El Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil es celebrado el 2 de abril, fecha seleccionada en honor al nacimiento de Hans Christian Andersen, autor de obras como La sirenita, Pulgarcito o El patito feo. Si bien los relatos mencionados se asocian con un público infantil, el poder de las buenas historias las hace aptas para el más chico y el más grande de los lectores.
Pero la efeméride del nacimiento de Andersen también recuerda la literatura juvenil, es por eso que Verdad con Tinta se contactó con el escritor boliviano Adrián Nieve, quien comparte algunas de sus impresiones sobre esta categoría de la literatura y las características de Hayley, novela suya que ubica en medio de la delgada línea que separa a los libros juveniles del resto.
Verdad con Tinta (VCT): ¿Puedes darnos un breve resumen de tu carrera como escritor?
Adrián Nieve (A. N.): Empecé como guionista y productor de televisión en Abya Yala, poco tiempo después me nombraron editor general de una revista independiente llamada Gritos. Con la editorial que publicaba esa revista sacamos mi primera novela, titulada El camino amarillo de Drogothy (2016, Gran Elefante), la cual escribí y publiqué en un mes, porque quería de una vez sacar mi primer libro. Dos años después saque Hayley (2018), esta vez con Editorial 3600, lo cual marcó un salto enorme para mí por la importancia que tiene en el país esta editorial. De ahí una gran pausa en la que me dediqué al periodismo, la crónica y la crítica cinematográfica en la revista Rascacielos, Página Siete, La Razón y la revista Escape como en el programa de Tv Culturas BTV.
En 2022 salió mi tercera novela Morbo (2022, PARC Editores) y poco después me nombraron editor general de la revista de no ficción 88 Grados.
VCT: ¿Ubicas a Hayley dentro de la literatura juvenil?
A. N.: Sí y no, como diría Gandalf. Es una obra que tiene por protagonistas a adolescentes y lidia con un montón de cosas que nos pasan cuando somos adolescentes. Si con eso podemos decir que una obra literaria es juvenil, pues entonces lo es, pero, especialmente en el mercado norteamericano, mucha de esta literatura trata las temáticas de muerte, depresión, suicidio y bullying de otra manera. A veces más indirecta o más amable de lo que yo hice con este libro.
A eso se suma que no lo escribí pensando en quien lo leería y las editoriales que se dedican a este tipo de libros trabajan arduamente para mantener una línea editorial con un tono que sea apto para ese mercado.
Pero, y este es un gran pero, las mejores respuestas a este libro fueron precisamente de estudiantes y universitarios que en las ferias del libro se me acercaban y me comentaban al respecto. Muchos de ellos realmente querían hablar de esas temáticas y en el libro encontraron un espacio donde se las hablaba de una manera directa y cruda. Eso aumentó después de que el libro fue adaptado a un videojuego.
«… especialmente en el mercado norteamericano, mucha de esta literatura trata las temáticas de muerte, depresión, suicidio y bullying de otra manera. A veces más indirecta o más amable…»
VCT: ¿Tienes otro libro, publicado o en proceso, que aborde temáticas juveniles?
A. N.: Pues en mi tercera novela, Morbo, los protagonistas son dos bachilleres que comienzan a vender pornografía en su colegio. Al menos en la primera parte del libro, enfrentan muchos problemas típicos de esa edad, pero la historia los va llevando a enfrentar problemas más propios de los adultos y de la idiosincrasia boliviana. Es decir, es como si dos bachilleres se saltaran la universidad e ingresaran de una al mercado laboral boliviano.
No sé si esa es una temática juvenil, común o poco común, pero creo que puede funcionar porque aborda cómo el sexismo y la corrupción son normalizados en nuestro país desde que somos niños, adolescentes y más allá.
VCT: ¿En qué etapa de tu vida y carrera escribiste Hayley?
A. N.: El 2011 una de mis mejores amigas se suicidó y me fue muy duro superarlo. Durante años, entre la universidad y mis primeros trabajos, estuve cargando con ello y, después de escribir y publicar mi primera novela, por fin me sentí listo para expresar esa historia. Eso significaba capturar la voz de mi amiga y convertirla en la protagonista, enfrentar mis rabias, depresiones y frustraciones alrededor de ese tema, entender y perdonar e incluso alejarme un poco del asunto como para dejar a estos personajes tener su propia historia y no ser simplemente mi terapia literaria.
«… significaba capturar la voz de mi amiga y convertirla en la protagonista, enfrentar mis rabias, depresiones y frustraciones alrededor de ese tema, entender y perdonar…»
VCT: ¿Cómo la historia de una adolescente con depresión puede llevarnos a preguntas más complejas?
A. N.: Creo que hay temas tabú en la sociedad de los que, poco a poco, se habla más y más. No todo el mundo sabe algo acerca de depresión o suicidio. Quizás nunca investigaron al respecto o simplemente no les tocó vivir algo relacionado a estos temas. En ese escenario, la gente que lea esta novela puede empezar a preguntarse cosas al respecto. Con la obsesión por la información en internet que tenemos, lo más probable es que alguna de las preguntas que se hagan al leer, los llevará a investigar.
Si son personas que pasaron por algo relacionado a estas temáticas, pues encontrarán una perspectiva que antes no habían considerado, o una perspectiva que creyeron nadie más tenía. Ahí el libro es un compañero que tal vez los anime a hablar más de estos temas que no son tan comunes en una charla como el suicidio. Más allá de eso, la novela tiene unos cuantos momentos existenciales sobre el dolor y la muerte, acerca del legado de una vida después de la muerte, y esas son cosas que no nos gusta pensar demasiado, así que eso también puede generar preguntas importantes.
VCT: ¿Cómo dialoga esta obra con las películas, series, cómics y música que se mencionan en ella?
A. N.: Toda película, canción, cómic o serie que vemos se vuelve parte de nosotros, especialmente si nos gusta o nos conmueve. De pronto se vuelven parte de nuestra personalidad de formas que no calculamos o que fingimos, pues reflejan cosas que queremos ser. Eso se aplica a todo el mundo. En el caso de esta novela, hay mucha música y referencias a películas porque son las cosas que me acompañaron durante todo el proceso de duelo, especialmente la música. En el caso de las referencias a -Quentin- Tarantino y Hellblazer (cómic de horror contemporáneo), es porque son dos cosas que compartíamos mucho con mi amiga que se suicidó e inspira a mi protagonista, entonces es como el rastro de nuestra relación, de nuestros chistes internos, de nuestras charlas, todo eso está ahí.
«Toda película, canción, cómic o serie que vemos se vuelve parte de nosotros…».
VCT: ¿Cómo ves el panorama de la literatura juvenil en Bolivia?
A. N.: Ya de por sí el panorama literario y editorial en general es difícil en nuestro país. Hay mucho talento, gente joven que escribe muy bien, lectores ávidos que buscan más espacios de lectura, pero no hay un verdadero apoyo a lo literario ni de parte de la audiencia, ni de entes públicos o privados. Sí, hay esfuerzos importantes, no quiero ningunear a nadie, pero no es que en Bolivia veamos un esfuerzo en particular especial por hacer que la juventud boliviana lea más. Eso último es más una crítica a las autoridades y fuerzas políticas que prefieren a la gente haciendo otras cosas que leyendo.
VCT: ¿Qué hace a un libro juvenil: el que aborde temáticas que preocupan a los jóvenes o el público al que apunta?
A. N.: Creo que hay una necesidad de literatura infantil y juvenil, incluso hay un público que disfruta mucho con las características de este tipo de literatura, especialmente en Estados Unidos donde el mercado es tan exitoso que hay un montón de escritores que pueden vivir de ello. Este mercado se caracteriza por explotar cierto tipo de historias, tonos y temáticas que, sí, son temas que usualmente nos preocupan cuando somos jóvenes. Y, con las redes sociales y el internet, ahora es más probable que esos libros juveniles realmente sean escritos por jóvenes, no por un viejo que quiere acordarse de cómo fue su juventud.
Todo arte lidia con inquietudes. Creo que un libro es llamado juvenil o porque tiene escenarios y protagonistas que son jóvenes, o porque lidia con ciertos temas de una manera más benevolente. En el primer caso, me parece sensacional. Necesitamos dejar de subestimar a la gente joven y pensar que son los protagonistas de sus vidas y que, más bien, necesitan el espacio para vivirlas equivocándose. En el segundo caso, me parece terrible, pero necesario. Todos tienen diferentes formas de afrontar la existencia, algunos necesitan un enfoque más suave o genérico o tranquilo y, eventualmente, llegarán a descubrir más o decidirán que no quieren ver más allá.
«Y, con las redes sociales y el internet, ahora es más probable que esos libros juveniles realmente sean escritos por jóvenes y no por un viejo que quiere acordarse de cómo fue su juventud».
VCT: ¿Recomiendas algún otro autor con obras juveniles?
A. N.: No. No así como “obra juvenil” al menos. Creo que, si te metes a leer, tienes que tener el estómago de leer todo lo que puedas por muy adulto o complejo que sea un libro. Siempre puedes dejar de leerlo o leerlo años después para ver si ahora sí lo entiendes o qué entiendes de adulto que de joven no. Igual, al leer, algo quedará y algo comprenderás. Con eso basta.
«Creo que, si te metes a leer, tienes que tener el estómago de leer todo lo que puedas por muy adulto o complejo que sea un libro».
Pensando en eso yo recomendaría que la gente joven lea libros como Los versos satánicos de Salman Rushdie, Estrella distante de Roberto Bolaño, El hombre tocado de viento de Guillermo Ruiz Plaza, Soundtrack de Camila Urioste, Conjunto vacío de Verónica Gerbber, cualquier libro de Laurent Binet, Alá Superstar de Y.B., Mandíbula de Mónica Ojeda o, si realmente quieres explorar la literatura juvenil, un gran autor es Jordi Sierra i Fabra.