La cuarentena por la COVID-19 encerró por meses a los bolivianos en sus casas. Más allá de que este hecho haya significado buenas noticias para plataformas como Netflixo YouTube, el confinamiento fue también testigo y motivo de algunos renacimientos. La literatura es uno de ellos.
Es común escuchar que el boliviano no lee, pero el Club de Lectura La Paz está demostrando que esa aseveración no es del todo cierta.
“Buscar a otros como uno”
Unos tres años atrás, Ariel Claros Fuentes renunciaba a su trabajo en la ciudad de La Paz.
Ante el tedio de la inactividad decidió invertir parte de su tiempo en uno de sus hobbies: leer, pues “los buenos hábitos hay que cuidarlos”, comenta.
Con las ganas de compartir esa pasión y hablar, y hablar sobre las lecturas, empezó a navegar en la web con la determinación de encontrar un club de lectura al cual unirse. Más no encontró lo que buscaba.
Ariel no cruzó los brazos, fundó “su” propio espacio: el Club de Lectura La Paz.
En el afán de reclutar miembros, Ariel se dio cuenta de que su entorno no estaba interesado en realizar tertulias literarias, por lo que publicó una convocatoria en redes sociales.
“No siempre tenemos a alguien cercano con los mismos gustos, pero es bueno encontrar a otros como uno”.
La primera tertulia contó con seis participantes, todos de diferentes ocupaciones y ninguno perteneciente al mundo literario formal, solo personas que comparten el gusto por leer.
Se organizaron posteriormente ciclos según géneros y temáticas. El primero fue un ciclo de literatura distópica, en el que se leyeron a autores como el británico George Orwell (1903-1950+), el estadounidense Ray Bradbury(1920-2012+) o el británico Aldous Leonard Huxley(1894-1963+).
La literatura distópica es uno de los géneros literarios donde se exploran las estructuras sociales y políticas.
En este género contrariamente a la utopía de un mundo ideal, se muestra una sociedad que pretendiendo felicidad, hace sufrir sistemáticamente a sus ciudadanos.
Las tertulias se realizan un sábado cada dos semanas y el ciclo suele durar cuatro o cinco libros.
Construido por los miembros
Giovanna Vásquez recuerda cómo se enteró de la existencia del club, durante su apertura “Ariel sacó una convocatoria en Facebook, pues nadie en su círculo gustaba leer, yo vi el anuncio y me interesó mucho”, y añade, “yo no conocía ningún club de lectura acá -La Paz-; sí hay, pero son muy cerrados”.
“Ariel me metió al grupo de WhatsApp y luego hicimos la primera tertulia, que fue sobre 1984 de George Orwell. Fue muy bueno, nos conocimos y empezaron a salir muchas ideas”, recuerda Giovanna.
Resalta que el género de distopía suele atraer a “mucha gente”.
Uno de los ciclos que tiene activo el club es el de literatura boliviana, según cuenta Giovanna que este es constante y dura “todo el año”.
Tiene el objetivo de promocionar a los escritores bolivianos y por lo tanto, solo se permite la lectura de libros físicos y originales, pues la piratería como los textos en formatos digitales gratuitos no son la forma de reconocer el trabajo de los escritores bolivianos, al contrario, es hacerles daño.
Giovanna cuenta que por el ciclo de lectura nacional llegaron a conocer a autores como Wilmer Urrelo, Raúl Terceros y Camila Urioste.
En el caso de Urrelo, él llegó a participar de un par de tertulias sobre sus libros, concretamente en las de “Fantasmas asesinos” y “Todo el mundo cumple sus sueños menos yo”.
Así los participantes pudieron interactuar con el escritor y darle todos sus comentarios y dudas sobre su obra; además de conseguir sus libros firmados.
Camila Urioste también participó en la tertulia sobre su libro “Soundtrack”.
Giovanna cree que este ciclo es importante, pues promueve la obra de autores contemporáneos y a los escritores, algo que no se hace en los colegios, donde las listas de lecturas suelen incluir solo a los autores clásicos y no a los actuales.
El club funciona y se organiza de la siguiente manera: a la cabeza está Ariel y recibe el apoyo de colaboradores voluntarios como Giovanna.
Los colaboradores se encargan de crear los grupos de cada ciclo y de administrarlos, además de sugerir ideas o iniciativas.
Cualquier persona puede ser un colaborador de este club, solo debe compartir la pasión por la lectura.
No hay fines económicos, la mayoría de las actividades son gratuitas, solo “algunos talleres” requieren una cuota de inscripción, pues se debe pagar a los expositores.
Los gastos por publicidad en Facebook los cubre Ariel. El club no tiene un espacio físico, las reuniones presenciales se realizan por lo general en cafés.
Otra de las colaboradoras es Daniela Wara, quien está hoy apoyando en la organización y talleres y cuenta cómo el pertenecer al club ha cambiado completamente su manera de leer.
“Al leer solo te quedas con tus comentarios y dudas, pero compartirlos es un enriquecimiento, porque escuchas otras opiniones, perspectivas, más en el club, donde hay personas muy metidas en la literatura, así como de todas las áreas”, resalta.
“Lo bonito es que no solo se quedó en La Paz, ahora es toda Bolivia y sigue creciendo”, agrega.
Por el carácter “abierto” del club fue que Daniela pasó de ser lectora a parte activa. “Eso ayuda al crecimiento del club y su expansión”.
Alcance nacional, y más
El club comenzó con una convocatoria que logró reunir a seis personas alrededor de un libro. Hoy tiene más de 20.000 seguidores en Facebook y 20 grupos de WhatsAppde entre 20 y 150 miembros.
Los participantes están distribuidos por todo el país, hecho que se debe en gran parte a la cuarentena por COVID-19, pues sin ella, no se hubiese implementado la modalidad virtual para ciclos y talleres, y el club mantendría su carácter local.
El entorno no virtual no solo permitió la participación de más personas, y extenderse a todos los departamentos: también abrió las puertas a conferencistas del exterior, como de España o México.
Si bien hay participantes que extrañan y añoran volver a las tertulias presenciales, la modalidad virtual llegó para quedarse y se mantendrá, pues el club ya rompió la barrera de lo presencial.
“A veces me preguntan cómo los hicimos, y no sé quéresponder. No sabemos lo que hacemos bien”, cuenta Ariel, pues el club nunca tuvo como norte alcanzar gran cantidad de miembro o seguidores en redes, simplemente compartir el amor por la lectura.
Me interesa el club del libro