Un comité lleno de gente, los documentos apilados en las mesas o donde quepan, bolsas vacías de refresco y la esperanza intacta
Acaba de terminar la audiencia por una acción popular con la cual pretendían levantar los bloqueos en la ciudad de Tarija, la misma fue rechazada y la presidente del Comité Cívico Femenino, Paola Mendoza Krsul, sale en andas, su nombre es vitoreado por las mujeres que la acompañaron al Palacio de Justicia.
“Es un paro ciudadano, es la voz del pueblo que está en las calles, no solo de Tarija, sino de Bolivia”, declaraba brevemente ante los periodistas en las puertas del Palacio de Justicia antes de que la suban en andas para marchar victoriosa hasta la plaza principal.
La joven de 31 años es médica cirujana y circunstancialmente, le toca estar a la cabeza del movimiento cívico en uno de los momentos más críticos de la historia reciente de la democracia boliviana.
“Creo que Dios maneja los tiempos perfectos y si me puso en este lugar ahora, tan complicado, es por algo”, confiesa la joven.
Los pasillos del Comité Cívico están colmados de personas, como en sus mejores tiempos, sorprende ver a la institución nuevamente así, cuando ya prácticamente se la daba por muerta, al haber sido consumida en los últimos años por el poder político, por lo menos así expresan sus más fervientes críticos.
En una de las oficinas principales se encuentra Paola, con el pelo bien recogido hacia atrás y una delgada blusa, bien prolija, pese al ajetreo de los últimos días.
Por este tiempo dejó atrás la bata blanca, aunque no tanto la indumentaria deportiva que siempre la usa para hacer los recorridos, especialmente aquella camiseta de su club predilecto: Ciclón.
Junto a César Ramos Flores del Comité Juvenil, pasó a estar al frente del movimiento cívico departamental ante el desconocimiento en un cabildo del presidente, Carlos Dávila Choque.
Alguna vez se lo imaginó, pero no sabía que era en este momento.
Llegó al Comité Cívico el año 2018, invitada por la agrupación Mujeres en Defensa de Tarija, además de recibir la invitación de dos vicepresidentas, Andrea Baldivieso y Natalia Cervantes del Gran Chaco.
“Hemos vivido momentos críticos, donde perdimos la cabeza del comité departamental”, recuerda de lo ocurrido hace tan solo unos dos meses atrás.
El acercamiento entre la dirigencia cívica con el presidente Evo Morales Ayma, en plena etapa electoral, ahondó la crisis de una institución que ya tenía una baja credibilidad.
En medio de esta crisis, Mendoza y Flores convocan a las instituciones a una asamblea extraordinaria, donde los presentes determinan convocar a un cabildo.
Cuando reciben el respaldo de las instituciones para encabezar el cabildo, cae en cuenta de la responsabilidad que estaba por caer en sus manos. “Teníamos un poco de miedo”, confiesa sobre la posibilidad de un fracaso con esa convocatoria.
“Toda esa semana estuve siendo víctima de injurias, de calumnias, hasta el mismo Carlos Dávila me mandó mensajes burlescos”, dice en referencia al presidente del Comité Cívico.
El cabildo desconoció al presidente cívico y empezó un nuevo liderazgo a la cabeza de dos jóvenes.
Ya pasaron 18 días del paro cívico que lidera en Tarija, una medida de presión sacrificada y que obviamente generará una serie de críticas, denuncias e incluso “ataques”, como confiesa.
“Escuché audios muy fuertes con brutalidades, incitando a la gente a que venga a pegarme, a que me saquen a patadas, me tratan de esa hija de tal… ahí me di cuenta de que no puedo andar sola en la calle”, reveló sobre las amenazas como las agresiones que recibió en este tiempo, especialmente de grupos afines al oficialismo.
Los “memes” tampoco faltaron, el que más lo hicieron viral es aquel en el que aparece ella junto a su padre y su enamorado, siendo todos relacionados con la gestión del gobernador Adrián Oliva Alcázar.
“Como médico, obviamente dependo del Servicio Departamental de Salud (Sedes), no puedo pertenecer a un magisterio”, argumentó al negar una posición político partidaria o responder a una autoridad determinada.
“No duermo como antes, mis padres están preocupados, mi hermano que siempre he preferido que se mantengan al margen, pero es lo que nos ha tocado vivir, lo que me toca afrontar”.
Respecto a su enamorado, afirmó que él forma parte del Sindicato de Trabajadores de Servicios Eléctricos de Tarija (Setar), con quien sale hace un año. “Formalizamos nuestro noviazgo después de que yo estuviera en la casa cívica”, aclara.
“Mis colores son el rojo y el blanco”, asegura.
Cree que todos estos episodios se dan también por su condición de mujer en medio de un contexto “machista”.
Recuerda que el pasado año, en un evento de política comunicacional en Santa Cruz conoció a una politóloga brasilera, quien le explicó de que el hecho de ser mujer hace que la sociedad las vea “más vulnerables”.
“Hasta hoy en 2019, se sigue viendo el machismo y la desigualdad de oportunidades, personalmente lo sufrí con insultos, con injurias, no faltan esas cosas… pero sigo aquí”.
Pero al mismo tiempo recibe fuerte apoyo, especialmente de las mujeres ligadas al Comité Cívico, algo que la mantiene vigente. También confiesa que su teléfono celular está “pinchado”, entre otras situaciones que la tratan de intimidar.
“Creo que me está tocando afrontar una situación complicada, que no es fácil salir a la palestra y no podemos hacernos ciegos de que no hay persecución política, a eso, te ven más vulnerable por ser mujer”, se sincera.
Al hacer un análisis de la posición en la que se encuentra, se retrotrae en el tiempo, vuelve unos 11 años atrás, tiempo en el que sí, Evo Morales Ayma, ya era el presidente del Estado.
Recuerda que era septiembre de 2008. Estaba sentada en la mesa junto a sus padres.
Las imágenes que pasaban por el noticiero en la televisión eran dramáticas: tarijeños enfrentándose entre sí en la zona del Mercado Campesino.
“Un poco de cansancio físico hay, pero sigo firme, soy muy creyente de algo, de que uno en la vida tiene un propósito”.
Ella estaba en su primer año de universidad en la Carrera de Medicina en la Juan Misael Saracho (UAJMS).
“Quiero ser presidenta del Comité Cívico”, le dijo la joven. Por todo lo que se veía en la televisión en ese entonces, el almuerzo no le cayó muy bien a la madre.
“No sabía de cómo era orgánicamente e institucionalmente, pero recuerdo que simplemente lo dije”, cuenta con una timorata sonrisa. “Creo que la boca tiene cierto poder”, repite por lo menos tres veces esta oración en medio de su análisis.
“Pero en una situación casi crítica en el país, y con sectores cansados por el paro cívico que lleva más de 17 días, surge la pregunta básica ¿Qué pasará?
La joven mira fijamente a los ojos del periodista y asegura que todo lo ocurrido no es circunstancial, que los momentos se fueron dando por la “voluntad de Dios”.
Cree que quizá no tenía previsto estar en este lugar, lo que a ella, le da esperanza de seguir de pie en “esta lucha”, al asegurar que es por el bien “de todos”.
Reflexiona que después de instancias tan extremas, surgen “cosas buenas”.
Sus padres, su hermano, amigos y allegados, la apoyan en su
caminar, aunque claro, existe siempre el temor de que pueda pasarle algo.
“Mis padres me enseñaron bien a no dejar lo que tome”.
Con un cambio radical en su vida, fuertes presiones, pocas horas de sueño y más de desvelo, mantiene la esperanza de que habrá un cambio, por lo menos eso asegura al periodista, al recalcarle su “fe” en Cristo, como le enseñaron sus padres.
“Tengo fe de que saldrá humo blanco”, vaticina con una sencilla sonrisa antes de despedirse y reunirse con todas las personas que hace un buen rato la esperan.