La menarquia o primera menstruación, llega en promedio a los 12 años. Hasta la edad de la menopausia, alrededor de los 50 años, la mujer habrá usado entre 9.000 y 11.000 compresas desechables, —cifras variables según el flujo de cada mujer y las marcas del producto— dichos números se traducen también en un gasto total que puede alcanzar los Bs 10.000.
En Bolivia, por ejemplo, según la proyección de población en la “Revisión 2020” del Instituto Nacional de Estadística (INE), se llega a tener en 2022 alrededor de 3,5 millones de mujeres en edad de menstruar.
Si todas usan productos desechables, eso se traduce entre 5.800 y 7.300 toneladas de desechos plásticos en un año, sin tomar en cuenta las bolsas plásticas por unidad y por paquete.
Sin embargo, hoy se ofrecen en el mercado productos alternativos que buscan aventajar a las toallas desechables y tampones en tres áreas: ecología, economía y salud.
Alternativas como las copas y discos menstruales o las toallas reutilizables de fabricación artesanal, requieren de pocas compras entre la menarquia y la menopausia, además de ser fabricadas sin químicos que atenten contra la salud de las usuarias.
Las alternativas
Las copas menstruales son recipientes con forma de copa que se introducen en el conducto vaginal y acumulan el flujo menstrual por doce horas. Están hechas de silicona médica hipoalergénica, por lo que no implican riesgos para la salud de la mujer siempre que sean usadas correctamente.

A diferencia de las toallas o tampones, una sola copa basta para todos los días de flujo; es más, según los materiales y cuidados que se le dé, la vida útil de la copa puede extenderse hasta diez años.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, el tiempo entre la menarquia y la menopausia es de 38 años en promedio, por lo que una mujer requeriría solo de cuatro copas en toda su vida.
No obstante, la copa menstrual aún es una novedad para miles de mujeres en Bolivia.
Janine Pacheco, quien representa a la marca Copita Menstrual en Bolivia, suma años de experiencia aconsejando el uso de la copa y guiando a las mujeres que se acercan a conocer el producto.
Explica que las inseguridades de “muchas”, parten del hecho de que es necesario introducir la copa en el cuerpo, lo que requiere de un proceso de entre tres y cuatro meses de adaptación, pues la anatomía de cada mujer es distinta, y para aprender a acomodar el recipiente se necesita práctica como autoconocimiento.
Una vez acostumbradas, afirma, no se siente la copa y se pueden realizar actividades como ejercicio y natación con mayor seguridad que con otros productos.
Para deportistas, aconseja copas más rígidas. Janine describe a la copa como “una bendición” específicamente para dormir.
Sobre la esterilización de la copa, señala que cada mes se debe hervir unos minutos en agua y, luego de cada uso, enjuagarla sin jabón ni productos extra. Por último, explica que en Bolivia se pueden encontrar copas menstruales desde Bs 50 y hasta Bs 250, precios sujetos a las diferentes marcas y calidades.
Una versión distinta de la copa es el disco menstrual, cuya diferencia, además de la forma, radica en que es introducido en la parte más profunda del canal vaginal, debajo del cérvix, lo cual facilita tener relaciones sexuales en los días de flujo.
Toallas reutilizables
Esta alternativa llega junto a la tendencia de ecoemprendimientos en Bolivia, porque existen marcas artesanales que fabrican compresas reutilizables a partir de algodón y tela.
Una de las pioneras en la fabricación artesanal de estos productos es Laura Aliaga, quien lleva ya tres años con Inda Toallas Ecológicas, su marca en Cochabamba.

Laura explica que sus toallas reutilizables están compuestas por un total de seis capas: una de algodón, un filtro de tela de tres capas, una impermeable —la única con plásticos— y una con diseño decorativo.
Las preguntas más frecuentes que recibe son las relacionadas al lavado de las toallas. Este proceso consiste en remojarlas en agua fría —de ser caliente la reacción con el hierro de la sangre no permite una limpieza total— y luego lavarlas como una prenda común.
Camila Alvarez, clienta de Laura desde Tarija, estudiante de Medicina y activista medioambiental, no duda en afirmar que las toallas artesanales son “de lo mejor” que le ha pasado.
Si bien sabe que el contacto con la sangre y el lavado puede generar rechazo en las personas, afirma que precisamente es algo «positivo», pues siente que resignifica la manera de vivir la menstruación, «abrazándola» en lugar de rechazarla como un tabú.
Camila, por ejemplo, tiene siete toallas reutilizables, la cantidad que exige su cuerpo. Cada toalla tiene una vida promedio de tres años y un precio que ronda los Bs 27.
Si bien tanto toallas reutilizables, copas y discos menstruales tienen precios unitarios más elevados que las toallas o tampones desechables, requieren de pocas inversiones en toda una vida.
Diez compresas desechables cuestan como mínimo Bs 6, pero existen hasta tres veces más caras.
La compra constante hasta la edad de la menopausia puede sumar alrededor de Bs 10.000.
Si se opta por la copa menstrual más cara en Bolivia y se utiliza cinco en el mismo periodo de tiempo —38 años—, el gasto es de Bs 1.250.
Algunos datos
– Las compresas desechables tardan hasta 500 años en biodegradarse, los tampones, más de 300 años.
– Las copas menstruales tienen presentaciones en diferentes tamaños para adaptarse al cuerpo de cada mujer.
– Dioxina, poliacrilato, rayón y asbesto son algunos componentes de las toallas desechables que pueden comprometer la salud de la mujer.
– La copa menstrual fue inventada en 1937.
– Algunas usuarias de copa, disco o toalla reutilizable, aprovechan los restos de flujo como abono para plantas.
– En Bolivia aún no se fabrican copas menstruales, toda la oferta disponible es de importación.