Espumeante y rojiza así luce el agua que corre por este afluente que desemboca en el río Guadalquivir
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Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-agosto/2018) “No existe ninguna sustancia que sea inocua o inofensiva, es la dosis lo que hace al veneno”, comienza la entrevista con esta reflexión la ingeniera ambiental, Rosalba Angulo Reyes, quien es docente de la Universidad Católica Boliviana (UCB), de la Dirección de Ciencias Exactas.
Rosalba encabeza una investigación que inició el año 2014 a la quebrada Cabeza de Toro, quizás la más contaminada de la ciudad de Tarija que desemboca en el río Guadalquivir.
A esta quebrada, desembocan las aguas residuales de las curtiembres instaladas a sus alrededores, del Matadero Municipal como de las viviendas contiguas, siendo el resultado un color rojizo y espumeante. También puede sentirse desagradables olores.
Lejos de este espacio, Rosalba recibe al equipo de Verdad con Tinta en su segunda casa, el laboratorio científico de la UCB-Tarija, donde muestra partículas microscópicas de una cebolla a sus alumnos.
En letras no impresiona mucho, pero al acercar el ojo al microscopio, emociona ver la cantidad de partículas que se encuentran en un pedazo tan pequeño e insignificante al tacto humano.
Ella mientras pone el ojo en el microscopio explica un poco de qué es lo que uno tiene a la vista, mientras sobresalen sus llamativos rulos.
Rosalba es especializada en ingeniería ambiental, sus últimos años de estudio los dedicó a la calidad de aguas, y la ecotoxicología… ¿eco qué? Es la inevitable pregunta del periodista.
Con la calma que la caracteriza como docente, Rosalba explica que esta rama se ocupa del estudio del efecto de los contaminantes cuando estos se encuentran en el ambiente.
La cara del periodista refleja que todavía no le queda del todo claro, así que ella sin pregunta previa complementa la explicación. “En toxicología, la suma de uno más uno… no me da dos”, refiere.
Lo que pasa que no son solo los resultados concretos los que estudia esta rama, sino que tiene una serie de variables.
“Hay factores que son aditivos y otros que son antagónicos, o sinérgicos, hay otros que más bien se potencian, si a eso sumas que en el agua tienes organismos vivos, microorganismos que pueden hacer que estos compuestos se transformen, tienes una mezcla muy compleja”, acota.
En base a esta explicación, refiere que el análisis físico químico del agua, te da una mirada simplemente puntual. Con los estudios toxicológicos, no solo se muestra lo que ocurre con el agua, sino con el entorno ambiental en el que se encuentra el afluente, qué efectos producen esos contaminantes en el aire, en la tierra o en las plantas, entre otros.
Indicó que la legislación boliviana tiene parámetros establecidos para regular el vertido de aguas residuales; sin embargo, los mismos fueron realizados en base a estudios efectuados solo al líquido, pero no existe una medición o un nivel que incluya los efectos que puedan causar al entorno ambiental.
“Con los ensayos ecotoxicológicos, nosotros vemos el efecto de los contaminantes que ya están en el medio ambiente”.
Precisamente, los estudios realizados en la quebrada Cabeza de Toro de la ciudad de Tarija, servirán para demostrar que los parámetros de medición en Bolivia, deben ser modificados con el fin de tener un mejor manejo del agua.
El trabajo será presentado este jueves 30 de agosto en la ciudad de Cochabamba en el marco del Congreso Bolivariano de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, estando como una de las ponencias más esperadas.
Los resultados refieren que hay niveles de toxicidad que ameritan realizar estudios posteriores, trabajo con el que la ingeniera espera también obtener su doctorado.
“La idea además de hacer los estudios sobre los vertidos químicos, es tener criterios toxicológicos que nos sirvan para evaluar el riesgo ambiental”, complementó al referir que existirían niveles altos de contaminación, pero que deben contrastarlos.
Para hacer este tipo de trabajo, se requieren equipos de última tecnología que no son encontrados en cualquier centro comercial o tienda especializada del país, por ende la UCB contó con el apoyo de las universidades flamencas de Bélgica, mediante el proyecto VLIR-USO.
Mediante este convenio, el equipo de investigación que encabeza Rosalba, tiene equipos de última tecnología para efectuar el análisis ambiental preciso como toxicológico.
El equipo que realiza estos estudios está conformado por ingenieros ambientales que se graduaron de la UCB, además de estudiantes de los últimos años de esta carrera.
¿Cuál el alcance de este tipo de trabajos?
La científica refiere que los mismos sirven para que las instituciones estatales tengan parámetros más adecuados para normar los permisos con las industrias, además que las mismas empresas puedan hacer un mejor manejo de sus aguas residuales.
“Buscamos hacer una propuesta final con criterios como los que existen en la Unión Europea que tienen una escala para medir la toxicidad de los afluentes”, argumentó.
Al tener parámetros de este tipo, si se encuentra un riesgo, esas aguas deben ser tratadas antes de ser vertidas.
“La idea no es castigar a nadie, sino sugerir medidas que nos lleven a un mejor tratamiento de las aguas”, aclara al culminar la entrevista, mientras muestra los equipos con los que están trabajando, mismos que están guardados como lo que son…un gran tesoro…por lo menos para el futuro del medio ambiente.