“No damos nuestros nombres”, dice la joven docente que es parte de esta manada humana de jucumari, a modo de introducirnos al porqué de este movimiento social.
“Entra en juego el protagonismo y la política”, dice sobre porqué decidieron que en la campaña no hayan rostros ni nombres visibles, pues su objetivo es mantener a este movimiento como lo que es: social. “Lo importante es la causa, Tariquía, la reserva; no quién la este defendiendo”, acota.
El grupo es grande, son muchos los humanos que decidieron adoptar el rostro del jucumari para apoyar la causa y cada vez son más quienes sin buscar protagonismo, buscan estar bajo la piel del jucumari.
Empezó como una campaña en la que un grupo de jóvenes decidieron hacer algo por Tariquía lejos de la política, más bien apoyados en su instinto creativo.
Fruto de esa creatividad surgió la idea de utilizar como voz y símbolo de la campaña al Jucumari, también conocido como oso andino, el cual habita en diferentes zonas de Tarija, entre las cuales se encuentran algunos punto de Tariquía.
“Es un animal que está demostrado que es pacífico, al igual que nuestra causa. Nosotros queremos crear conciencia de lo que es Tariquía y el daño que puede causar su destrucción, de forma pacífica”, agrega como complemento otro miembro de esta particular manada, acotando que su premisa es que ‘todos somos jucumari’
“Si crees que la reserva es importante, entonces ya eres un jucumari”, dice una joven al respecto.
La campaña estuvo bien concebida desde un principio; pero lo que no llegaron a dimensionar, es que aquella campaña organizada de manera voraz en el interior de un aula, haría que textualmente todos se sientan jucumari, convirtiéndola en un legítimo movimiento ciudadano que poco a poco fue creciendo en la ciudad y que empieza a hacer escuchar su rugido en otras ciudades del país.
“Mucha gente de otros lados nos buscó y quieren involucrarse”, asegura la manada.
La idea es que las acciones sean continuas y que no pase el calor del momento y que luego la gente se olvide del tema a causa de la rutina, como suele suceder con las marchas. Por este motivo, los jucumari decidieron hacer de los jueves “su día”, para realizar diferentes actividades que hagan escuchar su rugido.
En sus pocas semanas de vida realizaron una marcha, proyecciones de videos relacionados al tema en los mercados, noches de dibujo para niños y jornadas de serigrafía gratis en poleras.
“El jueves de ‘jucumaricitos’ los niños pintaron su propia máscara con sus colores favoritos y las usaban felices”, cuando una de las jucumari, quien agrega que pese al clima frio y lluvioso de aquella noche, tuvieron una alta participación.
A la gente le gusta, se identifica con la causa y se suma. “Cuando vamos a los mercados, los niños y jóvenes son los que involucran a sus padres”, agrega otro miembro de la manada.
Y es que los valores de la nueva generación son diferentes; la naturaleza, el medio ambiente y la responsabilidad social, son parte innata del ‘chip’ de los más jóvenes.
Hoy, jueves de jucumari, recolectarán víveres en la plaza principal a partir de las 17:00 y continuará la serigrafía de poleras.
“Ellos entiendes fácilmente la importancia del medio ambiente y, en este caso, de la reserva”, agrega otro de los osos que participa en la tertulia. Tal vez la juventud en su afán de alejarse de la política, tienes una mayor claridad para ver ciertas problemáticas.
“Hemos sido uno de los departamentos con mas recursos, y sin embargo somos uno de los menos desarrollados”, ruge un jucumari haciendo escuchar su voz. “¿Cómo me pueden decir que esta vez será diferente?”, cuestiona.
Desde su lógica, basta darse una vuelta por Margarita para darse cuenta que la explotación no sólo no dará plata, sino que traerá más pobreza, pues en el Chaco muchas tierras dejaron de ser productivas a causa de la contaminación, afectando a cientos de familias.
“La situación ahí es miserable, sin que nada mejore”, dice con un rugido de lamento e impotencia, a modo de dar cierre a la conversación.