Orozco.
Un componente es la habilitación del conector 4 en el río Guadalquivir. El segundo es la construcción de una avenida costanera que divida el lecho del río, con un área verde y la planta, con el fin de evitar cualquier riesgo de inundación. El tercer y último componente es la planta en sí.
“Toda la planta estará rodeada de una gran área verde que servirá para amortiguar el agua en caso de una crecida del río”, explicó.
“Todos esos detalles técnicos se están tomando en cuenta y deberán asumirlos la empresa que se adjudique la obra”, acotó el concejal, Alan Echart Sosa, quien es presidente de la subcomisión de Servicios Públicos del Concejo, uno de los defensores del proyecto.
Echart mencionó que el rechazo social a la realización de una planta de tratamiento fue el común denominador en todas las zonas donde intentaron hacer el proyecto.
“En el subconsciente del ciudadano está lo ocurrido con San Luis con los malos olores y eso dificulta en el proceso de socialización”, lamentó.
Explicó que en el primer proyecto de Churata, el rechazo fue unánime por la comunidad de San Blas, como explicó anteriormente el secretario de Medio Ambiente.
En el barrio de San Blas, la situación fue diferente, al conseguir el aval de la dirigencia vecinal.
“Nos reunimos con los distritos 12 y 13, donde les explicamos el proyecto, les dijimos que es una tecnología nueva, que es muy distinto a lo que tenemos en San Luis con los malos olores, de que habrá áreas verdes”, refirió el concejal.
La aceptación social está, por lo menos del barrio, no así de la comunidad, pero queda un problema, el daño ambiental y especialmente, el riesgo de inundación al estar la obra en un lecho de río.
“Topográficamente es el lugar más apto, entre Obrajes con El Temporal, es la zona más baja”, acotó Orozco.
El secretario explicó que incluso la ubicación sirve para evitar un gasto mayor por el bombeo. Al estar la planta “aguas abajo” del río, no se requerirá del sistema de bombeo a presión, siendo natural el cauce, aprovechando la topografía del lugar.
Esta situación reduce los gastos de energía por el bombeo a presión que serían millonarios.
Empero, los expertos en ingeniería, refieren que al hacer una construcción de este tipo en un lecho de río, puede generar un mayor gasto por las medidas de seguridad que deben implementarse para evitar cualquier colapso por un riesgo de inundación.
Una vez más, Orozco vuelve a referirse al argumento más fuerte del proyecto, el tema social.
Echart incluso recordó que en las anteriores gestiones de la Gobernación y la Alcaldía, perdieron inversiones de Alemania y Holanda por el conflicto social.
“Estas eventualidades obligan a tomar decisiones técnicas, políticas y administrativas”, cerró Orozco de forma tajante sobre la determinación asumida de este proyecto que tendría un costo aproximado de 13 millones de dólares.