Bolivia cuenta con 66 de los 112 ecosistemas existentes en todo el mundo. El denominado ‘Corazón del Sur’ posee más de 60 áreas protegidas y 22 parques nacionales, los que suman un total 182.716,99 kilómetros cuadrados, ocupando el 16,63% del territorio nacional.
Santa Cruz es el departamento que alberga la mayor cantidad de áreas protegidas a nivel nacional, acogiendo una gran biodiversidad en sus suelos. Sin embargo, la ampliación de la frontera agrícola y pecuaria, sumado al chaqueo indiscriminado y a la tala, cada año pone en riesgo la prevalencia de áreas protegidas, parques y reservas naturales, así como la supervivencia de las especies del lugar.
Solo en el primer semestre de 2016, en la época que es considerada húmeda, Santa Cruz perdió 15 mil hectáreas a manos del fuego. Beni, por su parte, superó las 10 mil.
El 2012 fue el año con mayor pérdida de vegetación a causa del fuego, superando las 26 mil hectáreas en Santa Cruz y las 27 mil en el departamento de Beni. Ambos departamentos son los más afectados por los “chaqueos” o quema de pastizales en el país.
Los especialistas en el tema aseguran que al tratarse de departamentos ganaderos y agrícolas por excelencia, los trabajadores de la tierra utilizan el fuego y la deforestación como su principal herramienta para habilitar terrenos para ampliar su actividad económica.
La aprobación del Decreto Supremo 3973 el 9 de julio de 2019, el que “permite las quemas controladas”, es un incentivo que, lejos de frenar la tala y quema indiscriminada, la fomenta atentando contra el medio ambiente, la biodiversidad como la seguridad de los habitantes.
Según datos de la ABT, en 2013 se quemaron 2 millones de hectáreas en todo el país, en 2014 fueron casi 3 millones de hectáreas afectadas, en 2015 la cifra superó los 3 millones y medio, en 2016 los incendios terminaron con 5 millones de hectáreas y en 2017 fueron más de 3 millones y medio.
por su parte, el 2018 Santa Cruz superó el récord histórico de incendios forestales de la última década, reportando más de 158 casos. San José y San Ignacio de Chiquitos fueron las zonas más afectadas del departamento aquel año, según informes de Sistema de Alerta de la Gobernación de Santa Cruz.

Lo que sucede este 2019 no es un hecho aislado, pero la magnitud superó ampliamente la cantidad de hectáreas quemadas en años anteriores y sobretodo, el fuego llegó a zonas de gran importancia para la biodiversidad, afectando parques como reservas naturales.
Este 2019, la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra, hasta antes de los incendios que empezaron hace dos semanas en la Chiquitanía y otros focos de calor dispersos en diferentes puntos del país, llevaba un conteo de 950 mil hectáreas quemadas, cifra que hoy, con certeza, ya debe superar los dos millones.
Pues según la Gobernación cruceña, ya se superó el millón de hectáreas por los incendios en la Chiquitanía.
Así, en los últimos 7 años, el fuego en Bolivia arrasó con más de 20 millones de hectáreas, equivalentes a 200 mil kilómetros cuadrados. La superficie quemada tiene el mismo tamaño que el departamento de Beni, el segundo más grande del país.
- El fuego y el medio ambiente
El fuego tiene un gran impacto sobre el medio ambiente, no solo porque arrasa con la vida vegetal y silvestre de las zonas, especialmente cuando hablamos de parques, reservas naturales o áreas protegidas como Tucavaca; hogar de 554 especies de animales, además de 55 plantas endémicas.
Las emisiones de dióxido de carbono producidas por el fuego tienen serios efectos para la naturaleza y el planeta en general. El dióxido de carbono de origen antrópico, es decir, producido por el hombre, es uno de los gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global, que está aumentando la temperatura del planeta, con ello, matando lentamente a diferentes especies de animales como de plantas.
Si bien los árboles tienen un rol importante a la hora de absorber el dióxido de carbono, cuando estos son quemados en incendios como los que vemos en la Amazonía o la Chiquitanía boliviana, liberan todo el CO2 a la atmósfera.
“Las plantas son sumideros de carbono, es decir, almacenan el dióxido de carbono”, explicó el especialista en medio ambiente Marcelo Moscoso Pantoja, en entrevista con este medio. “Cuando quemas, estás liberando gases de efecto invernadero a la atmósfera”.
- Industria a fuerza de tala y fuego
“Fue muy fuerte lo que ha sucedido en Otuquis y El Pantanal, se ha perdido todo lo que hay entre Puerto Suarez y Puerto Bush, del lado del camino”, decía el activista cruceño Federico Morón a través de su cuenta de Facebook, reportando lo que sucedía el lunes en la zona del incendio. “El esfuerzo de los guarda parques fue realmente heroico”, resaltaba.

Sin poder contener las lágrimas, Federico narraba la dura jornada de lunes, que pese a la esperanza que había infundido la lluvia, culminaba con la latente amenaza de la reactivación del fuego en zonas en las que ya había sido contenido, y la expansión de nuevos focos.
En Bolivia la tala y el fuego están estrechamente relacionados con el avance de la frontera agropecuaria, una de las industrias emergentes más fuertes del país, especialmente desde la firma de un acuerdo para proveer de carne vacuna a China.
“La política de ocupación de las tierras bajas ha logrado un proceso de expansión de la frontera agropecuaria en desmedro de los bosques y la ampliación de la infraestructura vial con un progreso económico en el oriente boliviano a partir de la década de los 60”, explica un estudio realizado por el Ministerio de Medio Ambiente y de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT).
La ampliación de la frontera ha derivado en la proliferación de las quemas controladas para la adaptación de los suelos.
Los “chaqueos” para preparar la tierra suelen prolongarse de junio hasta agosto, los meses más secos del año.
La superficie quemada en estos años tiene el mismo tamaño que el departamento de Beni, el segundo más grande del país.
Este factor, sumado a los fuertes vientos que se registran especialmente en agosto, hace que en la mayoría de los casos las denominadas “quemas controladas” se salgan de control, ocasionando grandes desastres medioambientales.
A diferencia de otros años, este 2019, los chaqueos estuvieron amparados en un decreto supremo.
Pese a que el chaqueo está penado por ley, decisiones políticas como el Decreto 3973, lejos de evitar las quemas, las alienta.
Respecto a las sanciones, el primer semestre de 2018, realizaron 33 procesos administrativos sancionatorios por quema ilegal, una cifra irrisoria teniendo en cuenta que en esa gestión se registraron más de 28 mil focos de calor, según datos de Ministerio de Medios Ambiente y Agua.
Los procesos por desmonte ilegal en aquel mismo periodo fueron 137.
- La tradición del chaqueo
El chaqueo es utilizado para limpiar terrenos de cobertura forestal y vegetal, y “recuperar” pastizales para el alimento del ganado. El chaqueo es una práctica antigua y barata por su fácil aplicación que tiene la ventaja de fijar micronutrientes en el suelo, lo que asegura buenas cosechas en los primeros años después del chaqueo.
Sin embargo, existen desventajas con el chaqueo, y el rendimiento de los cultivos va cayendo rápidamente, de modo que el suelo pierde su fertilidad. Debido a eso, el productor entra en un círculo vicioso en el que debe continuar deforestando para mantener su productividad.
Para los ambientalistas, el resultado es la erosión y desertificación del suelo.
Gracias Ingeniero Marcelo Moscoso por sus investigaciones por estar siempre pendiente del medio ambiente es una persona que ama lo que hace y estar siempre llenandonos de conocimiento y mostrando la verdadera realidad de esos sucesos deplorables.