No es un tema exclusivo de las instituciones como la Alcaldía o EMAT, en realidad es un problema social
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Mercedes Bluske y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-agosto/2018) Avenida Víctor Paz Estenssoro… pasa un vehículo a considerable velocidad, abre la ventanilla el conductor y de pronto, sale volando una bolsita de refresco; quien va en el auto de atrás, por fortuna tiene la ventana cerrada, sino el plástico le llegaba directo a la cara. Nadie le dice nada…pues es normal este accionar en la ciudad.
Cambiamos de sitio. Plazuela Sucre, hay basureros por lo menos en todas las esquinas, por ahí, pasa un grupo de jóvenes, uno de ellos tira un papel de caramelo al suelo, pese a que el contenedor se encontraba a escasos cinco metros de él… “muy lejos”, opina.
Otro joven en broma refiere que por algo hay funcionarios de la Alcaldía para limpiar, porque botar los desechos en los contenedores, hace que se les quite su trabajo, dice con una ligera sonrisa, tanto como su pensamiento.
Pero hay lugares donde la situación es más compleja, donde los 236 funcionarios de la Entidad Municipal de Aseo de Tarija (EMAT), no logran abastecer.
En las afueras de la ciudad de Tarija, la basura se acumula al borde de los caminos de tierra, los perros callejeros se encargan de expandirla por todo el entorno natural, incluso pueden verse árboles de cuyas ramas cuelgan bolsas plásticas en lugar de frutos.
Una de las zonas que tenía este problema es San Mateo, que tras una serie de manifestaciones de sus vecinos, consiguieron que aumenten los servicios de recojo de basura, además del inicio de campañas de concientización para que no lancen desechos en la ruta.
“Multa Bs 500 si bota basura”, dice un letrero a orillas de la quebrada de El Monte en el barrio San Jerónimo , alrededor del mismo, se ve un cúmulo de escombros mezclados con botellas plásticas. Por lo visto, nadie pagó la multa.
“No hay verdaderos mecanismos de control”, lamenta un vecino de este barrio, al referir que nadie hace caso al letrero al no existir un policía o un funcionario municipal que haga efectiva la sanción.
Esta imagen se repite incluso en la zona central, como ocurre en la intersección de las calles 15 de Abril y Sevilla, donde aparece un gran mural de la Alcaldía advirtiendo de multas por lanzar desechos a la calle, a su alrededor, hay cientos de papeles como bolsas nylon negras.
Todo empeora mientras más alejado es el barrio de la zona central, por ejemplo en San Bernardo, cuyas calles están bañadas en desechos de todo tipo.
Zonas reservadas para áreas verdes como Las Barrancas, solo tienen de verde las bolsas o botellas plásticas, con montañas de basura por casi todos sus espacios.
En los alrededores de la nueva terminal, la imagen no varía, desechos acumulados por doquier, una bienvenida no deseada.
“Tarija la ciudad más limpia de Bolivia”, es el slogan que usan las diferentes gestiones municipales, pero la realidad muestra una capital que todavía no recicla ni separa sus desechos.
El momento más crítico se vive al culminar las ferias callejeras, donde los productos ilegales o de contrabando pasan a ser legales tras recibir el aval municipal para asentarse.
Al culminar estas ferias, la basura queda desparramada por sus calles, cambiando el color del asfalto por el de los multicolores plásticos.
Ni siquiera los peregrinos a la virgen de Chaguaya cumplen su responsabilidad con el medioambiente. La ruta de peregrinaje, queda regada de plásticos más papeles que contaminan el área rural de los municipios de Cercado y Padcaya.
Al parecer se olvidan que en su calidad de fieles cristianos, deben cuidar el medioambiente que Dios les otorgó, por lo menos eso dice la religión.
La ruta de peregrinaje se torna blanca por los miles de vasos de plásticos que son tirados.
La muestra es clara, no existe una cultura ciudadana del cuidado al medioambiente en esta ciudad, misma que se disfraza en un falso slogan de “ciudad limpia”, que tapa la visión a los tarijeños del entorno en el que viven, como de su propio comportamiento.