En días pasado el socialdemócrata Bernie Sanders, volvió a arremeter contra Bolivia. Esta vez de forma arbitraria, tendenciosa, y sobre un tema oleado y sacramentado.
El senador estadounidense, junto a otros congresistas de su país, enviaron una carta al Departamento de Estado expresando «la falta de rendición de cuentas y de transparencia» del rol de la Organización de Estados Americanos (OEA) en las elecciones en Bolivia del 2019.
El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, declaró que «difundir la ignorancia» no ayuda a la región.
Que le quede claro a los parlamentarios, que la OEA realizó una auditoría impecable e incuestionable al detectar el fraude realizado por el gobierno de Morales en las elecciones pasadas que luego fueron anuladas.
Tras la respuesta de Almagro, Sanders escribió «falsamente que las elecciones del año pasado en Bolivia habían sido ‘fraudulentas'» y que «después vino un golpe militar y represión”. Sanders parece el portavoz de Morales ya que repite sus palabras. Luego señaló: “Necesitamos una rendición de cuentas ahora para asegurar elecciones libres y justas en Bolivia el próximo mes».
Es deplorable que Sanders y sus colegas parlamentarios estadounidenses pongan en duda una verdad de perogrullo.
Se puede deducir que el octogenario Sanders -eterno perdedor en las elecciones del partido demócrata- busca protagonismo a costa de Bolivia.
Es necesario aclararle que tampoco hubo un golpe de Estado ni represión. Un golpe tiene otras características.
Le recuerdo al congresista que tras el fraude electoral -que impidió que el segundo vencedor Carlos Mesa vaya al balotaje- los bolivianos salieron a las calles de forma pacífica a defender el voto y la democracia. Se lo llamó las “pititas”.
Ante el inédito levantamiento popular, Morales instó a sus partidarios a cometer actos de violencia que rebasaron a la policía que solicitó apoyo a las FFAA y ambas instituciones apoyaron a la sociedad civil.
Ante esto, Morales renunció y huyó a México. Cargado de frustración, instruyó a sus partidarios cercar y ahogar a las ciudades. Quemaron autobuses, incendiaron casas y bloquearon caminos, lo que impidió el abastecimiento de alimentos y gasolina. Las fuerzas del orden cumplieron con su deber al defender a la sociedad civil.
Luego, en una sucesión constitucional legítima, Jeanine Añez fue posesionada presidente interina de la nación.
Si a Sanders le preocupa la transparencia de las nuevas elecciones generales, se le aclara que se ha elegido a nuevos miembros del Tribunal Supremo Electoral cuyo presidente, Salvador Romero, goza de gran prestigio, cuenta con una impecable trayectoria y su figura garantizará que los comicios sean transparentes.
No es primera vez que Sanders se pronuncia en torno a Bolivia. En julio pasado expresó su preocupación por el creciente número de violaciones a los derechos humanos por el gobierno actual.
Sanders, senador por Vermont, se declara socialdemócrata. Primero era independiente, luego se subió al carro de los demócratas, aunque sin éxito. Desde la óptica del establishment del mismo partido, es un extremista. Aboga por que el sistema capitalista se vuelque al socialismo. Se inspira en el modelo social y económico de los países nórdicos. Es reacio a las grandes corporaciones y dice estas deberían conceder a sus trabajadores acciones de participación y voz.
Su posición no encaja en EEUU, ya que es un país capitalista donde tradicionalmente se presentan dos partidos: el demócrata y el republicano.
Se recomienda a Sanders no inmiscuirse en asuntos internos que desconoce y no le competen.