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Verónica Ormachea
Si bien en el Valle de los Caídos descansan los restos de Francisco Franco, así como de los que fallecieron durante la Guerra Civil, ya no corresponde en tiempos democráticos que el cuerpo de un dictador yazga en un mausoleo del Estado. Es el único monumento que queda en Europa que rinde homenaje a un fascista.
Hace más de 40 años, la abadía se ha convertido en un lugar de peregrinación de los fascistas nostálgicos y de los de extrema derecha. Incluso al visitarlo algunos hacen el saludo franquista como en los tiempos cruentos de Hitler y Mussolini.
Franco mandó a construir la abadía para ser enterrado allí y le rindan homenaje por su victoria en la Guerra Civil española. En el mausoleo, su tumba ocupa el lugar central, lo cual deja a los demás fallecidos, que también dieron sus vidas, en segundo plano.
La presencia de los restos de Franco incomoda a los descendientes de los republicanos. Rechazan que sus muertos descansen al lado de su asesino.
El Valle de los Caídos, debería estar destinado a rendir homenaje a todos los que murieron durante la Guerra Civil, tanto a republicanos como a falangistas sin ensalzar a nadie y que quede como un símbolo de reconciliación.
Francisco Franco obligó edificar el panteón a los presos políticos, sus enemigos republicanos. Cerca de 20.000 izquierdistas lo construyeron en el lapso de 18 años, durante los cuales, quince hombres perdieron la vida.
En el mausoleo también yacen en fosas comunes de más de 33.000 cuerpos de falangistas y republicanos, cuya mayoría ha sido imposible identificar.
En dicha guerra fratricida (1936- 1939) murieron medio millón de españoles y fue el episodio más doloroso y sangriento de la historia de España.
El gobierno del PSOE de Pedro Sánchez promulgó a través de un decreto ley, exhumar los restos del dictador. Dicho decreto modifica algunos aspectos de la Ley de la Memoria Histórica del 2007.
El conservador Partido Popular y los liberales de Ciudadanos se abstuvieron de votar en el Congreso.
Los restos de Franco deberían descansar en el cementerio general de Madrid y no en catedral de Almudena, reservado para misas de Estado, como quiere su familia para que sigan rindiéndole pleitesía.
En dicha guerra, Franco contó con el apoyo logístico y militar de Hitler y realizó ejecuciones sumarias.
Ordenó ejecutar a García Lorca, encarceló a Miguel Hernández (que murió con tuberculosis en una celda) y mientras Machado y su madre de 92 años huían caminando a Francia fallecieron, así como miles de otros. Aquellos fueron joyas de la poesía universal y su muerte ha sido una gran perdida para España y el mundo.
El dictador, después de la guerra, se entronó de facto en el poder durante casi 40 años y gobernó con mano de hierro hasta su muerte en 1975.
Fuentes oficiales españolas estiman que entre el principio de la contienda y el final del gobierno de Franco, hubo alrededor de 114.000 desapariciones forzadas.
Aun no se tiene una fecha para la exhumación. Se estima que será antes de fin de año.
Si bien este hecho ha puesto sal en la herida de los españoles, el desentierro resulta ser lo más conveniente para cerrar un capitulo más de tan dolorosa guerra.