Los silenciosos pasillos del convento franciscano guardan un tesoro invaluable, parte de la historia del continente se encuentra almacenada en los estantes de su biblioteca, un texto que ya está seleccionado desde diciembre dentro de la memoria del mundo.
No es un cuento. El “Diccionario y Arte de la Lengua Mataca” del fraile franciscano Esteban Primo de Ayala (1765-1834+), viene a ser el primer registro histórico de la lengua wichí o weenhayek, que se encuentra en el Archivo Franciscano de Tarija.
El citado texto de 1795 fue seleccionado para ser parte desde el 22 de diciembre de 2020 de la Memoria del Mundo de la Unesco-Bolivia.
“Este documento es el pionero, el más antiguo en el estudio de las mismas voces de la formación de la lengua mataca, ahí su importancia”, resalta en una agradable conversación telefónica con Verdad con Tinta el vicepresidente del Comité Nacional Boliviano del Programa Memoria del Mundo de la Unesco, Daniel Oropeza Alba.
Daniel Oropeza un amante del vino tarijeño, según revela en la conversación, resalta que este texto es un documento “íntegro”, que empieza con una descripción de las voces matacas en la “letra A” metódicamente registradas por el fraile franciscano, y pone “curiosísimas” traducciones que hasta el momento son parte de un análisis de filólogos, lingüistas y “entendidos en la materia”.
Para el académico, estos elementos reflejan la “gran importancia” del texto del español Primo de Ayala y el por qué fue incluido en la memoria colectiva mundial.
Daniel recuerda que al recibir la postulación tarijeña, hicieron las consultas a pares académicos nacionales e internacionales, quienes encontraron “por unanimidad” el respaldo de la inclusión de este documento.
Historiadores reconocidos a nivel internacional como Isabelle Combès del Instituto Francés de Estudios Andinos y el profesor Erick Langer de la Universidad de Georgetown, Estados Unidos resaltan la relevancia de este texto.
“Ellos hacen conocer su gran valor, muestran la realeza del texto, su importancia geográfica, no solamente para el departamento de Tarija, sino para países vecinos como Argentina y Paraguay”, relata Oropeza.
Los especialistas que han trabajado sobre el documento en apoyo a la postulación del Centro Eclesial de Documentación son: la etnohistoriadora especialista en el Chaco, Isabelle Combès; el antropólogo, especialista en lingüística wichí, Rodrigo Montani; el lingüista experto en lenguas del Chaco, Alan Fabre y el historiador especialista en misiones franciscanas Erick Langer.
Daniel Oropeza acota que esta importancia rompe las fronteras nacionales actuales y tiene una repercusión regional “a gran escala”.
Para el administrador del Centro Eclesial de Documentación (CED), Diego Oliva, esta es una muestra del “valor histórico de nuestro archivo”.
Oliva refiere que el Archivo Franciscano de Tarija es una fuente documental “muy importante” para entender la historia del sureste boliviano desde el periodo colonial.
“Que el documento esté dentro de la Memoria del Mundo puede influir en que se conozca la importancia del archivo”, recalca el académico tarijeño con su característica serenidad.
¿Qué es la Memoria del Mundo de Unesco?
El Registro de la Memoria del Mundo es una lista del patrimonio documental que ha sido aprobada por el Comité Consultivo Internacional y ratificado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) desde 1992.
Los archivos seleccionados son tomados como elementos que cumplen los criterios de selección del patrimonio documental “considerados de importancia mundial”, indica el informe de la Unesco.
Esta es una iniciativa internacional propulsada por la Unesco con el fin de procurar la preservación y el acceso del patrimonio histórico documental de mayor relevancia para los pueblos del mundo, “además de promocionar el interés por su conservación entre los estados miembros”.
La importancia de estar en la Memoria del Mundo-Bolivia
Oropeza explica que el Registro de la Memoria del Mundo reconoce que el citado texto es “tan importante” que en torno al mismo deben generarse políticas de promoción, difusión, estudio y garantizar su accesibilidad.
A partir de este registro, según indica Oropeza, el Centro Eclesial puede generar trabajos científicos, hacer publicaciones del texto, solicitar que instituciones públicas o privadas puedan cooperar o financiar investigaciones, garantizar su conservación y de ser necesario, digitalizarlo para subirlo en línea.
“Desde ya es un texto absolutamente boliviano que merece ser conocido, promovido y difundido”, agrega.
Con esta selección, la Unesco le permite al custodio, que en este caso es el Centro Eclesial de Documentación, generar las condiciones necesarias para su promoción, difusión y estudio entre otros.
Miles de voces se levantan desde los antiguos textos en la silenciosa biblioteca franciscana, un tesoro invaluable que se guarda en el corazón de la ciudad de Tarija.
Muy interesante el artículo, felicitaciones!